Poco a poco, el municipio madrileño de Tres Cantos intenta recuperar la normalidad. Las últimas horas han sido devastadoras, mirando a la tragedia cara a cara. Y padeciendo la crueldad del espeluznante incendio que ha calcinado varias viviendas de la urbanización Soto de Viñuelas.
Allí reside desde hace más de cuatro décadas Cristóbal Ruiz, un vecino de 64 años que ha conseguido salvar su vivienda de milagro, una casa que "construyó" con su propio "sudor y esfuerzo" y que no iba a "abandonar" para que fuera pasto de las llamas.
Dentro de la desgracia, se podría decir que Cristóbal ha sido un afortunado, ya que tuvo la suerte que esquivó a la persona que ha fallecido en una finca cercana a su casa mientras intentaba salvar a unos caballos con los que trabaja día a día.
"Estaba solo en casa. Veía el fuego avanzar y pensaba que me iba a arrasar", cuenta Cristóbal a EL ESPAÑOL mientras, entre lágrimas, mira como todo se ha quemado a su alrededor. "No me iba a marchar sin luchar".
"Llevo más de 40 años aquí y no lo iba a dejar por una hora o dos. Lo iba a intentar aunque posiblemente me podía quedar ahí. Mi amigo ha fallecido porque le pasó lo mismo que a mí". Sin embargo, Cristóbal se armó de valor y consiguió salvar una casa que para él es como su "vida".
Horas después de la tragedia, y con el desolador incendio perimetrado, pero todavía no controlado al completo, este vecino de Soto de Viñuelas reflexiona entre lamentos sobre los momentos más angustiosos de su vida.
Él no ha perdido su casa, pero porque luchó de manera incansable y totalmente solo contra las llamas. Sin recibir ni un solo mensaje de alerta o de aviso de lo que estaba sucediendo a su alrededor. "Yo me enteré porque mi casa estaba llena de humo".
La lucha contra las llamas
"Yo llegué a casa de trabajar. Me duché y me tumbé un rato sobre las 19:30. Noté un pequeño olor a humo, pero pensé que sería cualquier incendio de por aquí". Así comenzó la tarde de Cristóbal, quien en ese momento todavía no era consciente de que iba a vivir un infierno al borde la muerte.
"No sabía qué hacer, si marcharme o quedarme. Me acosté y a eso de las 21:00 me desperté y la casa estaba llena de humo. Salí fuera y no se veía nada". Para entonces, este hombre de 64 años ya había comprendido que era tarde para huir y que solo quedaba permanecer y luchar contra el fuego.
"Llamé al vecino de al lado, pero estaba todo el mundo evacuado. Me hice fuerte en casa y me quedé aguantando ahí. Sabía que algo importante pasaba, pero no lo que era. No había noticias ni nada. A eso de las 22:00 horas vi las llamas delante de mi casa, pensaba que se iban a meter".
Durante todo ese tiempo, Cristóbal no recibió ni un solo aviso de alerta o de emergencia. Tampoco sabía nada sobre que los pocos vecinos que quedaban en la zona habían sido evacuados. Estaba solo, a merced de las llamas y de su propio espíritu de supervivencia.
Coches calcinados en el incendio de Tres Cantos (Madrid).
"Reclamo que por qué no se mandó una alerta. Dicen que fueron avisando casa a casa, pero a la mía no llamaron". Fue en ese momento, cuando se sintió solo ante el peligro, cuando intentó buscar las pocas herramientas que tenía a su alcance para hacer frente a la catástrofe.
"Cogí una bomba de agua y la metí en la piscina para refrescar todas las zonas de madera como el tejado. Donde iba saltando, iba echando y así conseguí salvar mi casa". Sin embargo, el momento más dramático llegó cuando tuvo que avisar a su hijo de la situación en la que estaba.
"Avisé a mi hijo Manuel y le dije que estaba la cosa muy mal. Pensaba que iba a perderlo todo. Me decía 'márchate ahora mismo, márchate', pero cómo me iba a ir si esta es mi vida. Él estaba de vacaciones y me llamaba cada cinco minutos".
Aun así, ni las suplicas de su hijo le hicieron dejar el barco. "Tenía claro que no iba a abandonar, es mi casa y se iba conmigo. Me iba a quedar hasta el final. Llevo viviendo aquí más de 40 años. Es una casa que la construí yo. Cualquier rincón está lleno de recuerdos".
Cristóbal se jugó la vida por salvar su casa. Pero no se arrepiente, ya que una corazonada le dijo que estaba haciendo lo correcto a pesar del riesgo: "Lo salvé todo, pero si me hubiera marchado, lo habría perdido. Los bomberos estaban enfrente echando agua. Varios amigos han perdido sus casas".
Y es que, dentro de lo malo, se podría decir que este vecino de Soto de Viñuelas tuvo suerte. Otros han perdido sus casas e incluso un hombre de 50 años, conocido de Cristóbal, perdió la vida. "Yo he pasado toda la noche en vela en mi casa. Refrescando todo. Estoy lleno de arañazos".
Sin aviso del desastre
Tras superarse lo peor de la tragedia, Cristóbal ha podido regresar a la zona para caminar entre las nubes de polvo, hundiendo sus pies en el palmo de ceniza que descansa sobre el suelo y escuchando cómo el fuerte viento rompe las ramas de los pocos árboles que, aunque débiles, todavía siguen en pie.
Con la voz rota y algo de rabia contenida, clama por una situación que se podría haberse gestionado de otra manera, como tantas otras catástrofes recientes en nuestro país. "Cuando vi que todo estaba más o menos seguro, pude irme al trabajo".
"He vuelto para dar un rodeo a ver cómo estaba todo. Yo esta zona la conozco desde que no era nada. Y estoy paseando y recordando. Me da mucha pena". Así lo cuenta Cristóbal, quien confiesa que ya quedan pocos vecinos de su edad en esta zona porque muchos han vendido sus casas.
Con el recuerdo del peligro aún reciente, continúa sin dar crédito a todo lo que ha vivido: "Cuando me marchaba con el coche los de la UME me preguntaron de dónde salía, que estaban todos evacuados. Y yo les dije que nadie había venido a avisarme.
Un camión de bomberos acude a toda prisa a apagar las llamas del incendio de Tres Cantos.
"No tenía ni un mensaje en el móvil de emergencia ni de evacuación. Tanto protestar que hay incendios o inundaciones. Con el agua de la Dana no hubo alertas y con el fuego tampoco. Para qué tenemos los teléfonos. Qué costaba mandar una alarma de evacuación a la gente de Soto".
"Si estoy dormido y lo oigo, me despierto y me voy. Y no me encuentro la casa llena de humo y solo. Porque ahí a ver qué haces. Hace nada que hemos tenido la Dana y volvemos a lo mismo. ¿Qué necesitamos que pase? Tiene que haber responsables".
Aunque Cristóbal recalca que este no es un mensaje político, exige que este tipo de situaciones no queden en vano ya que no se pueden repetir. "Que se haya perdido una vida y que muchas hayan estado en peligro es vergonzoso".
"Me da igual el gobierno, soy apolítico, miro por los ciudadanos y esto lo necesitan lo ciudadanos. Es intolerable que pasen estas cosas. Si hay que evacuar se hace y si es pequeño, no pasa nada. Pero no nos echamos a llorar ni a lamentar muertes. No pasa nada por irse de casa unas horas".
Cristóbal ha vivido unas últimas horas que sin duda recordará para siempre. Pero por suerte para él, para su hijo Manuel y para toda su familia, consiguió salvarse para poder cumplir con su sueño: "Ahora que me voy a jubilar es cuando voy a empezar a disfrutar de mi casa".
