Bruselas

"Hemos hablado de inflación, inflación e inflación", ha desvelado Christine Lagarde. La presidenta del Banco Central Europeo (BCE) ha admitido por primera vez este jueves que el crecimiento pospandemia pierde impulso y que la escalada de precios podría ser más duradera de lo esperado. Un diagnóstico mucho más pesimista que en sus anteriores comparecencias

Pese a este marcado empeoramiento de las perspectivas económicas y de inflación, el Consejo de Gobierno del BCE ha decidido mantener sin cambios su arsenal de estímulos monetarios. La de este jueves ha sido una reunión de transición, ya que las decisiones importantes sobre el futuro de los programas de deuda pública se aplazan al próximo encuentro del 16 de diciembre

Eso sí, Lagarde ha confirmado que el programa de emergencia contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés) concluirá al final de marzo de 2022, tal y como estaba previsto. El PEPP se puso en marcha en marzo de 2020, en plena fase inicial del confinamiento, y se ha ampliado en dos ocasiones hasta alcanzar una potencia de fuego total de 1,85 billones de euros. La presidenta no ha querido aclarar si se agotará todo el dinero. Hasta ahora, el instituto emisor ha gastado 1,412 billones.

"En este momento, espero que el PEPP llegue a su fin en marzo de 2022. Lo que vaya a ocurrir después lo discutiremos en nuestro próximo Consejo de Gobierno en diciembre", ha dicho Lagarde en rueda de prensa. Los analistas esperan entonces un refuerzo del programa ordinario de compra de deuda (APP, por sus siglas en inglés) para cubrir en parte la supresión del PEPP. Pero 'halcones' y 'palomas' del BCE no están de acuerdo en la duración, importe total y condiciones. 

La presidenta ha querido dejar claro también que los mercados se equivocan en su pronóstico de que el BCE empezará a subir tipos a finales de 2022. "Es improbable que las condicones para la subida de tipos se cumplan en el plazo previsto por los mercados", ha dicho Lagarde hasta en dos ocasiones. 

"La economía de la eurozona continúa recuperándose enérgicamente, aunque su impulso se ha moderado en cierta medida. Los consumidores mantienen su confianza y su gasto sigue siendo fuerte. Pero la escasez de materiales, equipos y mano de obra está frenando la producción en algunos sectores", ha apuntado la presidenta.

Pese a ello, Lagarde niega que existan riesgos de "estanflación" en la eurozona. "No estamos viendo ningún tipo de estancamiento en el horizonte. Y la inflación continuará subiendo hasta finales de año, pero empezará a caer desde principios de 2022", sostiene la presidenta del BCE.

Espiral inflacionista

La actual escalada de precios se explica, a su juicio, por una combinación de tres factores. En primer lugar, los precios de la energía (especialmente los del petróleo, el gas y la electricidad) se han disparado de forma abrupta. En septiembre, la inflación energética supuso alrededor de la mitad del todo el incremento de precios.

En segundo lugar, los precios también suben porque la recuperación de la demanda tras la reapertura de la economía está superando la oferta debido a los problemas en la cadena de suministro mundial. Finalmente, Lagarde señala que persisten efectos de base, relacionados sobre todo con el final de la bajada del IVA en Alemania.

"Esperamos que la inflación suba todavía más este año. Pero aunque la actual fase de inflación alta durará más de lo originalmente esperado, consideramos que la inflación caerá a lo largo del año que viene", ha insistido la presidenta del BCE. 

No obstante, Lagarde admite que el panorama económico de la eurozona todavía podría complicarse más. "Si los problemas de suministros y los altos precios de la energía duran más tiempo, eso podría ralentizar la recuperación. Al mismo tiempo, si los cuellos de botella persistentes se traducen en subidas de salarios más altas de lo previsto o si la economía vuelve a la plena capacidad más rápidamente, las presiones sobre los precios podrían ser aún más fuertes", ha dicho.

El BCE vigilará con especial atención la evolución de los salarios, que considera como el principal indicador de riesgo de una espiral inflacionista. No obstante, Lagarde insiste en que, sobre la base de los datos disponibles hoy en día, "no vemos riesgos de efectos de segunda ronda".

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