El brexit ha llegado. A pesar de que en algunos momentos llegó a dar la impresión de que el divorcio del Reino Unido con la Unión Europea no se produciría, el impulso al proceso concedido por Boris Johnson y su ratificación como primer ministro en últimas elecciones británicas, ha terminado de cerrar la separación que se consolidará en 11 meses.

Aunque los flecos de la separación se tienen que cerrar y se desconoce qué relación comercial tendrá el reino anglosajón con los países miembro de la UE, el perjuicio económico será a transversal a todos, incluida España, que va a ver reducidas sus exportaciones a las islas británicas y recortado drásticamente su flujo de turistas anglosajones.

Según los cálculos del Consejo General del Economistas, el brexit reducirá un 0,5% el PIB español si se hace en forma ordenada. Sin embargo, esta cifra crecerá hasta el 0,9% de PIB si el proceso es desordenado, es decir, sin acuerdos comerciales bilaterales intermedios entre Reino Unido y España.

Y es que cabe recordar que, durante 2019, Reino Unido fue el quinto país que más exportaciones recibió de España, sumando un total de más de 18.413 millones. De hecho, las compras inglesas a lo largo del año pasado aumentaron un 6,1% respecto a 2018. 

Turismo clave

El impacto va a ser especialmente duro en las comunidades autónomas que más dependen del turismo. No en vano, Reino Unido constituye el primer mercado emisor a nuestro país, con un 23% de entradas de turistas y volumen de gasto.

Según fuentes del ámbito de la economía, el impacto en regiones como Canarias, muy dependientes de los visitantes británicos como parte del motor de su economía, va a ser todavía mayor. El perjuicio en la economía regional puede llevar a una caída de más de un punto de PIB.

En el campo del comercio, las exportaciones de vehículos de motor y de productos agrícolas van a ser las más perjudicadas, si bien depende de las características específicas de las empresas. A más tamaño, menos impacto negativo.

¿Quién pierde más?

Sin embargo, las pérdidas españolas van a estar por debajo del perjuicio conjunto que va a sufrir el Reino Unido por el divorcio. Las promesas de bienestar económico y social que en 2016, durante la campaña del referéndum del brexit, que hicieron el propio Johnson y Nigel Farage (fundador del partido del brexit) no han podido estar más lejos de la realidad.

Así lo indica el estudio del Peterson Institute for International Economics (PIIE), que tiene el inequívoco título de Brexit: Everyone Loses, but Britain Loses the Most; en castellano, Brexit: todo el mundo pierde, pero Reino Unido el que más, y que cuenta entre sus autoras con la española María C. Latorre, vicedecana de la Universidad Complutense de Madrid.

El ensayo analiza el impacto del divorcio en Reino Unido y en los 27 países de la UE, tanto en el caso de que la separación sea dura, como finalmente ha sido, como blanda. En todos los marcos e indicadores los ingleses salen perdiendo.

Reducción de PIB

A falta de conocer los acuerdos que se puedan dar durante el periodo de transición (los ingleses aspirar a paliar lo máximo posible las pérdidas), el PIB británico caería en 2020 un 1,23%, mientras que el europeo se quedará en una contracción del 0,16% si el divorcio registra suficientes acuerdos comerciales.

Sin embargo, si el brexit es duro, la catástrofe se asomaría a las finanzas inglesas. La pérdida de PIB sería del 2,53%, mientras que el impacto en la UE se quedaría en el 0,35%.

El impacto en el resto de los indicadores macroeconómicos sería en las mismas proporciones, tanto en las exportaciones como en las importaciones y la demanda privada. Y los salarios no se librarían de la sangría: aunque los sueldos europeos se reducirían un 0,39%, los británicos caerían casi un 3%.

Factura de salida

Además cabe recordar que el Reino Unido pagará una importante factura de salida por cuestiones como la parte que le corresponde de partidas como las pensiones de jubilación de funcionarios europeos, incluyendo ciudadanos británicos, u otros proyectos a los que se había comprometido.

Todavía no se han confirmado las cantidades que Londres tendrá que abonar a la Comisión Europea, pero las estimaciones apuntan a que superarán los 50.000 millones de euros. Más tensión para un periodo de transición en el que se tiene negociar y cerrar una relación comercial.