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Muchos aún la recordarán (recordamos) por su viejo nombre, Techedge. Pero hace un par de años, la enseña cambió su nombre a Avvale, una terminología con resonancias italianas, inglesas y árabes, pero sobre todo, con vocación transformadora.

“Queríamos reflejar lo que hacíamos con los clientes. Además, había tropecientos Techedge. Sin embargo, Avvale es un nombre único”, introduce su Managing Partner en España, José Manuel Nieto, en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.

La consultora Avvale vive un momento dulce. Con un crecimiento del 30% y una plantilla en España que supera los 850 profesionales, 3.500 a escala global, la firma ha consolidado un posicionamiento intermedio entre las grandes tecnológicas y las boutiques especializadas. “Cada vez hacemos proyectos más estratégicos, más relacionados con la gestión de procesos de negocio y menos con la tecnología pura, que era nuestro origen”, reza el ejecutivo.

La meta es ambiciosa: alcanzar los 1.000 millones de euros en facturación en 2030. “Estamos en la línea, estamos en los hitos que nos vamos marcando”, asegura Nieto. La expansión internacional se enfoca ahora en Centroeuropa y Estados Unidos. “En EE.UU. no hay empresas intermedias que sean capaces de gestionar la empresa mediana norteamericana. Vemos un mercado descomunal”, dice tras haber adquirido recientemente una firma en Francia y explorar nuevas oportunidades en Alemania.

Pero si algo caracteriza a Avvale es su peculiar equilibrio: suficiente agilidad para competir con gigantes como Accenture o las Big Four, pero con la capacidad técnica y estratégica que no siempre ofrecen las consultoras muy especializadas. “Nos sentimos fenomenalmente bien en ese mercado intermedio. No tenemos el tamaño para soportar a una Telefónica, pero tampoco somos una firma que solo hace compras o manufacturing. Somos el referente de ese mercado intermedio”.

José Manuel Nieto pone énfasis en la propiedad compartida de la firma como elemento diferencial: “Casi todos los directivos de Avvale somos copropietarios. Nos jugamos nuestro prestigio personal y nuestro dinero en cada proyecto. No es lo mismo que trabajar para un fondo de inversión”. Dardo directo a muchos de los competidores que están consolidando esta industria con ese regadío de dinero del capital riesgo.

El impacto de la inteligencia artificial

Avvale ha hecho de la adaptación su seña de identidad, máxime en los tiempos en que la inteligencia artificial entra en juego. “Antes la consultoría era informatizar procesos de negocio. Ahora vemos que partes del trabajo humano pueden ser sustituidas por agentes. Es una nueva forma de consultoría que no existía. No se trata de cyborgs físicos, sino de personas aumentadas con agentes de inteligencia artificial que permiten escalar sus capacidades”, explica Nieto.

Por el momento, la enseña cuenta con una división especializada en IA, además de incorporar ingenieros de software a sus equipos de consultoría. “Estamos acostumbrados a desarrollar software propietario. De hecho, tenemos una empresa de software dentro de Avvale”, afirma Nieto, quien reconoce que la demanda de propiedad intelectual por parte de los grandes fabricantes —como SAP, Microsoft u Oracle— se ha disparado.

El caso de SAP, principal negocio de esta consultora, ilustra especialmente bien el giro que está dando la industria del software empresarial. “Ahora SAP se ha convertido en un fabricante cloud que ha reducido la cantidad de funcionalidad que ofrece. Su ERP en la nube es básico, muy básico”, alerta Nieto. Esta transformación responde tanto a motivos técnicos —como la dificultad de mantener software con millones de líneas de código— como a una lógica bursátil: “El mercado no valora la funcionalidad, sino los ingresos recurrentes y la previsibilidad que ofrece el modelo cloud. Por eso Salesforce llegó a valer más que SAP, y ahora SAP vale más porque ha seguido esa misma vía”.

El problema, subraya, es que los fabricantes están cambiando, pero las necesidades de las empresas no. “Las compañías siguen necesitando la misma funcionalidad, así que cuando migran a la nube, lo hacen hacia un software con menos cobertura. Y alguien tiene que desarrollar lo que falta”. Ahí es donde entra Avvale, que lleva dos décadas construyendo propiedad intelectual y ahora encuentra una oportunidad estratégica: “SAP va a clasificar a sus partners por la IP que desarrollen. Y aunque puede sonar bien, en realidad es un poco malicioso: el cliente pasa de tener a SAP como desarrollador experto a tener que confiar en un partner cuyo negocio no era desarrollar software”.

La filosofía de Avvale se extiende también a la sostenibilidad, una prioridad estratégica para la compañía. “Solo la tecnología puede hacer que las empresas sean rentables aplicando criterios de sostenibilidad. Hemos hecho proyectos chulísimos, como uno para optimizar paneles solares que conviven con cultivos de vid”, explica José Manuel Nieto. Sin embargo, reconoce que en España hay menos demanda que en otros países como Italia o Estados Unidos: “Aquí si no nos obligan, no hacemos las cosas”.

Otro reto mayúsculo es el del talento: “Somos 100% teletrabajo. Hay personas que nunca han pisado una oficina de Avvale. Eso complica la construcción de una cultura común”, admite. Aun así, la rotación se mantiene en cifras similares a las del sector de la consultoría (14%), gracias a una gestión atenta del compromiso y la comunicación interna.

A medio plazo, la compañía se centra en mantener el rumbo hacia los 1.000 millones. ¿Y después? “No soy capaz de contestar a esa pregunta. Ahora tenemos esta disrupción de la IA que creo que va a cambiar drásticamente el panorama. Veámoslo como algo positivo, como otra revolución que transformará la forma en que trabajamos y vivimos”, concluye.