El filósofo MacAskill habla de “largotermismo” para describir la idea de “afectar positivamente el futuro a largo plazo como una prioridad moral clave de nuestro tiempo” y es en esta clave en la que trabajan los futuristas, nuevos perfiles de innovadores que anticipan soluciones a 10 años vista con un propósito positivo. La versión empresarial del futurista es el Chief Futurist Officer (el director de futuro), un innovador que en base a los datos intenta anticipar oportunidades de negocio, necesidades de clientes futuros y el talento y las capacidades necesarias de futuro.
Sea en lo público o en lo privado, el mundo como civilización se enfrenta a una inmensa volatilidad y a incertidumbres críticas y se necesitan personas y visiones que sepan ver más allá de lo tangible.
Hoy en día tenemos tecnología y conocimiento para resolver muchos de los problemas del mundo, el problema son los humanos y el hecho que no actuamos como unidad. Es decir, la tecnología es una herramienta que por sí misma no tiene intencionalidad, el uso que le damos depende de los valores humanos, bien usada salva la humanidad, mal usada nos aniquilará.
El mundo tiene grandes desafíos derivados de la viabilidad y sostenibilidad del planeta y de nosotros mismos como humanos. Los desafíos son oportunidades para buscar nuevas soluciones y aquí es donde la innovación se vuelve imprescindible.
De manera general, las innovadoras son personas que van contracorriente, que visualizan lo no obvio, que anticipan soluciones y que suelen ser avanzadas a su tiempo. La mayoría de los futuristas de la historia no fueron comprendidos en su tiempo porque rompen con la forma de pensar hasta ese momento, un conocimiento o una tecnología que abre nuevas maneras de hacer. La Singularity University habla de la ciencia del comportamiento de la innovación con el concepto de Futuristas y la Fundación X Prize otorga premios para catalizar la innovación y acelerar un futuro más esperanzador al incentivar avances radicales en beneficio de la humanidad.
Estamos en una nueva era llena de oportunidades a la vez que retos, derivados de la implementación masiva de tecnologías como la inteligencia artificial. Es por lo que los 193 Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) aprobaron la primera recomendación mundial sobre ética de la inteligencia artificial (IA) y que aconseja a todos los países preparar sus sistemas educativos promover la adquisición de “competencias previas” para la educación en materia de IA, así como aptitudes socioemocionales y las competencias en materia de ética.
Este es el año de la inteligencia artificial y sus aplicaciones y por tanto de su regulación incluyendo nuestros derechos digitales. De esto, entre otros, se hablaba en el Mobile World Congress estos días tratando la equidad, el uso de los algoritmos éticos o la sociedad digital del futuro.
Parece que tecnología y humanidades empiezan a ir de la mano y se confirma lo que Ordine anticipa en su libro “La utilidad de lo inútil”, en donde explica la paradoja que lo que históricamente se han considerado inútiles saberes humanísticos porque no producen beneficios ahora son necesarios para que la tecnología nos sirva a nosotros y no nosotros a la tecnología con una nueva concepción del Renacimiento. En otras palabras, el arqueólogo Eudald Carbonell en su último cuaderno “Homo ex novo” predice que distintos tipos de humanos y humanoides ayudarán a sobrevivir.
El pasado mes de octubre se celebró el Foro del Futuro de Dubai, la mayor reunión de futurólogos del mundo, organizado por la Dubai Future Foundation y en donde se habló sobre el cambio climático, la protección de la generaciones futuras y el poder de la innovación para transformar las sociedades a mejor. La próxima edición se celebrará en octubre de 2023 y no por casualidad será previa a la 28 Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático que tendrá lugar en noviembre.
Al mismo tiempo, se está preparando la Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas y en donde Jerome C. Glenn, director del Proyecto del Milenio, ha recomendado que se incluyan debates para un Tratado de las Naciones Unidas sobre Inteligencia Artificial General - no la estrecha IA que tenemos hoy en día, sino la IA general que podríamos tener en 10 o 20 años para futurizar que hacer con ella y evitar que esté fuera de nuestro control.
Aquí en Barcelona tendrá lugar en octubre el Foro Mundial por la Paz en donde espero se proponga el consenso del uso de tecnologías solo para el bien de las personas que sería de los más importantes de la historia de la humanidad. Algo tan difícil y sencillo como hacer el bien tecnológico sin mirar a quien del planeta.
Un visionario humanista como Eduard Punset hace años ya decía que “el altruismo será la mentalidad del futuro” y debe ser así para tener un futuro viable que ya está aquí.
PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, troyanos y trolls y rodearos de SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores.
*** Áurea Rodríguez es autora del libro 'Antes muerta que analógica' y experta en innovación y tecnología.