Si por algo somos reconocidos los españoles cuando viajamos es por nuestra energía y entusiasmo. Aunque algo más del 88% practica el turismo nacional, el resto prefiere descubrir y disfrutar del mundo que hay más allá. Y no son pocos los viajes que planificamos: en total, 184,5 millones durante el año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Sea cual sea su destino, el viajero español cada vez busca más la forma de no renunciar a esta experiencia ajustando el bolsillo lo máximo posible aprovechando las temporadas medias y bajas, combinando el ocio con el teletrabajo o repartir sus vacaciones a lo largo de todo el año con escapadas de pocos días.
En estos planes, la inteligencia artificial (IA) —en su modalidad de generación de contenidos—se ha convertido en aliada indispensable. No sólo se utiliza para encontrar el mejor restaurante o las horas de menos afluencia a los lugares de interés; también es una herramienta cada vez más recurrente para organizarlo, incluso antes de tener claro el próximo destino.
Su confianza es tal, que el 87% de los españoles quiere usarla como ‘agente de viajes’ y un 19% ya confía en ella más que en blogueros e influencers, de los que los turistas nacionales sólo se fían un 14% y un 9%, respectivamente. Aún así, España muestra menor confianza en la IA respecto al resto de regiones analizadas, situándose por debajo de Latinoamérica (27%), Norteamérica (26%), Oceanía (25%), Asia (24%) y Europa (22%)
Esa predisposición por el uso de la IA se debe, según el recién publicado Informe global sobre la percepción de la IA de Booking.com, al “entusiasmo” que despierta esta tecnología (92%) ya que entienden “cómo funciona” (74%). Aunque también piden que se garanticen sus derechos legales, la ética y el papel irreemplazable del criterio humano.
La IA propone, el viajero dispone
A pesar de ese interés declarado, no todos los usuarios tienen la misma actitud. Son cinco los perfiles claramente diferenciados: están los “entusiastas” (30%), curiosos e impacientes por explorar las posibilidades que les brinda la IA; y los “defensores” (10%), que admiten sus ventajas y piden uso responsable.
“Es fundamental generar confianza, garantizar la transparencia y priorizar la seguridad al guiar a los viajeros y a nuestra industria en esta transformación. Las oportunidades que nos esperan son enormes”, apunta la responsable de Booking.com para España y Portugal, Pilar Crespo.
Por su parte, los “cautelosos” (20%),están especialmente atentos a las cláusulas de privacidad y la ciberseguridad; los “escépticos” (13%), pendientes de los riesgos de sesgo o la opacidad de los algoritmos; y los “detractores” (38%), reacios a que la IA gane demasiado terreno en la toma de decisiones. Un sentir este último que se extiende, aunque en menor medida, entre el resto de perfiles.
De los encuestados, sólo un 9% delegar decisiones de peso sin intervención humana, un 26% todavía duda y un 12% que lo rechaza. El papel de la IA, por tanto, es el de ayudante y no de decisor.
Lo que esperan, lo que reciben
Como se apuntaba más arriba, para muchos de estos usuarios la IA carece de un componente humano que consideran esencial cuando esta tecnología interactúa con las personas. Preguntados sobre las sensaciones que les provoca, el 30% la percibe como impersonal, y una parte considerable tiende a verificar la información que ofrece.
“La IA generativa representa uno de los cambios tecnológicos más significativos de nuestra era y está transformando radicalmente la forma en que los consumidores interactúan con el mundo que los rodea”, admite Crespo.
“A medida que esta tecnología evoluciona, no solo transforma el modo en el que las compañías como la nuestra se anticipan a las necesidades cambiantes de los clientes y las satisfacen, sino que también aumenta las expectativas que los viajeros tienen de cada interacción”, añade.
De hecho, el 38% de los españoles asegura que siempre contrasta los datos que obtiene a través de estas herramientas, y un 29% lo hace ocasionalmente, incluso cuando confía en la tecnología.
Compañera de viaje
A pesar de esta desconfianza, entre quienes ya la han probado, el 99% la usa fundamentalmente para planificar su escapada o hacer reservas, aunque la evidencia muestra que su empleo no se limita a la preparación del viaje. Traducciones instantáneas (40%), búsqueda de actividades (41%), orientación en lugares desconocidos (37%) y recomendaciones gastronómicas (36%) encabezan la lista de utilidades.
Al regreso, el 35% recurre a la IA para editar fotos que luego publican en redes sociales o pasar a formar parte de los álbumes familiares.
El viajero español también exige impacto positivo. Un 59% valora la comodidad que aporta la IA, pero el 67% agradece que sugiera destinos menos saturados o fechas alternativas a las de las temporadas de mayor afluencia de turistas.
Además, el 53% quiere que la IA recomiende experiencias que beneficien a las comunidades locales: mercados de proximidad, proyectos culturales de barrio o rutas rurales que alivien los destinos más visitados.
