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Cada 19 de noviembre, Día de la Mujer Emprendedora, el ecosistema español se mira en el espejo. La imagen es la de un emprendimiento que crece y se diversifica, pero hay algo que se mantiene constante: la brecha de género no termina de traspasar la barrera de la desigualdad.

Aunque en los últimos años hay síntomas de mejora, persisten los obstáculos que hacen que este progreso no sea tan rápido como se desea. Las mujeres están igual de motivadas que los hombres, cuentan con una formación equivalente y la edad para emprender es la misma, a partir de los 35 años, según refleja el Informe GEM España 2024-2025, del Observatorio del Emprendimiento de España. Sin embargo, esto no garantiza la igualdad de oportunidades.

España es el país donde se detectan menos oportunidades de negocio de los 51 analizados por el GEM. Una percepción que empeora todavía más entre las mujeres. Sólo el 33% cree que ahora es un buen momento para emprender, mientras que la cifra es de casi cuatro de cada diez entre los hombres.

Y aun así, más de la mitad de las emprendedoras españolas (51%) asegura que pone en marcha su negocio porque detecta una oportunidad de mercado, según adelanta el Mapa del Emprendimiento 2025 de South Summit e IE University.. Lo que supone un salto notable frente al 42% registrado el año anterior,

El miedo al fracaso, aunque en descenso, continúa siendo ligeramente superior en ellas, afectando a la toma de decisiones, sobre todo en los inicios. Ellas prefieren ir a lo seguro, de ahí que el 60% opte por el sector de servicios al consumidor debido a su baja barrera de entrada, pero con menos potencial para escalar.

Menos acceso al capital

El contraste es significativo en los servicios a empresas, el ámbito más vinculado a la tecnología y la digitalización -y el que atrae más inversiones-, donde la presencia de mujeres cae 10 puntos respecto al año anterior; en paralelo, los hombres pasan del 35% al 37%. Un escenario que incrementa todavía más las desigualdades.

Lo que sólo parecen datos, influye en el tamaño de los proyectos y en su capacidad para atraer capital, innovar e internacionalizarse, tres factores que el GEM señala como “decisivos para escalar”. A esto se suma otro más: las mujeres comienzan su negocio más como una forma de autoempleo que como una empresa.

Cuatro de cada siete emprendedoras inician su actividad como autónomas, y sólo una de cada cinco constituye una sociedad limitada, una forma jurídica que concentra más inversiones, más empleo y más ayudas públicas; y que los hombres eligen en un tercio de los casos. Esta diferencia en la estructura inicial limita su capacidad de crecimiento futuro y reduce el acceso al capital, una de las mayores brechas detectadas por el GEM.

Asimismo, el peso femenino en la fundación de startups continúa lejos de la media internacional. Las emprendedoras representan el 17,5% en España, frente al 25% global y el 22% en Europa, según el documento de South Summit. . Además, en nuestro país sólo el 10% de las startups están fundadas exclusivamente por mujeres, una cifra que no mejora respecto a 2024.

Avances con límites

Afortunadamente, en los últimos años se han conseguido logros significativos. Las barreras no las frenan y durante 2024 las mujeres dieron varios pasos importantes. Su intención por emprender subió del 10,9% en 2023 al 11,4% en 2024, un crecimiento que contrasta con la ligera caída registrada entre los hombres, que bajan del 11,5% al 11%.

También aumentó su participación en iniciativas emprendedoras recientes (TEA, Total Early-Stage Entrepreneurial Activity), que pasó del 6,1% al 6,8%, mientras que entre los hombres ese crecimiento es más moderado: del 7,5% al 7,7%.

Sin embargo, esto no se traduce en la consolidación de los proyectos, donde la tendencia se invierte. Ellas retroceden del 6% al 5,3%, mientras ellos avanzan del 7,4% al 8,2%. De lo que se deduce que las mujeres emprenden más, pero sus proyectos sobreviven menos. Y no por falta de capacidad.

Siete de cada nueve aseguran que tienen las habilidades necesarias para emprender, pero hay factores estructurales que siguen condicionando su presencia en el ecosistema, como las carencias en el acceso a la financiación o la menor presencia en sectores tecnológicos.

Emprendimiento rural

Volviendo a la parte positiva, el informe introduce un condicionante más para el aumento del emprendimiento femenino: el entorno rural. El 7% de las mujeres que viven en municipios de menos de 5.000 habitantes está iniciando un negocio, frente al 5% de los hombres.

Pero de nuevo esta tendencia se da la vuelta cuando se trata de consolidar el negocio y la brecha reaparece: ellos llegan al 8% y ellas se quedan en el 6%.

Algo similar ocurre en el caso de las emprendedoras con discapacidad. Su tasa TEA alcanza el 9,3%, superior incluso a la de los hombres del mismo colectivo, que se queda en el 7,6%, y muy por encima de la población sin discapacidad. Pero ese impulso inicial no se mantiene.

El abandono en estos casos se dispara y llega a triplicar el de las personas sin discapacidad, sobre todo entre las mujeres. Detrás están la falta de redes de apoyo, de nuevo la falta de financiación y de continuidad, explica el último análisis del Observatorio del Emprendimiento de España.

El espejo del 19N no miente. Las emprendedoras avanzan, pero la imagen sigue distorsionada. La intención está, la formación también y aumenta su presencia, pero la brecha sigue existiendo. Ellas son más activas, crean más proyectos, pero en el momento de escalar y consolidar son ellos los que captan el capital y se encuentran con un ecosistema más favorable. Falta pulir ese espejo para que devuelva una imagen nítida de lo que las mujeres están construyendo.