Entramos en la era de la sociedad digital. La ONU, en 2018, declaró inaugurado un cambio de orden social disruptivo. Empezamos a hablar de Sociedad 5.0 pensando en un espacio donde la persona se coloca en el centro y la tecnología media un desarrollo social, económico y cultural, cambiándonos el día a día de forma tan vertiginosa como espectacular. En este magma de transformación, la ingeniería informática, en muchas de sus formas, y, en particular la inteligencia artificial, juegan un papel fundamental.
Los de las TIC estamos en el ojo del huracán, SOMOS el ojo del huracán y la espiral gira estrepitosamente. Vienen épocas de grandes inversiones, de laboratorios de IA y de cuántica (felicidades BSC e ICFO), de Fondos Next-generation que suban las pymes al barco de la tecnología. Tenemos una enorme responsabilidad: impulsar una industria competitiva. Ayudarla a saltar a la industria 4.0. Reducir las dependencias de los grandes gigantes tecnológicos. Tenemos la responsabilidad de hacer una tecnología con valores europeos. Urge resolver la falta endémica de talento, que, por ejemplo, está bloqueando el crecimiento de un 20% de nuestras empresas. Ya no podemos permitirnos más fuga de talento, ni de startups, y queremos que la inversión pública que hacemos desde aquí genere retorno aquí.
Necesitamos una revisión urgente de los instrumentos que sustentan la innovación en el ámbito tecnológico; unas herramientas que fomenten que estas terceras rondas de inversión realmente se encuentren en casa y no tenga que llevárselo la empresa a Estados Unidos para poder sobrevivir. Es necesario que esta revolución esté en manos de los profesionales del sector y acompañarlos muy bien en sus responsabilidades. Nunca, por ahora hemos tenido tanta responsabilidad. Estamos dibujando el futuro. Todo es posible, decía el poeta...
Es época de códigos éticos y deontológicos, como el del colegio que regento, el COEINF, que fue pionero en 2008 cuando se puso en marcha, y que en 2020 se vio completado con el código deontológico que el Consejo desarrolló para que todos los colegios profesionales de ingeniería informática en España lo pudieran implementar. Los ingenieros e ingenieras en informática estamos haciendo tecnología por una sociedad más justa, sostenible e igualitaria. Y jugamos un papel clave en el desarrollo no sólo de la inteligencia artificial que está en el núcleo de toda esta transformación, sino también en el desarrollo de todos los servicios digitales, lleven o no inteligencia artificial incorporada.
La IA, en realidad ya nos viene acompañando hace un tiempo: ya nadie se pierde por las calles porque lleva el GPS en el bolsillo, muchos ya no barren en casa porque tienen Roombas o similares que lo hacen diligentemente por ellos, ya muchos ponen la música en casa llamando a Alexa y no saben ni dónde está el reproductor de CDs, ni mucho menos de dónde sale la música que Alexa les ofrece, y muchos son diagnosticados de patologías de pulmón muy pronto y precozmente porque una IA invisible ha visto cosas en sus imágenes médicas cuando los ojos humanos no pueden aún detectar nada. Es cierto que desde hace un par de años la disrupción se ha acelerado como consecuencia de la aparición de una nueva técnica de inteligencia artificial llamada IA generativa, léase ChatGPT, Dall-E, Deepseek, Collider, y tantas otras que en el arco de estos dos años nos han inundado e impregnado hasta límites insospechados.
¿Por qué estas herramientas representan una transformación tan disruptiva? Pues en mi opinión, y más allá de que los resultados que dan suelen ser bastante resultones y consiguen generar la ilusión de que la máquina nos entiende, razona y habla con nosotros (cosa que no es cierta por mucho que lo parezca y que no es más que el resultado de todo un proceso de gamificación precisamente orientado a crear esta impresión en el usuario). Lo que sí hemos conseguido con estas herramientas es romper la barrera digital. Hoy en día cualquiera es capaz de resolver sus dudas con un chatGPT o similar que lleva seguramente en el bolsillo, pegado a su móvil, a un Whatsapp de distancia, y preguntándole como el que le pide cosas a la vecina de enfrente. Hablamos con las máquinas con total naturalidad y esto abre unas oportunidades de revolucionar completamente la forma de cómo serán los servicios digitales de esta sociedad 5.0.
Porque es muy, muy importante recordar que tan relevante es que los modelos de inteligencia artificial se desarrollen de acuerdo a la regulación y de forma ética, sin sesgos, de forma sostenible, etc., como recordar que las interfaces digitales deben tener mucho cuidado a la hora de no generar desigualdad social y no dejar atrás a las personas atrapadas en la brecha digital.
¿Se imaginan que en vez de pedir la beca para sus hijos rellenando formularios con dificultades para firmarlos con su certificado digital le pudieran ir dictando a la máquina como debe rellenar ella estos formularios? ¿O indicarle en qué delegación de Hacienda presentó la última declaración para que ella consulte lo necesario de su historia laboral y continúe con el trámite en el momento? Este es un uso de la IA generativa que no presenta retos éticos, al contrario, aporta valores éticos y abre la puerta de la inclusión definitiva de todos los ciudadanos en la sociedad digital.
Dicho esto, necesitamos también adquirir una cultura básica digital que nos permita también entender las limitaciones de estas tecnologías y desarrollar criterios propios que nos permitan manejarnos con seguridad en estos entornos. Por ejemplo, ya dije antes que la IA generativa no nos entiende. Y tampoco entiende lo que nos responde. Y esto es clave, porque significa que se puede equivocar. Y todos hemos de saber que hay que supervisar todo lo que nos responde y verificar si se lo ha inventado (alucinó, decimos) o es realmente correcto. Se equivoca poco en realidad, y escribe bien, pero puede fallar. Y esto hay que tenerlo claro porque nos puede meter en un lío si nos creemos todo lo que nos cuenta.
Estamos en un momento de profundas transformaciones, donde la mayor parte de la transformación orbita sobre los ejes de los servicios digitales y la inteligencia artificial (junto a otras tecnologías disruptivas que completan la infraestructura tecnológica necesaria), pero la ingeniería informática es la profesión que más está cambiando su centralidad y su nivel de actividad en los últimos años y hemos de estar preparados para lo que todavía está por venir.
La geopolítica es muy compleja. La carrera de la IA, de la cuántica y los últimos cambios en las gobernanzas internacionales nos mantienen en constante alerta. Los riesgos son enormes. Pero las oportunidades también. Seré sutil, y espero poner un gusanillo de reflexión en cada uno de ustedes. Mientras las grandes tecnológicas y China compiten por la IA generativa, Europa ha aprobado la primera ley de IA del mundo y ha puesto a las personas en el centro. Los gobiernos se apresuran a definir los nuevos marcos de referencia. Ponemos en marcha las agencias de supervisión en toda Europa y yo esperaría que éstas fueran más allá de la mera inspección y sanción, impulsando buenas prácticas y prevención para hacer un sector donde la sanción no sea necesaria porque la IA ya viene bien orientada de serie.
El Estado lanza la estrategia de cuántica y resucita al sandbox de IA. En Cataluña transformamos la administración pública (la CETRA busca una administración eficiente de la mano de la tecnología, y, sobre todo, más amable y atenta con la ciudadanía). Algunos deberes ya los hemos hecho y seguimos avanzando, pero no podemos olvidar que debemos prepararnos para un sector que sigue creciendo a gran velocidad y hemos de poder generar y retener todo el talento necesario para poder atender esta revolución como es debido y transitar hacia un mundo donde la tecnología realmente sea nuestro asistente personal. Que nos ayude en todo aquello que necesitemos, sin robarnos ni un centímetro de espacio ni de existencia como personas.
*** Karina Gibert es vicepresidenta del Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería Informática de España, decana del Colegio Oficial de Ingeniería Informática de Cataluña y catedrática de inteligencia artificial en la Universidad Politécnica de Cataluña