La llegada de la inteligencia artificial al mundo del diseño no me tomó por sorpresa. Desde el primer momento supe que no era una moda pasajera, sino una evolución inevitable. Hace más de tres años empecé a experimentar con ella. En aquel entonces era limitada, sí, pero ya se intuía el potencial. Lejos de sentir miedo, me despertó curiosidad. Quería entender hasta dónde podía integrarse en mi día a día como diseñador. Hoy, la IA forma parte de mi flujo de trabajo. No como una amenaza, sino como una herramienta que me permite hacer más, mejor y más rápido.

Todavía escucho a menudo la idea de que la IA viene a reemplazarnos. Y creo que esa visión se queda corta. Es cierto que se necesita menos equipo para hacer lo que antes requería un equipo más grande. Pero eso no significa que el diseño desaparezca. Lo que cambia es el tipo de diseñador que se necesita. Ya no basta con saber ejecutar: hace falta criterio, visión, capacidad de tomar decisiones. Hace falta alguien que sepa liderar, alguien que entienda el negocio, el contexto, el usuario… y además domine la herramienta.

En mi día a día, la IA me ha permitido prototipar ideas en minutos, explorar caminos visuales sin perder horas y hasta construir MVPs funcionales que antes habría sido impensable. Pero lo importante es esto: la IA propone, pero no decide. Esa parte sigue siendo humana. Porque no se trata solo de diseñar pantallas, sino de entender problemas, conectar puntos y tomar decisiones que mejoren la experiencia de las personas.

Además, este momento nos exige algo que me parece clave: estar en aprendizaje constante. Todo cambia muy rápido, y hay que estar dispuesto a explorar, equivocarse y volver a probar. Incluso, para muchos diseñadores, este contexto es una invitación a acercarse al código, a entender mejor cómo funcionan las herramientas que usamos y cómo podemos sacarles más partido. Esa mentalidad curiosa, abierta, es la que más valor tendrá en los próximos años.

Ahora bien, como todo, esto tiene un lado delicado. Si dejamos de supervisar, si dejamos que la IA lo haga todo sin criterio, perdemos lo más valioso que tenemos: el juicio. Ese “esto sí, esto no” que solo se gana con experiencia. No podemos permitirnos convertirnos en perfiles pasivos. Nuestra voz sigue siendo fundamental.

Mi consejo es claro: acércate a estas herramientas. Prueba, experimenta, juega. Rompe esa barrera inicial del miedo y encuentra tu lugar dentro de este nuevo mundo. Porque diseñar con IA no es rendirse al futuro, es decidir cómo queremos ser parte de él.

***Santy Fernandez Alfaro es profesor Bootcamp en Diseño UX/UI.