De ocho camareros a uno sólo debido a la drástica falta de clientela, una caída estrepitosa de las ventas al quedar el negocio prácticamente incomunicado, cortes imprevistos de agua que imposibilitan al peluquero del barrio enjuagar el tinte de sus clientes...
Estas y muchas otras dificultades hacen que las peluquerías, bares, restaurantes, tiendas de ropa, fruterías y demás comercios de barrio de la plaza de Conde de Casal se cuestionen con angustia cómo van a sobrevivir hasta noviembre de 2027, cuando está previsto que finalicen las obras de la Línea 11 de Metro y la construcción del intercambiador.
Como cada mes de agosto, Madrid entera está en obras; pero tal vez este verano las molestias sean mayores al encontrarse estas en lugares clave de la ciudad. Uno de ellos es Conde de Casal. Hasta que llegaron los obreros, era el punto de encuentro de autobuses urbanos e interurbanos procedentes de otros municipios, como Rivas Vaciamadrid, Arganda del Rey, Perales de Tajuña o Villarejo de Salvanés, y de muchos pasajeros, por la proximidad de la Autovía de Valencia (A-3).
Los carteles informativos de las obras en el Metro.
Las reformas para conectar la L11 y L6 de Metro en esta plaza comenzaron en agosto de 2023, pero la construcción más visible y las grandes afecciones al tráfico comenzaron en 2024 y, especialmente, el 17 de febrero de 2025.
En cambio, desde hace una semana, la situación se ha vuelto insostenible para los negocios de Avenida del Mediterráneo, al haber cortado el acceso lateral de la A-3. Desde que se produjo este corte el pasado 28 de julio, los comercios han quedado encajonados entre los muros rojos y blancos, y sus calles están prácticamente desiertas.
Joaquina, propietaria de la Cafetería Gran Café, afectado por las obras.
Ahora, Joaquina, propietaria de la Cafetería Gran Café desde hace 12 años, sólo sirve desayunos a los obreros, porque los transeúntes han desaparecido. Este mes no han cubierto ni los gastos y ha tenido que despedir a todos sus empleados: "Antes tenía siete camareros. Desde las obras estoy yo sola. A ver si aguanto".
Señala que la obra la tiene "encima" y lamenta la falta de ayudas: "No sé cómo vamos a salir. No han pensado en nosotros para nada". Sus ventas han caído un 80% desde el inicio de los trabajos en febrero, y el cierre de la boca de Metro la ha "matado de todo".
La hostelera no puede permitirse cerrar, pues eso le supondría un gasto. Aun así, ha puesto el local en traspaso a un precio muy bajo, aunque espera resistir y que para 2027, cuando concluyan las obras, la situación mejore: "Va a ser buenísimo, pero no sé si aguantaré".
Apenas a 10 metros de la boca de Metro cortada, se encuentra el único kiosco en la calle Doctor Esquerdo. Simón y su hijo llevan sufriendo las obras desde 2023, cuando comenzaron a "incomunicar" su negocio con el levantamiento de aceras, que también le han causado daños materiales en sus instalaciones.
Simón en su kiosco con las obras al fondo.
Simón señala que han "matado al comercio de esta zona" y critica que las ayudas ofrecidas no les corresponden por no estar justo en la zona de obras. Además, lamenta que no se hayan molestado en crear un acceso directo para cruzar la carretera de Valencia para que puedan circular los vecinos por su propio barrio.
"Las cosas se pueden hacer bien hablando con todas las partes... Es un barrio de gente mayor. Tienen con su carro y bastón que dar una gran vuelta. A algunos clientes les llevo el periódico a casa y no les cobro", informa el kiosquero.
La otra parte de su clientela, era de los municipios cercanos a la capital, cuyo bus tenía su parada en la plaza. Alberto, antiguo cliente de Rivas, pasa con menos frecuencia de la que le gustaría por el kiosco por las grandes dificultades. "En Rivas no hay kioscos, pero ahora el bus me deja en Méndez Álvaro. Lo tengo más difícil para venir", cuenta.
A su vez, los comercios afectados también tienen que lidiar con el ruido, la suciedad, los cortes de agua y otras averías que pueden conllevar una reforma. En la peluquería de Gastón, en Avenida del Mediterráneo, se enfrentan a la dificultad diaria de los cortes imprevistos de agua.
Por Avenida del Mediterráneo la mayoría de los transeúntes son obreros.
El peluquero recuerda que el lunes le cortaron el agua mientras tenía clientes con el tinte puesto. "En junio fueron seis cortes. Nadie avisa. Se han olvidado de que alrededor de ellos hay gente que sigue viviendo y que necesita seguir trabajando".
Asegura que está en tensión constante porque cada día las obras le afectan de alguna manera. "El otro día el suelo de la peluquería temblaba. La gente tenía miedo".
Asimismo, se pregunta qué costaría hacer un paso cercano para que la gente pueda circular con seguridad. Su clientela que ha quedado al otro lado de la obra tiene que hacerse 800 metros bordeando la plaza, en vez de los 100 que los separaban por un paso de peatones.
Los afectados se cuentan por decenas. La tienda de moda Amore, en la esquina entre Doctor Esquerdo y Avenida del Mediterráneo, ha quedado encajonada. Desde hace una semana está blindada por dos grandes muros de obra que obstaculizan ver al completo su escaparate. "Antes se veía poco tránsito de gente y ahora que nos han puesto esto, todavía menos", cuenta una de sus empleadas.
La tienda de moda Amore ha quedado encajonada por las obras.
El comercio contiguo es un local de la cadena Rodilla. A la pregunta de si reciben menos clientela, sólo tienen que señalar su comedor: está vacío. "La gente se queja de cuánto cuesta llegar", explica un camarero tras la barra.
Aunque hay excepciones. El centro de estética Armírax lleva 26 años en Doctor Esquerdo. Trabaja con cita previa, por lo que no les han perjudicado las obras. "Los vecinos están acostumbrados a las obras y más en verano, pero sí es verdad que llegan quejándose de que este año es la hecatombe por todas las obras que hay", asegura su recepcionista.
Terrazas del barrio prácticamente vacías.
Los comercios del barrio de Conde de Casal afectados por las obras de la L11 resisten como pueden este mes de agosto. Muchos de ellos pronto bajarán la persiana para intentar olvidar este problema durante sus vacaciones y miran a septiembre con la esperanza de que las ventas remonten.
