Mario Draghi ha hecho de todo desde que accedió a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) en noviembre de 2011. Ha rebajado los tipos de interés hasta donde nunca nadie los había reducido, ha lanzado toda suerte de operaciones especiales de financiación bancaria a largo plazo, ha ideado una secuencia imposible de siglas para identificar las diversas herramientas monetarias que ha activado (LTRO, TLTRO, OMT, APP, PSPP, CSPP…), ha desafiado los límites del mandato de la entidad e incluso puede que los haya empujado a un poco más allá… Lo dicho. De todo.

O casi. Porque hay algo que no ha hecho y que, casi con toda seguridad, no va a hacer antes de que su mandato de ocho años expire en noviembre de este año: subir los tipos de interés. Con todo lo que ha 'jugado' con la caja de herramientas del BCE, a la que tanto le gusta referirse, va a dejar fuera la más básica de todas. La de aumentar los intereses. 

Ha bajado los tipos oficiales en ocho ocasiones, pero no los ha aumentado nunca. Ni una sola vez en más de siete años, y todo indica que no lo hará antes de irse después de que el BCE haya manifestado esta semana que no tocará los intereses “hasta al menos el final de 2019”. Es decir, cuando el presidente sea otro -u otra-.

"Duisenberg y Trichet elevaron los tipos varias veces; Draghi, ninguna. Todo un récord. Aunque, principalmente, todo un síntoma de los años que le ha tocado vivir"

Draghi se convertirá así en un banquero central sin subidas de los tipos en su historial. Sus dos predecesores en el cargo sí los elevaron. El holandés Wim Duisenberg apretó el gatillo de las subidas seis veces entre 1999 y 2003 y el francés Jean-Claude Trichet lo hizo hasta en 11 ocasiones entre 2003 y 2011, tres de ellas con la crisis ya en marcha: una en julio de 2008, apenas dos meses antes de la quiebra de Lehman Brothers, y dos más en 2011, con la crisis del euro abierta de par en par. Y Draghi, por el contrario, ninguna, todo un récord.

LA REALIDAD MANDA

Y, sobre todo, todo un síntoma de los años que le ha tocado vivir. A finales de 2011, Draghi tomó el testigo de Trichet en plena crisis del euro. Y entendió que no había tiempo que perder. Dos días después de llegar al cargo empezó a borrar ya la huella del galo y rebajó los tipos. Y un mes después puso en marcha la primera descarga de operaciones especiales de financiación bancaria a muy largo plazo. La baja inflación, las primas de riesgo periféricas y las tensiones de liquidez bancarias le empujaron a actuar desde el principio. Porque otra cosa no, pero el italiano, un hombre de acción, ha demostrado que no suele dejar para mañana lo que puede hacer hoy

En 2012 aún se vio más exigido. El 26 de julio, con España contra las cuerdas y el futuro del euro más que en entredicho, Draghi protagonizó una intervención verbal para el euro. "Dentro de nuestro mandato, el BCE está preparado para hacer todo lo que sea necesario para salvar el euro. Y créanme, será suficiente", proclamó en Londres. Remató este compromiso con el lanzamiento de su 'truco' más famoso, un programa denominado 'Transacciones Monetarias Directas', más conocido por sus siglas en inglés OMT. Anunciado en septiembre, nunca ha entrado en vigor, pero su sola presencia bastó para reforzar las costuras del euro y mitigar las primas de riesgo. 

En 2013, con la inflación bajo mínimos, estrujó más los tipos para situar ya los oficiales en el 0,25%, cuando él los había heredado en el 1,5%. Pero aún había margen para recortarlos más, y en 2014 los llevó al 0,05%, una senda que trajo consigo otra medida sin precedentes, la de situar los tipos de interés de la facilidad de depósito por debajo del 0%, algo que nunca antes habia ocurrido. 

En 2015, y tras preparar el terreno durante meses, pudo arrancar el consenso preciso en el Consejo de Gobierno de la entidad para poner en marcha un programa de compra de deuda en el mercado (APP, por sus siglas en inglés) con el que expandir la cantidad de euros existente en la Eurozona. 

Un año después, en 2016, siguió rascando donde parecía que no había más margen y abarató el precio oficial del dinero hasta el 0% y recortó los intereses de la facilidad de depósito hasta el -0,40%. Unos niveles extraordinarios... que tres años después siguen vigentes

En 2017 mantuvo el 'piloto automático' de su expansiva política monetaria, con la que el BCE prolongó el 'dinero gratis' y abundante, puesto que el balance del BCE continuó engordando. Ese año superó ya los 4 billones de euros, cuando antes de la crisis se limitaba a 1,2 billones.

CAMINANDO HACIA 2020 

Como, poco a poco, la economía y la inflación de la Eurozona iban despertando, 2018 asomó con vientos de cambio en el horizonte. Por primera vez desde 2011 se deslizó la posibilidad, incluso desde el BCE, de que la entidad pudiera subir los tipos ese mismo año.

"Tradicionalmente, las hechuras de un banquero central quedaban marcadas por cómo, cuándo y cuánto había subido los tipos. No pasará con Draghi. Hasta en eso será diferente"

Error. El paso de los meses confirmó que esa medida tampoco llegaría en 2018. Pero sí en 2019, porque en junio de 2018 la institución introdujo en su orientación sobre las expectativas de los tipos ('forward guidance') que no los tocaría "hasta al menos durante el verano de 2019". Por fin marcaba un momento concreto, y el mercado comenzó a pensar que a Draghi le iba a dar tiempo a elevar los intereses al menos una vez antes de irse. 

Pero no. Otra vez error. La desaceleración económica de la Eurozona, evidenciada en el hecho de que Italia ha vuelto a caer en recesión y de que Alemania se ha librado por las justas, ha obligado al BCE a volver a retrasar su calendario. Lo ha hecho esta semana, con esa referencia a que los tipos no se tocarán "al menos hasta el final de 2019", en la misma reunión en la que la entidad ha recortado sus previsiones de crecimiento para este año del 1,7% al 1,1%.

Con estos ingredientes, el mercado hace sus cábalas. Y van más allá del mandato de Draghi. "La primera subida de tipos del BCE se producirá en el primer semestre de 2020", apunta el equipo de gestión de Ethenea. 

No será él, por tanto, quien dispare el primer incremento del precio del dinero desde 2011. Será de lo poco que no hará durante su presidencia, llamada a pasar a la historia por muchos motivos. Y entre ellos, por el hecho de que Draghi se convertirá en un banquero central sin subidas de los tipos, cuando tradicionalmente las hechuras de un banquero central quedaban marcadas por cómo, cuándo y cuánto había aumentado los intereses. No pasará con Draghi. Hasta en eso será diferente. 

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