Endesa ha logrado un beneficio ordinario neto de 2.132 millones, un 36% más que en 2019. El beneficio neto atribuido a la sociedad, que tiene en cuenta los impactos extraordinarios del ejercicio, se sitúa en 1.394 millones incluyendo un deterioro de los activos de generación en los territorios no peninsulares de 253 millones.

En 2019 esta magnitud se situó en 171 millones tras verse fuertemente influenciada por la provisión para acometer el cierre del negocio de generación con carbón (1.105 millones) y otro relacionado igualmente con la generación no peninsular (304 millones). Por su parte, el Ebitda registró un repunte del 5% respecto al año anterior, situándose en los 4.000 millones de euros en términos comparables. En cifras, Endesa ha asumido un impacto de 120 millones en su ebitda como consecuencia del Covid-19.

"Hemos logrado un sólido comportamiento operativo y financiero en un ejercicio que ha estado lleno de desafíos a todos los niveles derivados del impacto de la pandemia. Mantenemos nuestra senda de descarbonización, digitalización y de impulso a la electrificación sobre la base de unos sólidos resultados que nos van a permitir, además, distribuir un dividendo realmente sobresaliente en la actual coyuntura", señala sobre los resultados el consejero delegado de Endesa, José Bogas. 

Reparto de dividendo

Esta cifra es la base para el reparto del dividendo, que superará las previsiones anunciadas al mercado al elevarse hasta los 2,014 euros por acción, y que supone un 37% más que el año anterior. Con ello, la rentabilidad por dividendo de Endesa se situará en aproximadamente el 9% calculado sobre la cotización a 31 de diciembre. Endesa repartirá el 100% de su beneficio ordinario neto de 2020 entre sus accionistas.

Desde 2021 emprenderá una nueva senda de progresiva reducción del payout desde el 80% para el presente ejercicio, hasta el 70% anunciado para 2022 y 2023 para adecuar el relevante incremento de la inversión prevista para los próximos años: 7.900 millones entre 2021 y 2023, y 25.000 millones hasta el año 2030.

Proceso de descarbonización

La compañía se encuentra inmersa en el proceso de descarbonización, que tiene por objetivo lograr una producción menos nociva para el medioambiente. A lo largo del pasado año, se ejecutaron los cierres de las plantas de carbón peninsular en Compositlla II y Teruel, con el objetivo puesto en 2027, año en el que se dará por finalizada la actividad con carbón. Además, el año se cerró con un 85% de la generación peninsular sin este tipo de emisiones, meta prevista inicialmente para 2022.

En paralelo, el volumen de potencia instalada en fuentes renovables creció en 400 MW, hasta cerrar el año en 7.80 0MW. Gracias a este aumento de la potencia limpia, unido al retroceso de la capacidad instalada de carbón, la producción eléctrica de Endesa en la Península Ibérica libre de emisiones de CO2 estuvo en un 85%. La producción de electricidad de fuentes renovables se incrementó un 33%, hasta 13,4 teravatios/hora.

En su hoja de ruta de inversiones para hasta 2023, Endesa tiene una cartera de proyectos de 6.700 MW de potencia renovable con punto de acceso y conexión a la red a cierre del año. Esta potencia permite cubrir holgadamente el aumento de parques renovables de hasta 3.900 MW incluido en el plan estratégico para el próximo trienio. Adicionalmente, la empresa se ha adjudicado 50 MW fotovoltaicos en la subasta lanzada por el Gobierno el pasado mes de enero. En total, el volumen de proyectos renovables que Endesa tiene en cartera asciende a 42.000 MW.

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