Sevilla

Los regantes de la cuenca del Guadalquivir han avisado del desastre económico y el posible endeudamiento que supondría que este año hidrológico vuelva a ser seco. Sería la cuarta vuelta al calendario en la que fijan la vista al cielo esperando a que las lluvias llenen los embalses y pantanos. 

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) ha declarado la situación de emergencia en los embalses de la cuenca del Guadalquivir debido a la actual reserva de agua y ha previsto que, "si todo continúa como hasta ahora", el 2 de noviembre se active el protocolo de sequía.

El mayor damnificado de la falta de agua es el regadío. Con el objetivo de proteger el abastecimiento humano -que está garantizado para dos-tres años, según la CHG-, los regantes ven mermados los hectómetros cúbicos que pueden emplear en sus cultivos. 

Uno de los más afectados han sido los arroceros de las marismas del Guadalquivir, algunos han llegado a sembrar solo la mitad de la superficie, según ha explicado a EL ESPAÑOL-Invertia Pedro Parias, el secretario general de la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua).

Otros regantes bien han cambiado sus cultivos por otros que precisan de menos agua y que son de menor valor o han optado por emplear el agua disponible únicamente en el cultivo que más les renta. Según Feragua, los cultivos han disminuido de media entre un 20% y un 30%. “Prácticamente no hay rentabilidad positiva este año, nos vamos a tener que endeudar”, ha lamentado Parias, a la vez que ha reclamado medidas paliativas como la bonificación de las cuotas en la Seguridad Social.

De no llover de forma abundante, permitiendo que las escorrentías llenen notablemente los embalses, la CHG declarará el 2 de noviembre el protocolo de sequía y, a partir de ese momento, se pedirá al Gobierno de España que entre en funcionamiento el Real Decreto Ley para esta situación. 

Los regantes se han mostrado esperanzados con esa declaración del protocolo de sequía, primer paso necesario para que el Gobierno apruebe el Decreto Ley. Su aprobación podría venir acompañada de medidas fiscales como la exención de cánones y de tarifas para los regantes con restricciones de uso del agua.

Desde Feragua esperan que llueva en este otoño, ya que de no hacerlo este sería el cuarto seco y “por estadística ya tocaría que sea húmedo”. Las lluvias tendrían que tener una intensidad alta para cambiar la tendencia. La reserva hidráulica de la cuenca se encuentra al 26,9% con 2.187 hectómetros cúbicos almacenados, 1.655 hectómetros cúbicos menos que el volumen medio de los últimos 25 años en esta fecha.

Salvados por las lluvias de marzo de 2018

En marzo de 2018 la situación era similar a la actual. Sin embargo, ese año se registró un mes de marzo muy lluvioso, concentrando él solo el 42% de la precipitación total del año hidrológico. Desapareció la amenaza de sequía y esas lluvias supusieron un balón de oxígeno que ha permitido llegar a la actualidad.

La situación actual no se debe solo a que el año hidrológico 2020-2021 haya finalizado con una precipitación acumulada un 17% inferior a la media histórica, sino que se debe a una tendencia tras varios años secos. “La cuenca está situada en un contexto de cambio climático desde hace 25 años y los embalses han disminuido un 21%”, han explicado a este medio desde la CHG.

Desde este organismo son conscientes de la dureza de la situación para los regantes. Ante unos números “preocupantes y difíciles de gestionar”, el presidente de la CHG, Joaquín Páez, ha indicado que "los regantes tendrán nuevas limitaciones si no llueve por cuestión de matemáticas".

“Entendemos que no es caprichoso, cada vez están más bajos los pantanos”, ha lamentado Marcelo Morales, presidente de la Asociación de Regantes de Andalucía (Areda), que representa a unas 200.000 hectáreas y unos 20.000 regantes. 

A esta situación se une el seco este inicio del otoño. “Ojalá se revierta, esta incertidumbre es preocupante y tenemos que hacerle ver a las administraciones que todas las baterías de apoyo que se deriven de esta situación tienen que llegar cuanto antes”, ha aseverado a este periódico Cristóbal Cano, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA).

El engorde de la aceituna, pendiente de las lluvias

Las tan ansiadas lluvias llegarían como agua de mayo al olivar, que se encuentra actualmente en la fase de engorde de la aceituna, fundamental para la futura extracción del aceite de oliva. La cosecha viene soportando estrés hídrico por la reducción de un 20% aproximadamente de su dotación de agua en esta campaña, según datos facilitados por UPA. 

También tendrán que hacer malabares los productores del cereal, que se siembra a finales de octubre. A pesar de ser los principales damnificados, los agricultores entienden que se debe reservar el agua para el consumo: “se puede pedir cuando es injusto, pero pedir cuando no hay, como ahora, serían solo ganas de hacer ruido”, ha afirmado el presidente de la asociación de regantes. A los agricultores les toca aguantar con la dotación asignada y ojalá que para antes de que se les acabe el cielo se haya acordado de que tiene que regar el campo.