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Lo que parecía un exclusivo centro de belleza en el corazón de Chamberí regentado por tres mujeres ucranianas, escondía una realidad muy distinta: en su interior, se practicaban operaciones médico-estéticas sin personal cualificado y sin que se cumpliera ninguna medida sanitaria e higiénica de los productos que utilizaban. 

La mayoría de los ácidos que usaban en sus tratamientos los compraban a través de Telegram y provenían de Corea de Sur, un país en el que, desde hace años, están muy extendidas las operaciones estéticas. 

Los agentes tuvieron indicios de que estas mujeres, de 44, 32 y 22 años, estaban llevando a cabo este tipo de tratamientos sin tener títulos para ello. Además, ofrecían por tan solo 200 euros los procedimientos que en clínicas certificadas suelen valer alrededor de 1.600 euros. 

De este modo, el 6 de febrero, los agentes de la Policía Nacional inspeccionaron el local, justo en el momento en el que una de estas mujeres estaba preparándolo todo para recibir a una nueva clienta. Al ver a los agentes, esta mujer escondió entre su ropa un envase de toxina botulínica etiquetada en coreano. Durante el registro, encontraron un cuarto cerrado con un candado al que había que acceder gateando.

En su interior los agentes hicieron un terrible hallazgo: una pequeña nevera con envases de ácido hialurónico caducado que se encontraban a medio aplicar. Junto a la nevera una gran cantidad de cajas, neumáticos de vehículos y hasta un contenedor de basura.