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No es un simulador al uso, ni utiliza gafas de realidad virtual, ni tecnología de videojuego, aunque en determinados momentos pudiera parecerlo. Es un sistema digitalizado para entrenamiento con armas de verdad y fuego real, basado en machine learning, lo que AccuShoot ha presentado en la feria Internacional de la Defensa (FEINDEF) en Madrid, con una versión reducida de una galería de tiro.

“Esta tecnología es, al tiro [con armas de fuego], la digitalización equivalente al cambio de la máquina de escribir por el ordenador”, afirma Francisco Martín, un sevillano bien conocido como fundador y CEO de BigML, empresa estadounidense pionera en machine learning ubicada en Corvallis, Oregón.

Martín lleva más de 30 años en ello. Y en 2020 lanzó la nueva compañía “como un spinoff”, con sede también en Corvallis. El producto que ofrece lleva menos de un año en el mercado, tras un laborioso proceso de desarrollo.

"Esto nace de mi pasión por la inteligencia artificial y el machine learning, junto con mi pasión por las armas, que desde pequeñito me gustaban. Es la intersección. El machine learning puede ayudar en la visión por computador a identificar determinados patrones y eso es lo que hacemos", declara Martín a Disruptores.

"Estamos viendo en la digitalización del tiro, lo mismo que la inteligencia artificial o la informática en general han hecho para muchas otras industrias y disciplinas. El tiro es una industria muy tradicional, las armas son diseños muy antiguos y alguien tenía que innovar en ese área", incide Martín.

Francisco Martín explica el funcionamiento del sistema. Julio Miravalls

Lo que hace la tecnología de AccuShoot es utilizar un sistema dotado de un proyector, una cámara para visión computerizada y un pequeño ordenador integrado, capaz de ejecutar de manera autónoma los algoritmos de aprendizaje para seguir en tiempo real a dónde van los disparos del tirador y recoger con detalle cada disparo y crear un sistema de análisis de datos. Todo el equipo cabe en una maleta mediana.

En el otro extremo de la galería de tiro se planta una pantalla compuesta de tres capas. La primera de ellas es una lámina plástica blanca, sobre la que el proyector muestra los objetivos; una segunda capa es de un material absorbente, tipo foam, que amortigua los proyectiles; y una tercera, de PVC, los frena lo suficiente para que, al terminar de atravesarla, no haya rebotes peligrosos.

Evitar el riesgo de rebotes

"Un impacto en una pantalla es parte de un patrón. Lo que hemos diseñado es una serie de algoritmos que permiten la identificación en tiempo real", detalla el CEO de AccuShoot. "A partir de ahí, nos permite hacer una serie de escenarios dinámicos".

Ese es uno de los aspectos que más entusiasma a los profesionales de fuerzas militares y policiales y a los aficionados a las armas: los blancos no son las típicas dianas estáticas de una galería de tiro.

Durante la sesión las dianas se pueden presentar en formatos clásicos, o con cualquier tipo de presentación, como un videojuego. Pueden moverse, acercarse, alejarse y entremezclar diversos objetivos, con la opción de que algunos deben ser preservados sin recibir disparos. Son ‘inocentes civiles’. Incluso pueden presentarse imágenes de acción real, obtenidas de vídeos de las cámaras corporales de agentes policiales.

"En Estados Unidos hay una web de donde se pueden obtener las imágenes de las bodycams", nos dice uno de los integrantes del pequeño stand con forma de galería de tiro, por la que este periódico vio desfilar en poco rato a bastantes militares de alto rango de los ejércitos españoles, algunos extranjeros, y fuerzas policiales.

Así se ve la versión reducida de la galería de tiro presentada en Feindef. Julio Miravalls

Por cierto, un militar estadounidense ofreció un recital de puntería y eficacia mientras las dianas mostradas eran más o menos previsibles.

Pero también demostró lo difícil que puede ser utilizar un arma en una situación real, cuando trataba de alcanzar a un sujeto que surge súbitamente armado de un coche y corretea de un lado a otro de la pantalla, acosado por dos policías, en un vídeo tomado de una acción de la vida real.

Capacitar a las fuerzas policiales

Ese es uno de los grandes argumentos para la innovación que propone Martín: "Se trata de que quienes tienen que utilizar armas, a los que hemos delegado su uso en el caso de España para garantizar nuestra seguridad, tengan el nivel de desempeño que pueden necesitar para estar en la calle con un arma. No es lo mismo para el Ejército. O para los civiles en los Estados Unidos, donde el uso de las armas es mucho más común".

Martín advierte que cada país marca diferencias en esta materia. "Hay países que son más amigables a las armas [para la ciudadanía]. Como todos los limítrofes con Rusia. En Finlandia, por ejemplo, hay 700.000 reservistas. Muchos de ellos se entrenan tres veces a la semana con armas de fuego. El acceso está mucho más distendido. Y eso no causa que más personas las utilicen para hacer cosas dañinas. Para eso se pueden utilizar armas de fuego, cuchillos, coches… se puede utilizar cualquier cosa".

todos los dispositivos del sistema, en una maleta. Julio Miravalls

Alguien sugiere en la conversación que un miembro de los cuerpos policiales españoles no suele disponer de más de 50 balas al año para su entrenamiento. Sin verificar ese dato (pero recordemos el escándalo que se armó por la compra de 15 millones de balas israelíes, quedando de manifiesto la carencia de suministro), lo que sí asevera Martín es que un particular, como él mismo, puede en Estados Unidos disparar 500 o hasta un millar de proyectiles en una sola sesión en un campo de tiro. Allí es una actividad totalmente normalizada.

“Contamos con muchas instalaciones que empiezan a tenerlo [el sistema de AccuShoot], tanto outdoors, o sea en el exterior, como en interior”, señala. "Empezamos con un pequeño campo de tiro en una ciudad que se llama Lebanon, en Oregón, donde hemos hecho una serie de experimentos. Ahora hemos terminado comprando el 20% de ese de ese campo para poder testear nuestras unidades antes de venderlas".

"Tenemos clientes en Indonesia, Brasil, Suiza... Y estamos haciendo las primeras demostraciones en España"

Francisco Martín, CEO de BigML

“Tenemos clientes en Indonesia, en Brasil, en Suiza… Y estamos ahora haciendo las primeras demostraciones en España. Hicimos una demostración antes de Navidades para los grupos de especiales de la de la Guardia Civil. Tenemos otra programada en Valencia”, señala Martín. Uno de sus colaboradores comenta que, sin haberse fijado todavía el precio, un equipo podría costar en torno a los 30.000 euros.

Por supuesto, lo que se mostró en el recinto de la Feria de Madrid no era el sistema tal y como se ha descrito hasta ahora. "Pedimos permiso para usar pistolas de verdad, pero no nos lo dieron", comentan resignados en el stand. De hecho, los controles de seguridad para acceder a los cuatro pabellones ocupados por FEINDEF era rigurosísimo, provocando largas colas. Ni por asomo iban a consentir que alguien colase un arma en la feria del armamento.

Pistolas láser

En lugar de armas de fuego, la demostración se hizo con pistolas que proyectan un destello láser, añadiendo al sistema una cámara que detecta la luz que alcanza la pantalla. "No es lo mismo, claro, falta el retroceso de un disparo real y el sonido", señala uno de los demostradores. Aunque también consideran interesante, como parte de entrenamiento, el uso de las pistolas láser, sin consumir munición. Como entrenamiento básico es válido.

Pero la actividad, según la ha diseñado AccuShoot, se basa en usar fuego real. "El sonido del disparo es algo que siempre impresiona y desconcierta un poco al que no tiene costumbre”, señala Martín. “Siempre practicamos con protectores auditivos".

Pistolas láser utilizadas para la demostración en IFEMA durante Feindef. Julio Miravalls

La cámara que utiliza el sistema de visión es térmica. Traza la trayectoria de cada disparo siguiendo con precisión la huella de calor del proyectil hasta que impacta en la pantalla, sincronizándose con lo que se ve en ella y registrando el dato para el historial del tirador. Así puede verificarse no solo su eficacia en una sesión, sino su evolución.

“El sistema se puede utilizar sin acceso a la nube, pero también se puede conectar para almacenar los datos fuera. Entonces ofrece todo tipo de análisis. Las agencias policiales que no quieran compartir sus datos y tengan una cuenta para cada agente pueden tener su análisis particular, ver qué tipo de entrenamiento ha seguido cada uno y cuánto tiempo necesitan entrenar para tener el nivel adecuado”.

Resulta todo tan real, comenta a DISRUPTORES uno de los integrantes del equipo, que tras un viaje a Hawái, para hacer una demostración, la maleta con los dispositivos no pudo regresar al continente: la seguridad del aeropuerto detectó restos de explosivos. Aquello olía a pólvora. ¿Pudieron luego recuperarlo? "Por Federal Express se puede mandar cualquier cosa…", responde con una sonrisa.

En cuanto a la pantalla, que recibe los impactos, la pregunta que repite la mayoría de los visitantes del stand es cómo queda después del tiroteo. Cuánto puede aguantar.

"El sistema se puede utilizar sin acceso a la nube, pero también se puede conectar para almacenar datos fuera"

Francisco Martín, CEO de BigML

"Cada disparo deja un agujero, pero no se aprecia", responde uno de los asistentes. A la cámara térmica no le confunden los agujeros anteriores. "Lo que ocurre es que se va deteriorando y normalmente se sustituye cada cinco o seis mil tiros. Aunque podría seguirse utilizando hasta con más de diez mil".

Lo cual, en realidad, no parece demasiado, si se considera que el sistema informático tiene capacidad para detectar hasta 2.000 disparos por segundo. En los vídeos que muestra en su móvil el CEO de AccuShoot se ven prácticas, en galerías estadounidenses, con todo tipo de armas. Incluidos subfusiles disparando a ráfaga.

Mientras, Martín y sus asociados siguen pensando en sucesivas mejoras. Su dispositivo permite ya registrar la actividad simultánea de varios tiradores, sin confundirlos. Lo próximo puede ser utilizar tres pantallas a la vez, o una pantalla de mucho más tamaño, que se pueda alejar más del proyector. “La clave es la resolución [de la cámara] que podemos manejar”, indican.

"Y cada vez vamos mejorando los componentes y son más pequeños", concluye Francisco Martín.