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Desde un tiempo a esta parte, los manuales de juego del posicionamiento online están patas arriba. No en vano, la llegada de la inteligencia artificial generativa anticipa una nueva revolución de calado en la forma en que los usuarios buscan, exploran y consumen información, pero también en cómo ese contenido desemboca en compras o decisiones con implicaciones económicas directas.

Las principales enseñas del sector no se han quedado paradas ante este empuje tecnológico. Google ya ha incorporado resúmenes de IA en muchas de sus búsquedas, Microsoft ha sustituido su motor -Bing- por una versión de su propia inteligencia artificial, Copilot. E incluso Amazon confía en la IA para hacer sumarios de sus productos y responder preguntas a través de un chatbot. Todo ello sin contar con el poderío en volumen de usuarios de ChatGPT o la inminente llegada de los agentes autónomos.

En cualquier caso, la tendencia de mercado sigue estando a años luz de lo que dicta el ritmo de la calle. En ese sentido, un estudio de Gartner revela que la confianza sigue estando claramente del lado de los motores tradicionales, mientras que los resúmenes y chatbots de IA despiertan más recelo que entusiasmo.

Según esta firma de análisis, el 53% de los usuarios afirma desconfiar de los resultados de búsqueda impulsados por inteligencia artificial. Esa percepción no es anecdótica, sino que incluso parece que la tecnología consigue el efecto opuesto: un 41% asegura que los resúmenes generativos hacen el proceso de búsqueda más frustrante que los métodos clásicos. La promesa de eficiencia y personalización choca con la realidad de una experiencia que podría tildarse incluso de estupidez artificial.

El desglose de la utilidad por escenarios confirma esta distancia. Para explorar productos sin una marca en mente, el 62% de los consumidores prefiere motores de búsqueda tradicionales, frente al 37% que se inclina por los resúmenes de IA y al 30% por los chatbots. La brecha es similar cuando la búsqueda se centra en marcas concretas (50% vs. 28% y 26%).

Incluso en etapas más cercanas a la compra, los motores tradicionales mantienen la delantera. A la hora de buscar la mejor oferta, el 46% sigue recurriendo a buscadores clásicos, mientras que la inteligencia artificial apenas convence a dos de cada diez usuarios. Y en el momento de la compra final, la utilidad percibida cae en picado: solo un 12% confía en buscadores tradicionales, frente a un 7% en resúmenes de IA y un 6% en chatbots.

Por si fuera poco, lo más significativo de este estudio es el rechazo explícito a la inteligencia artificial: un 41% no ve valor alguno en los resúmenes de IA y un 47% tampoco en los chatbots. Y más todavía: un 61% quiere tener la opción de activar o desactivar las funciones de IA en los buscadores.

Falta de confianza

Para Gartner, esta brecha responde a un déficit de confianza. “El impacto de la IA va más allá de mejorar la experiencia de búsqueda: altera cómo los consumidores interactúan con las plataformas y cómo las empresas deben abordar la visibilidad”, explica su analista Noam Dorros.

La conclusión a la que llegan en esta casa de investigación es que la batalla no se decidirá únicamente por innovación tecnológica, sino por la capacidad de construir confianza.

¿Qué hacer entonces en este momento de transición tan inestable? Gartner recomienda a las empresas reforzar su autoridad temática, publicar contenido profundo y bien investigado, y optimizar tanto para el SEO clásico como para los resúmenes generados por IA.

La pugna ya está en marcha, pero la encuesta deja una conclusión rotunda: sin confianza, la inteligencia artificial no conquistará el mercado de las búsquedas en internet.