Algunos bancos todavía envían cartas por correo postal. El cliente recibe en el sobre una tarjeta que no había solicitado, pero que empieza a utilizar. ¿El problema? Se trata de una tarjeta revolving y su uso continuado se convierte en una gran deuda.

El desconocimiento sobre el funcionamiento de la tarjeta que reciben es aprovechado por los bancos que llevan a cabo estas operaciones para cobrar elevados intereses. Estos presuponen que el usuario ha aceptado las condiciones de la tarjeta en el momento en el que este la utiliza por primera vez. 

Sin embargo, se trata de una operación comercial que es posible reclamar, según informa el portal reclamador.es, sobre todo después de que el Supremo declarara 'usurario' el tipo de interés aplicado a algunas de estas tarjetas. Lo cierto es que las revolving puede presentarse de maneras muy distintas: en un centro comercial, en una gasolinera, en una tienda de ropa... Se presentan como un producto muy generoso para el usuario porque permite disponer de una amplia cantidad de dinero sin comisiones de renovación ni mantenimiento y, la pieza clave, con cuotas muy bajas.

El riesgo de las revolving

El problema llega al bolsillo del consumidor provocado por los intereses generados y los gastos derivados de su uso. Además, si "la cuota no cubre la totalidad de los intereses devengados en el periodo, estos incrementarían la deuda pendiente", recuerdan desde reclamador.es.

Almudena Vázquez, co-directora legal de la firma, analiza cuál es el planteamiento legal de estas tarjetas: "Bajo esa aparente facilidad se oculta una tarjeta revolving y pese a que la TAE sea inferior al 20%, que ha sido el umbral declarado por el Tribunal Supremo para considerarla usuraria, eso no quiere decir que no nos veamos encadenados a un crédito que no hace más que subir en coste y en tiempo para cancelarla".

Sucede que el cliente recibe una tarjeta de este tipo en el buzón de su casa y no sabe si se trata de la sustituya de una que está a punto de caducar, una con nuevas prestaciones o una revolving.

Es decir, algunos bancos se aprovechan de que alguna de las tarjetas del cliente está a punto de caducar para ofrecer una con unas características distintas. 

Evitar el 'cambiazo'

En primer lugar, desde el portal de reclamaciones online recomiendan no empezar a operar con la tarjeta si no se sabe por qué se ha recibido en el domicilio. En este sentido, aconsejan ponerse en contacto con la entidad para preguntar.

"Cuando la tarjeta no responde a la renovación de una anterior que ya tuviéramos contratada debemos desconfiar si nos la envían bajo supuestas ventajas como “pagar cómodamente” una cantidad fija cada mes, o un porcentaje", explica Vázquez. 

No conocer las condiciones de la tarjeta puede suponer una deuda de varias cifras.

También es conveniente leer detenidamente el documento que el banco envía junto con la tarjeta. No obstante, enterarse de forma correcta a veces es complicado porque las condiciones impresas que se adjuntan "con letra minúscula y terminología complicada".

A esto se suma que el banco no suele enviar un cuadro de amortización de pagos, para que el consumidor se haga cargo de los gastos y cuotas que asume con el uso de la tarjeta. 

El proceso de reclamación

Aunque es posible negociar con el banco, desde el portal recuerdan que esto no es incompatible con tomar medidas legales sobre las cantidades pagadas de más. En este caso, el cliente puede reclamar la devolución por la vía judicial a partir de la sentencia de marzo del Tribunal Supremo. 

A partir de entonces se ha dictaminado que los intereses, que se llegan a situar por encima del 20%, se consideran como usura, lo que abre la puerta a la reclamación. 

Fachada de la sede del Tribunal Supremo.

Las estimaciones llevadas a cabo por reclamador.es cifran en más de 2.000 euros de media la cantidad que pueden llegar a recuperar los clientes afectados. En el caso de situaciones de este tipo que se mantienen en el tiempo, la cuantía puede ascender hasta los 10.000 euros. 

Por otro lado, el Banco de España remarca la normativa según la cual las entidades deben abstenerse de "enviar instrumentos de pago que no hubieran sido solicitados, salvo en caso de que debiera sustituirse un instrumento de pago ya entregado al usuario de servicios de pago".

En cualquier caso, para evitar un potencia agujero en el bolsillo, la primera medida de prevención consiste en no utilizar ninguna tarjeta que no se haya solicitado previamente o sobre la que se desconozcan las características. 

Noticias relacionadas