Lo reconozco. Soy una adicta a las compras. Me encanta eso de irme a la ‘milla de oro’ de Madrid a mirar tiendas. Una vez que me he puesto los dientes largos en Loewe, Prada y compañía, me marcho al Zara de Goya a comprar mis modelitos. ¿Qué te piensas? Mis clientes pagan mal, y eso que muchos son de grandes empresas.

En realidad lo que me gusta es la experiencia de compra. Me encanta poder ir a la tienda, hablar con la dependienta, probarme la ropa en el probador… No entiendo a quienes se compran la ropa en Internet. Bueno, ni la ropa, ni nada. A mí que me atiendan en una tienda y con una persona delante. Déjate de inventos de tiendas online ni tonterías.

Asumo que es una explicación un tanto arcaica en pleno siglo XXI, y que generó una reacción atónita en mi interlocutor. Un trajeado hombre de negocios que se dedica al tema inmobiliario. Venía, precisamente, a hablarme de su preocupación por una gran plataforma online que se está convirtiendo en protagonista del mercado: Amazon.

Un completo plan de aperturas

Resulta que tiene previsto abrir un centro logístico de 100.000 metros cuadrados en Illescas, en Toledo. El más grande. Pero luego también otros dos algo más pequeños en Getafe y Paterna (Valencia) que se sumarán a los que ya tiene en San Fernando de Henares, en Madrid y Castellbisbal en Barcelona. Todo ello unido a los dos centros logísticos que maneja en  Madrid y Barcelona para las entregas ultrarrápidas.

A mi cliente le preocupa la expansión del gigante de Internet. Según sus cuentas, y las del sector, tiene previsto abrir en los próximos meses cerca de 300.000 metros cuadrados. Buena parte de ellos en tiendas destinadas para lo que se denomina la ‘última milla’. Pequeños locales con una profundidad de 60 u 80 metros cuadrados donde la mercancía transita, pero no se almacena.

“Es una locura, no hay tantos locales así. Así que los inversores y los promotores tendrán que replantearse el concepto”, destaca. Sobre todo, porque es la tendencia.

Una gran idea

Su pregunta -y para eso quiere contratarme- está en saber si él puede jugar un papel esencial en todo eso. Representa los intereses de algunos centros comerciales que, pese a la recuperación, todavía tienen muchos locales vacíos.

“Nosotros estamos cerca de las ciudades, tenemos una gran afluencia de gente, y tenemos el espacio”, me explica. “Creo que somos un partner ideal para las compañías de distribución”. Y ahí engloba a todas, no sólo a Amazon.

Razón no le falta. Y a ellos les vendría de perlas. Si eres capaz de tener un centro donde -además de servir de punto de reparto- puedas servir de punto de recogida para quienes prefieran evitar la entrega en casa, podrás atraer público hasta tu establecimiento. No creo que eso de los buzones en los portales vaya a ser la solución para los grandes paquetes.

Le doy mis bendiciones a la idea, aunque antes le pregunto cómo se le ocurrió intentar esa jugada.

“Los centros comerciales por definición somos inmovilistas, pero si no nos actualizamos, moriremos. Así que nosotros tenemos que evolucionar, igual que Amazon está convergiendo hacia lo físico porque la última milla debe ser carísima”, me explica.

En parte lleva razón. Todavía tengo mis dudas de si hay alguna empresa a la que le salga rentable el envío por Internet. Sea en una semana, dos días o en dos horas. Que le pregunten a Mercadona. A todo esto, ¿tendría cabida un AmazonGo en España?

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