El próximo 21 de diciembre, el selectivo S&P 500 añadirá finalmente a Tesla, el fabricante de vehículos eléctricos, que se convertirá inmediatamente en una de las 10 compañías más valiosas del índice.

El comité que regula qué compañías componen este indicador del mercado sigue un proceso enormemente riguroso a la hora de elegirlas, tratando de mantenerlo balanceado para que resulte representativo: para evitar tendencias especulativas, únicamente admite a empresas que han sido capaces de mantener un mínimo de cuatro trimestres de beneficios, un hito que Tesla superó ya el trimestre anterior.

Para todos esos escépticos que afirmaban que la compañía no paraba de perder dinero y terminaría cerrando, no parece una mala lección. 

Para la compañía, la incorporación al índice tiene un efecto brutal: más de 11,2 billones de dólares en activos financieros están vinculados a la composición del S&P 500, de los cuales 4,6 billones son fondos indexados. De la noche a la mañana, todos esos inversores que mantienen su dinero en ese tipo de fondos van a pasar a ser accionistas de de compañía, que verá la demanda de sus acciones sensiblemente incrementada. 

¿Qué supone que el índice S&P 500 incorpore a una compañía como Tesla? En primer lugar, la normalización de una obviedad: las empresas que forman parte de una economía concienciada con la descarbonización y la importancia de la sostenibilidad están siendo capaces, cada vez más, de hacer propuestas de valor atractivas, que seducen a un creciente número de usuarios, y que logran situarse de manera prominente en el tejido económico de nuestra sociedad.

Tesla fue la primera marca que consiguió hacer del vehículo eléctrico algo deseable, bonito, potente y con una experiencia de conducción muy superior en prestaciones que la de cualquier vehículo con motor de explosión.

Tesla fue la primera marca que consiguió hacer del vehículo eléctrico algo deseable, bonito, potente

¿Te gusta conducir? Pues disfrutarás infinitamente más con uno de sus vehículos, que entrega toda la potencia del motor de manera inmediata cuando pisas el acelerador, que con el típico automóvil de gasolina, por potente que sea. 

Pero además, no hablamos únicamente de una marca de automóviles, sino de una que te puede vender desde una batería para tu casa o una para usos industriales, a un techo solar, una recarga en su red de supercargadores… su creador, Elon Musk, ha construido una empresa aeroespacial que gana en resultados a todos los históricos proveedores de la NASA, y que además, ha aprovechado esos cohetes para poner en órbita una enorme red de satélites con costes sensiblemente más baratos de los que podían obtenerse anteriormente, y que dentro de poco darán servicios como acceso a internet o GPS.

Y además, otra empresa para crear túneles bajo las ciudades, y otra para trenes de alta velocidad que circulan sobre levitación magnética y al vacío. Como curriculum, no está nada mal.

Pero más allá de Tesla y de la genialidad de Elon Musk, la entrada de su compañía en el S&P 500 predice algo mucho más importante: que a partir de ahora, la inmensa mayoría de las sorpresas que nos encontremos en términos de crecimiento y de inversión van a venir del lado de lo verde y lo sostenible.

Terminada la negra etapa de Donald Trump en la Casa Blanca (y lo de "negra" viene no solo por su profunda negatividad, sino también por su obsesión por energías contaminantes como el petróleo y el carbón, y por su irracional negacionismo con respecto a la emergencia climática), Joe Biden viene con un paquete de medidas bajo el brazo.

Entre ellas, se incluyen inversiones de más de 1,7 billones de dólares destinadas a cuestiones que van desde la aceleración de la penetración de los vehículos eléctricos vía subsidios a su adquisición, a la retirada de vehículos de combustibles fósiles antiguos, la construcción de infraestructuras de recarga, el aislamiento de viviendas, la instalación de techos solares, captura de dióxido de carbono atmosférico, y una fuerte modernización del tejido de generación de energía del país para incrementar drásticamente el porcentaje de solar y eólica. Con estos planes, la administración Biden espera, además, generar más de 10 millones de empleos. 

No, la entrada de Tesla en el S&P 500 no es para nada casual. Refleja la llegada de una economía nueva fuertemente basada en la sostenibilidad, que se convertirá no solo en la favorita de los consumidores, sino también en la protagonista absoluta de los proyectos de inversión. Algo, además, absolutamente imprescindible si queremos tener un futuro en este planeta. 

Quien no se dé cuenta de la magnitud de ese cambio, de la necesidad de llevarlo a cabo o de la oportunidad que representa, tendrá problemas.