Si los inversores de Berkeley Energía usasen una máquina del tiempo para retroceder exactamente un año, apenas notarían la diferencia. Los precios de sus acciones son los mismos que entonces. Como entonces, coinciden con sus mínimos anuales. Y, como entonces, siguen esperando novedades sobre su proyecto estrella para establecer una mina de uranio en Salamanca.

Los analistas consultados explican que este efecto ‘déjà vu’ es habitual en los valores de perfil más especulativo debido a sus frecuentes bandazos de precio y la recurrencia de rumores sobre el futuro de su negocio. Sin embargo, en el caso de Berkeley lo que llama la atención es la coincidencia en el calendario justo cuando el año se acerca a sus últimos compases.

Berkeley Energía acaba de deslizarse por debajo de los 0,14 euros por acción, lo que supone igualar los precios que marcaba hace exactamente un año. Entonces, esta cotización suponía un descenso del 72% frente a los 0,474 euros a los que había comenzado su andadura en la bolsa española el 18 de julio. Ahora, este mismo precio supondría acabar el año en tablas, pero un castigo del 62% si se toman como punto de partida los máximos anuales de finales del pasado enero.

En aquel momento, cuando las acciones de Berkeley Energía llegaron a marcar 0,348 euros en la Bolsa de Madrid, se daba por hecho que la australiana conseguiría los permisos necesarios para llevar a cabo su proyecto minero en Salamanca. Ahora, el acento sostenible del posible gobierno de coalición PSOE - Podemos y varios reveses judiciales en la línea de los encajados hace un año ponen en entredicho que la cotizada pueda llegar a revolver en los suelos de Retortillo y sus municipios limítrofes.

En este sentido, la Junta de Castilla y León ha comunicado hace escasos días al Ayuntamiento de Villavieja de Yeltes la cancelación de uno de los permisos que se le habían otorgado a Berkeley para la inspección de los terrenos de la zona, como recoge el portal local ‘Salamanca al día’.

La autorización para estos trabajos primarios de investigación se solicitó el 5 de diciembre del año pasado, pero la administración regional ha determinado ahora que la cotizada estaba fraccionando sus proyectos para “con el objetivo de evitar la evaluación de impacto ambiental ordinaria” que resultaría de la suma de la magnitud de todos los estudios solicitados para la zona afectada.

Esta decisión echa por tierra el trabajo desplegado por la compañía hasta la fecha y presagia unos costes mayores que los que hasta ahora podría haber contemplado la compañía en su hoja de ruta salmantina. Y, por si estas amenazas al proyecto fueran pocas, un factor más cuantificable ha ayudado también a provocar un nuevo goteo de posiciones inversoras en Berkeley.

CAEN LOS VOLÚMENES

La compañía minera ha notificado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) la emisión de 130.000 acciones ordinarias para su entrega a “un consultor de la compañía”, sin especificar más sobre su destino. Una operación que recuerda a otras similares que se habrían saldado con paso por caja y sin más notificación al supervisor. Hace un año, se informó al organismo que preside Sebastián Albella de que se habían emitido derechos sobre 400.000 acciones del grupo ligados al programa de rendimiento de “empleados clave y consultores”.

Este es el contexto en el que, además, la negociación de las acciones de Berkeley ha caído con fuerza. En la última semana, el día de mayor actividad para la minera en las bolsas españolas ha supuesto el cambio de manos de 290.000 títulos. Una cota que se queda muy por debajo de los 3,6 millones de acciones que marca su media diaria del último año. En estas mismas fechas del 2018, el frenazo también se produjo, con un registro máximo de 1,1 millones de títulos negociados.

Aunque el viaje en el tiempo tiene origen y destino muy similares entre sí, entre un punto y otro son muchos los inversores que sí han podido hallar su particular uranio al apostar por Berkeley. No solo con posiciones cortas desde los máximos de principios de año, sino con posiciones largas especulativas. Estos se habrían beneficiado, por ejemplo, del rebote que en la primera quincena del pasado enero triplicó el precio de sus acciones. Un movimiento sin justificación de fondo muy similar al que en agosto del año pasado hizo saltar las alarmas de la propia CNMV. De ‘déjà vu’ en ‘déjà vu’.

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