Supongo que si los dirigentes europeos insisten en que no va a haber recesión será para tranquilizar a la gente. Porque si lo dicen porque se lo creen, entonces sí que hay que empezar a preocuparse.

Ya me pareció preocupante la inocencia que les llevó a pensar que retirar del mercado al mayor productor del mundo de materias primas y gas -segundo de petróleo- no afectaría en exceso a la inflación.

También resultó de lo más inocente pensar que Rusia no acabaría vendiendo su producción por otro lado -a China, India y resto de países que no aplican sanciones-. Y que mucho de ese petróleo acabaría llegando a occidente, sólo que mucho más caro al tener que pasar por decenas de intermediarios para sortear las sanciones. Y lo mismo se puede decir del resto de materias primas.

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También es preocupante que no conozcan la definición de estupidez de Einstein -“repetir obsesivamente algo esperando resultados distintos”- y planeen ponerle un tope al precio del petróleo ruso. Aparte de ser difícil, puede tener efectos secundarios indeseados, como que Putin responda cortando definitivamente el gas a Europa.

Como inversores debemos de ser conscientes de que el político que la sigue, la consigue (la recesión). Ya lo dijo Biden el otro día en Madrid. Le preguntaron cuánto tiempo tendrían que pagar los conductores occidentales la gasolina a precio de oro y respondió “todo el que haga falta”.

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Ese “as much as it takes” -en inglés- de Biden dispara las probabilidades de que Europa entre en recesión. La economía estadounidense está más fuerte y depende mucho menos de la energía o las materias primas rusas, pero ese no es el caso de Europa y el tercer mundo.

Todo esto tiene consecuencias desde el punto de vista inversor, hasta el punto de que, si las cosas siguen así, vamos hacia un cambio de escenario importante. Curiosamente, desde el punto de vista de la economía financiera no todas esas consecuencias son malas.

Inflación

En primer lugar, el mercado ya da por descontada la inflación galopante. Y lo que está descontado en la mente de los inversores, también está descontado en los precios. Así, quienes hemos recomendado aprovechar el resurgir de la inflación para ganar dinero con productos, activos, sectores y países que se benefician del incremento, ahora tendremos que ir plegando velas -y desplegando otras-.

En el nuevo entorno, el miedo no es a la inflación: el miedo es a la recesión. Irónicamente, la recesión podría ser el percutor de una reacción en cadena que podría ser positiva para las bolsas.

Si los políticos -por cuestiones políticas- y los bancos centrales -por luchar contra la inflación- "consiguen" que la economía acabe en recesión, conseguirán que se enfríe -o incluso congele- el consumo y la inversión. Eso, tarde o temprano, provocará una bajada de la inflación, que permitirá a los banqueros centrales levantar el pie del freno.

No hay beneficio sin sacrificio. El daño a la economía real podría llevar a una moderación en la inflación y conviene recordar que las bolsas han caído precisamente por temor a la inflación y a su consecuencia directa, la política monetaria restrictiva.

Lagarde pasará a la historia como la banquera central más afortunada que ha existido

La mayor beneficiaria de todo esto va a ser la señora Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), que pasará a la historia como la banquera central más afortunada que ha existido.

Cuando se encontraba en una situación terriblemente complicada, ya que si subía tipos podía echar leña al fuego de la recesión y si no lo hacía lo echaría al de la inflación, gracias a las decisiones políticas que nos llevan a una recesión se va a ahorrar tener que subir en exceso los tipos de interés. Otros ya le han hecho el trabajo sucio.

Deuda

Queda el problema de la fragmentación, es decir, el día en el que los inversores se acuerden de que en Europa hay mucha más deuda que cuando la crisis del euro y que la diferencia crediticia entre el norte y el sur no solo no ha disminuido, sino que ha aumentado.

Pero, vista la suerte que tiene la señora Lagarde, probablemente ocurra algo que solucione el problema sin que ella tenga que hacer nada. Algún tipo de lotería vaya. O simplemente seguirá comprando bonos del sur de Europa, porque, miren si tendrá suerte, que ni siquiera los alemanes protestan porque adormezca las primas de riesgo. Así que ¿de qué preocuparse?

***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.