Los socios han movido Roma con Santiago para no cerrar. Llevan dos años de quebraderos de cabeza. Pero se acabó. Son "proletarios del sector", en sus propias palabras, y no podían seguir perdiendo dinero mes a mes. El Rock Palace, templo del rock urbano madrileño, no ha conseguido levantar cabeza después de la pandemia. Atrás queda una "familia" huérfana de un espacio mítico, abierto en 1995.

En los últimos ocho años ha estado bajo la batuta de seis socios, entre ellos, Andreu Muntaner Lobo, cantante de Los Trogloditas desde que Loquillo decidiera ir por libre, poniendo a parir a su antigua banda públicamente, ya de paso. Lobo y un segundo socio, Juan Arnal, atienden a Madrid Total en el penúltimo día de vida del Rock Palace, ubicado en la calle Vara del Rey, en Delicias. 

Lo que antes era una sala perfectamente cuidada y un punto de encuentro de melenudos, ahora parece un almacén. Porque Rock Palace no solo era sala de conciertos, también tenía locales de ensayo y estudio de grabación.

Material sacado de los locales de ensayo. Jaime Susanna

Todo ese material -amplis, baterías, altavoces, mesas- se ha ido desmontando en las últimas semanas. "Ahora debemos buscarle a todo un nuevo hogar", afirma Juan. "Que sigan llevando buena distorsión a otro sitio". Ninguno de los socios pierde la sonrisa, aunque se confiesan "rotos" por el cierre. Antes de ser propietarios fueron clientes. "Lo cogimos varios clientes para que no cerrara".

Lobo se hizo cargo del estudio de grabación en el 2015 y, con la marcha de los anteriores dueños, estos seis enamorados del rock juntaron ahorros para mantener a flote el negocio. "A finales del 2019 y el 2020 esto iba de puta madre", asegura Lobo. "Empezábamos ya a rellenar el agujerito que teníamos de haber arrancado esto desde una situación difícil".

Pero llegó la pandemia, llegó el dichoso bicho. Y se tuvieron que marchar con la música a otra parte. A casa, concretamente.

Andreu Muntaner 'Lobo', cantante de Los Trogloditas. Jaime Susanna

—¿Pueden ser los locales de ensayo más antiguos abiertos en Madrid en la actualidad?

—Puede ser. Hay unos en Tetuán, pero no sé si siguen abiertos. Pero vamos, de los primeros. Esto lo montó Norah Finley [componente de bandas como Pleasure Fuckers] que venía con la idea de este tipo de negocios en Estados Unidos.

Han intentado diversificar la programación. Han hecho sesiones de reggae dub, conciertos de bandas de chavales, hasta cumbia... Y ni por esas. "A la gente le cambió el chip. Nadie se comporta como antes de la pandemia. Aunque sea mínimamente, algo te ha cambiado", lamenta Juan. "Al menos tenemos la satisfacción de que hemos mantenido esto ocho años, que dentro de los 28 de vida del garito, pues mira, ya es un porcentaje".

El Rock Palace era un lugar de parroquianos. Por su estudio de grabación han pasado Tomatito, Enrique Morente y su hija Estrella. En los locales de ensayo han sonado bandas como Capitán Entresijos, La Frontera, Los Toreros Muertos o Los Enemigos.

También se han hecho experimentos extraños, como mezclar los sonidos grabados de una autopsia para una exposición de fotografías de cadáveres. Porque Lobo, además de cantante, también es productor, ingeniero de sonido y doblador. "Eso fue super desagradable". Y ambos socios se echan a reír.

Juan sirve tres chupitos, porque hoy toca brindar por lo que fue y ya no será. Rock Palace hoy es la última víctima de un Madrid muy cambiante. Cerró la sala Excalibur en 2012; la Urbe del Kas, en 2016; la Hebe, en 2018; el Vkaos, hace pocos meses... Los bajos de Argüelles sobreviven con uñas y dientes, después de haber sido el lugar con mayor concentración de bares heavys de Europa.

La pregunta es la de siempre: ¿El rock ha muerto? Y un sonoro "¡no!", recorre la sala. "Nunca. El rock no muere, el rock se transforma". Lobo y Juan posan ante la cámara mientras suena una canción del grupo sueco Enforcer, una prueba irrefutable de que el rock vive. Vaya si vive.