María Vega Arturo Criado

Hasta que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa con la moción de censura de mayo de 2018, Nadia Calviño era una figura conocida entre los altos funcionarios de Bruselas, pero anónima para el gran público en España. Este sábado se ha consolidado como la mujer más poderosa del Ejecutivo.

En poco tiempo, la imagen solvente y sonriente de la economista gallega se convirtió en todo un activo para Pedro Sánchez, que en el debate electoral que mantuvo con sus rivales para las elecciones que dieron origen al actual Gobierno de coalición anunció como golpe de efecto que si era elegido, sería su vicepresidenta.

Fue una de sus pocas promesas que han permanecido intactas hasta la fecha. En el Pacto del Comedor que selló con Pablo Iglesias, Calviño fue nombrada vicepresidenta, pero por detrás del exlíder de Unidas Podemos y de Carmen Calvo.

Todavía no era posible aventurar que España estaba a las puertas de una pandemia que provocaría la mayor caída económica desde la Guerra Civil. Una situación dramática que si los españoles no hemos notado en nuestros bolsillos con más fuerza ha sido gracias al estímulo económico que el sector público ha dado con la ayuda de la Unión Europea. Y el papel que Calviño ha jugado en este escenario no ha sido menor.

La salida de Iglesias del Ejecutivo planteó un dilema en prensa -que nunca fue tal para el presidente- qué hacer con el equilibrio de fuerzas entre la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. La solución fue un mensaje claro a la coalición, los españoles y -sobre todo a Bruselas-. Calviño fue nombrada vicepresidenta segunda y Díaz tercera.

Este sábado, 10 de julio, esta mujer que no tiene carnet socialista se ha convertido en la mujer más fuerte del Gobierno con el que Pedro Sánchez quiere agotar la legislatura.

Su llegada a la vicepresidencia primera consolida su plena autoridad sobre el área económica, y supone también un mensaje de tranquilidad de cara a Bruselas, los inversores y los empresarios -muy preocupados por la deriva que está tomando el diálogo social para la reforma laboral-.

La también ministra de Economía es considerada como una mujer ortodoxa dentro de una coalición en la que hay muchas voces. Conocidos son sus desencuentros con Yolanda Díaz -que fueron retratados en un vídeo viral en el que Calviño suspira mientras su compañera en el Consejo de Ministros insiste en derogar la reforma laboral-. 

También su carácter robusto -y sus momentos de mal genio- cuando hay que dar un golpe sobre la mesa en cuestiones clave. Si con Díaz, ha mantenido fricciones, Calviño tiene buen entendimiento con José Luis Escrivá y María Jesús Montero, la ministra de Hacienda con la que en el pasado sí tuvo algún desencuentro pero con la que ha aprendido a trabajar bien. Una Montero que se ve reforzada tras perder la portavocía del Gobierno ya que asume la cartera de Función Pública en un momento clave para la transformación del sector público. 

Nadia Calviño y María Jesús Montero. EP

De hecho, el perfil más político de Montero, frente al técnico de Calviño han sido combinados por Pedro Sánchez de manera intencionada. En todo caso, con esta remodelación quedará aún más claro quién tiene la última palabra en las cuentas públicas.

Fondos europeos y reformas

España se juega mucho en lo que queda de legislatura y la supervivencia política de Sánchez -y del PSOE- depende de cómo se gestionen estos dos años. El motivo son los cerca de 70.000 millones de euros que se van a recibir de la Unión Europea de aquí a 2023 para la modernización económica a cambio de duras reformas.

Así, el ascenso de Calviño es todo un mensaje a la Comisión Europea: habrá reformas en la línea que se han pedido por las autoridades comunitarias porque España necesita acceder (y ejecutar) los fondos europeos.

Con este movimiento el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fija la hoja de ruta de cara a los próximos meses: el Gobierno hará los deberes y no habrá bandazos que espanten a Europa o a los fondos que quieran invertir en España.

Sin duda, un marcaje ante las tentaciones que pueda tener Yolanda Díaz de llevar a cabo una política distinta desde el Ministerio de Trabajo para dar más visibilidad al papel de Unidas Podemos en la recta final de la legislatura.

El objetivo es garantizar una política homogénea que facilite la puesta en marcha de las reformas comprometidas con la Unión Europea. Cambios que resultan esenciales para que Bruselas desbloquee el primer tramo de los 140.000 millones de euros que deben llegar a España procedentes de los fondos Next Generation EU hasta 2026 para potenciar la recuperación económica tras la Covid-19.

Con el adelanto de los fondos europeos que se va a efectuar en julio, era importante lanzar este mensaje ya. El ascenso de Calviño es, así, táctico y pragmático.

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