Concienciar, hacer comunidad y, por definición, crear una marea ciudadana de derechos digitales son varios de los objetivos de Derechos al Futuro, el nuevo pilar fundamental y complementario del Observatorio de Derechos Digitales (ODD), organismo que alzó el vuelo el pasado mes de febrero para, precisamente, reconducir y traspasar el debate de nuestros principios democráticos del mundo físico a la red.
“Sabemos que los movimientos proderechos siempre han salido de la población. También, que la digitalización sólo tendrá sentido si es justa para todos”, dice Luisa Alli, coordinadora y portavoz del ODD, en un llamamiento directo, y en conversación con DISRUPTORES-EL ESPAÑOL, a la participación masiva de un espacio, el de los derechos de internet, en muchos aspectos desconocido para la gran mayoría.
Porque, y a pesar de que España camina siempre en posiciones destacadas desde hace más de una década en el Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI) de la Comisión Europea (CE), brechas como las de edad y género suponen un riesgo para el avance como sociedad.
Amén del surgimiento de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial que, a pesar de todas sus posibilidades, abren “una nueva era” de amenazas urgentes y preocupantes como la desinformación y la desprotección del menor ante la web.
Por ello, Derechos al Futuro inicia su hoja de ruta con un manifiesto “sencillo y cuidado en sus imágenes y palabras” para su adhesión multitudinaria. “Hay muchos movimientos al respecto y es el momento de unificar y obtener la fotografía completa”, asegura la también directora general de la Fundación Hermes sobre la parte menos institucional y más “abierta” del Observatorio.
Más de 20 instituciones académicas, sociales y empresariales se han sumado a esta causa, lo que Alli califica de “amplio respaldo”. Muchas están dentro también del ODD, que cuenta entre sus filas con marcas de renombre como la propia Hermes, Telefónica, Atresmedia y La Caixa, entre otras.
Además, el Observatorio sí que tiene un gran componente gubernamental. De hecho, su génesis procede de la Carta de Derechos Digitales, la primera de Europa, que el Ejecutivo promulgó en 2021.
La madurez de España, a examen
La directiva es consciente de que, dentro de lo que cabe, España es un país que adopta rápido la tecnología y es conocedora de sus riesgos. Volviendo al informe DESI, destaca en servicios públicos digitales y conectividad.
Pero hay otros indicadores en los que cabe mucho margen de mejora. Por ejemplo, la brecha de competencias entre empleados y desempleados es de casi 20 puntos, según el documento; y, en cuestiones de género, sólo el 1,1% del 3,2% de la fuerza laboral local considerada especialista en tecnología son mujeres.
"Queremos poner de manifiesto que el poder de la transformación digital tiene que estar al servicio de las personas"
Por no hablar de la tercera edad. “¿De qué nos vale ‘lo digital’ si este segmento poblacional no entra? Tenemos que construir desde la inclusión y las posibilidades”, insiste Alli, quien se declara ‘tecnoptimista’. “Todos los firmantes creemos en el poder transformador de la transformación digital. Y queremos poner de manifiesto que ese poder tiene que estar al servicio de las personas”.
Por el momento, asevera, todavía hay una capa de la sociedad que no ve muchas cosas importantes de internet. “Por ello es importante crear este movimiento ciudadano. Un tema vital es el de la concienciación; saber que hay una combinación de derechos y deberes de los que nos tenemos que informar, formarnos y pedir ayuda si es necesario. Y este es un trabajo colectivo de empresas, fundaciones e instituciones, y personas”.
Los hijos de Sócrates y Descartes
Derechos al Futuro recoge la filosofía europeísta de poner al ser humano en el centro de la tecnología. Preguntada por si, como muchos expertos respaldan, y en contraposición a las aproximaciones procedentes de China y Estados Unidos, esto supone una merma para la innovación y para la economía, Alli responde que, al contrario de lo que pueda parecer, muchas de las grandes mejoras proceden del Viejo Continente.
“Lo que debemos decidir es cómo queremos crecer, si vale cualquier cosa. Ser referentes en ética no va a penalizar la innovación”, dice decidida. “No hemos perdido ninguna batalla con respecto a nadie".
"Ser referentes en ética no va a penalizar la innovación"
"Prefiero hablar de retos a superar. Y lo podemos hacer, somos los hijos de Sócrates y Aristóteles y esa es la mirada que tenemos que trasladar al movimiento", añade.
“No sé en qué momento la innovación puede ser un problema para cuidar a las personas. […] Hemos comprobado la cantidad de organismos académicos, instituciones y ciudadanos que están tratando de apoyar estos dogmas y de dar difusión al conocimiento de estos derechos”, defiende para concluir.
