D. L.
Publicada

Las claves

Quién no se ha levantado un domingo, ha llamado a algún amigo, o ligue —o lo que cada uno quiera—, se ha puesto unas zapatillas y el abrigo y se ha ido al Rastro de Madrid a darse un paseo. Seguramente, ningún madrileño, turista o recién llegado a la capital se ha podido resistir ante semejante plan. Porque pasar un domingo por la zona de Cascorro, Puerta de Toledo y Embajadores implica algo más que visitar algunos puestos.

Ir al Rastro es mucho más. Es tomarte un vermú antes de comer por la zona de La Latina; es comer en algún restaurante castizo (o no) de los muchos que se encuentran cerca de la zona de ventas; es ir a alguna de las cafeterías de la zona y pedirte una tarta; y es, sobre todo, charlar, ver a gente cercana y pasar un gran día.

Pero para que nada salga mal, es necesario seguir algunos consejos. Por eso, desde la tienda Doberman Madrid, en su cuenta de TikTok, han querido dar algunos consejos a los visitantes. “Que os veo muy perdidos”, bromea en su vídeo.

El primero de ellos es, quizás, de los más importantes. “Al Rastro se viene prontito. Si quieres pillar las gangas, hay que madrugar, eso es así. Además, te puedes tomar un café sin tener que pelearte con siete en la barra”, explica.

En segundo lugar, recomienda ir “con efectivo sacado de casa. Es superimportante. Aquí muchos puestos no tienen datáfono. Y aunque en Dobermán se puede pagar con tarjeta, os vais a ahorrar el marrón de tener que ir a un cajero a sacar pasta”.

El tercero, no menos importante: “La cartera siempre bien guardada. Aquí hay un ambientazo, pero también hay mucho listo, así que cartera al bolsillo delantero o riñonera bien cerrada”, prosigue.

Y, por último, “ubicad bien la zona en la que estáis. Tenéis zona de antigüedades, de accesorios, de ropa”, acaba en su explicación sobre El Rastro.

Recorrido histórico

Para los que estén todavía perdidos, qué decir. El Rastro es uno de los mercados al aire libres más antiguos de España, con una historia que se remonta al siglo XV. Concretamente, a 1496, en torno a un antiguo matadero ubicado cerca de la plaza de Cascorro.

Su nombre proviene, de hecho, del rastro de sangre que dejaban las reses al ser transportadas desde el matadero hasta las curtidurías cercanas, en una época donde el barrio tenía una imortante actividad relacionada con las pieles y la venta de productos de segunda mano.

Al principio, el Rastro era un mercado semi-clandestino para la venta de objetos usados, pero poco a poco fue creciendo su tamaño y su popularidad y, en el siglo XIX, ya tenía 3.500 puestos. Y hoy en día, tras casi 400 años de tradición, en sus puestos se pueden encontrar desde objetos de colección, antigüedades, ropa, libros y artesanía hasta artículos vintage.