Las claves
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Con el final de noviembre comienza la temporada más consumista del año. Un momento que antes se retrasaba a mediados de diciembre y que, desde hace un tiempo, se ha adelantado unas semanas.
El Black Friday se ha convertido en el pistoletazo de salida de la campaña navideña, con una inabarcable oferta de descuentos y mensajes que empujan a comprar más y más rápido.
Junto al textil, la electrónica de consumo copa buena parte de las ventas de ese día y los sucesivos. Lo que no se ve es el destino de los equipos que se desechan antes de agotar su vida útil. Cada impulso de compra alimenta una montaña de residuos que no deja de crecer.
Las cifras ayudan a entender mejor el problema. Sólo en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) en todo el mundo, de los que únicamente se recicló de forma fiable el 22,3%. Si no se pone remedio, se estima que la cifra alcanzará los 82 millones en 2030.
En la Unión Europea, ese mismo 2022 se recogieron 11,2 kg por persona (unos 5 millones de toneladas), lo que se acerca a una tasa media del 40%, lejos del objetivo establecido del 65%.
Entrega efectiva
La pregunta es sencilla: ¿qué hacer para que más dispositivos entren en el canal correcto? La respuesta también lo es: “Hay que facilitar desde el inicio el proceso de recogida separada de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos”, defiende el director de Ecolec Waste Hub, Luis Moreno Jordana, en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.
Para que esto suceda hay tres retos a resolver: “Hacer fácil la entrega, asegurar la trazabilidad y priorizar la reutilización cuando es viable”, enumera el directivo. Empezar bien desde el principio suele asegurar un buen resultado, y también lo es concienciar a la población.
Ecolec impulsa desde 2017 la iniciativa #GreenShop, una red de más de 1.000 puntos de venta donde el ciudadano puede dejar pequeños RAEE que garantizan su correcto tratamiento y gestión medioambiental.
En paralelo, activa la campaña informativa #GreenWeek, para llevar la sensibilización a la calle y al comercio local. Este año, la iniciativa vuelve junto al Gremio de Comerciantes de Electrodomésticos de Cataluña con presencia en Badalona, L’Hospitalet, Girona y Tarragona. El objetivo es llevar estos mensajes al lugar donde se decide la compra y donde surgen muchas de las dudas que tiene el usuario.
Además, este año la Semana Europea de la Prevención de Residuos se centra en los RAEE. Y se celebra coincidiendo con ese arranque consumista del Black Friday, del 22 al 30 de noviembre
Pero estas acciones sirven de poco si no se mide su impacto. “Los indicadores que empleamos son el número de personas informadas y las interacciones que tenemos en nuestras redes sociales; con esta información y las ratios de recogida por comunidad autónoma y provincia, preparamos las siguientes iniciativas”, explica Moreno Jornada.
Trazabilidad para seguimiento
Unas evidencias con las que Ecolec quiere “construir confianza”, y a las que añade una auditoría anual de toda su gestión con profesionales externos independientes. El propósito no es otro que verificar que lo recogido se recicla y valoriza correctamente. “Con esta información, contamos con los datos para pedir más compromiso al consumidor y a los comercios”, apunta el portavoz de Ecolec.
Entrando en más detalle, explica que en los equipos más sensibles (como grandes electrodomésticos de carácter peligroso) el seguimiento es unitario. Desde 2010, en Ecolec emplean etiquetas de radiofrecuencia para saber en qué fase está cada aparato hasta su entrada en planta, “lo que reduce desvíos y mejora la calidad del tratamiento”.
De hecho, el nuevo marco europeo regula todo el ciclo de vida de pilas, acumuladores y baterías -también de los medios de transporte ligero- y empuja hacia la circularidad. “En el flujo de RAEE gestionado por Ecolec, los tratamientos se mueven en porcentajes mínimos del 85% de reciclaje y recuperación, con fracciones que superan el 90%”, afirma el directivo.
“La prioridad es mantener esos niveles con las mejores técnicas disponibles y un control riguroso de costes de gestión”, añade.
Esta trazabilidad también sirve para optimizar toda la cadena logística: facilita la planificación de rutas, tiempos y capacidades, “sin perder de vista la seguridad ambiental”. Como resultado, los procesos son más transparentes y permiten explicar con datos qué ocurre con esos equipos tras la entrega.
“Cuando el usuario percibe que su gesto llega a buen puerto, la cadena se retroalimenta: más confianza, más entregas y, en consecuencia, mejores tasas de recuperación”, enumera.
Reutilizar antes que reciclar
Porque no toda la basura electrónica, o de cualquier otra índole, ha de ir a un vertedero para su trituración y reciclaje. Existe la alternativa de la reutilización, de dar una segunda vida a esos productos. Una línea de trabajo que lleva largo tiempo sobre la mesa, pero que avanza a marchas forzadas.
Cuando es viable, esta reutilización multiplica el impacto al mantener el uso de los equipos durante más tiempo, reducir la presión sobre materias primas que escasean y rebajar la huella de carbono.
Se trata de una actividad complementaria al reciclaje, no un sustituto, que, sin embargo, avanza a marchas forzadas a pesar del “enorme potencial en los equipos de informática y telecomunicaciones”.
Empresas sociales ya están en ello, y el programa Digitalización Sostenible de Ecolec demuestra lo adecuado que es optar por esta vía: ya ha entregado equipos reacondicionados a más de 25.000 personas en situación de vulnerabilidad. Así es como la circularidad potencia, además, la inclusión digital.
“Nuestra prioridad es reutilizar si se puede, y reciclar bien cuando no”, subraya Moreno Jordana. “Y, en ambos casos, asegurar que el dispositivo entra por canales autorizados”
