J. Arnau
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Muy pocas veces los gobiernos autonómicos van más allá de la promoción de sus ayudas económicas, de las condiciones requeridas para optar a ellas, del objetivo que se persiguen o del presupuesto que se dedica a ese fin.

Canarias sí lo hace, al menos en lo referente a las ayudas a la innovación o al impulso tecnológico. Lo que hace la región insular, además de lo mencionado anteriormente, ir al caso de uso concreto que, con su ayuda, se ha podido desarrollar.

En este inicio de diciembre, de hecho, el gobierno canario ha mostrado tres proyectos derivados de diferentes programas de ayuda.

El primer bloque de ayudas al impulso de la innovación viene de las subvenciones concedidas por la Consejería de Universidades, Ciencia e Innovación y Cultura a proyectos de innovación en áreas estratégicas de la RIS3 Ampliada, cofinanciadas en un 85% por la Unión Europea a través del Programa FEDER Canarias 2021-2027.

En este bloque aparecen dos beneficiarias. Una de las diez empresas beneficiarias es Qraneos. La empresa llevará a cabo el proyecto VECA-EPI – Sistema portátil de detección de riesgos invisibles en entornos laborales, una solución innovadora destinada a reforzar la seguridad en el trabajo mediante tecnologías avanzadas.

VECA-EPI consiste en el desarrollo de un Equipo de Protección Individual inteligente, capaz de monitorizar en tiempo real la exposición de trabajadores y equipos a gases tóxicos, ruido, partículas, temperatura, humedad u otros agentes ambientales peligrosos. El dispositivo integra múltiples sensores en un único wearable configurable, conectado a una plataforma central mediante tecnología inalámbrica.

El sistema incorpora inteligencia artificial para analizar patrones de riesgo, anticipar condiciones peligrosas y emitir alertas inmediatas, contribuyendo así a reducir accidentes y prevenir enfermedades profesionales.

La subvención concedida asciende a 198.093 euros y el proyecto tendrá un plazo de ejecución de 18 meses, entre julio de 2025 y diciembre de 2026.

VECA-EPI se alinea con las áreas prioritarias de salud y bienestar definidas en la Estrategia RIS3 Ampliada, contribuyendo al avance de soluciones tecnológicas que mejoran la calidad de vida y la protección laboral en Canarias.

Otra de las empresas beneficiarias de este programa es Rictel. Gracias a esta subvención, la compañía desarrollará el proyecto de innovación ASTEROIDE-SPAD: Espectroscopía para Minería Espacial y Defensa Planetaria.

El proyecto busca incorporar la espectroscopía, técnica que permite descomponer la luz de un objeto celeste en sus distintas longitudes de onda, revelando información crucial sobre su composición química, temperatura, velocidad, contenido de metales o agua y otros parámetros físicos esenciales.

Para ello, Rictel colaborará con la Liverpool John Moores University (LJMU) en el rediseño y adaptación del espectrógrafo LOTUS, previamente operativo en el telescopio Liverpool de La Palma. Este trabajo conjunto dará lugar a LOTUS-X, una versión más compacta, robusta y optimizada del instrumento, que se instalará en uno de los focos Nasmyth libres del TTT3.

La subvención concedida asciende a 291.600 euros, y el proyecto se desarrollará en un plazo de 18 meses, entre mayo de 2025 y octubre de 2026.

La red CIDE

La tercera iniciativa innovadora proviene de la labor de ayuda que ejerce la red CIDE. La Red Canaria de Centros de Innovación y Desarrollo Empresarial es una iniciativa del Gobierno de Canarias con financiación europea con centros repartidos por las islas coordinados por el Instituto Tecnológico de Canarias.

Su objetivo es apoyar a las empresas canarias en la mejora de su capacidad de innovación, competitividad y sostenibilidad.

En este caso, una de las empresas beneficiarias de la red es la grancanario Coffee Fungi, con un proyecto que convierte el café usado y los residuos agrícolas en un recurso de valor, aplicando la economía circular para producir setas gourmet y funcionales.

En este tiempo ha logrado consolidar su modelo de negocio y avanzar hacia nuevos productos agroecológicos, y está identificado a través de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE).

Coffee Fungi es un proyecto emprendido por Cristina Polo Ortiz y Maxime Pennequin, dos veterinarios que decidieron unir ciencia, sostenibilidad y amor por la naturaleza para crear una iniciativa que reinterpreta la producción de alimentos desde la economía circular. Su lema es simple pero poderoso: "En la naturaleza no existen los desechos: todo se transforma".

Desde su instalación en contenedores marítimos adaptados al cultivo de setas, Coffee Fungi cultiva especies como las conocidas como seta ostra, seta rosa, melena de león y shiitake, utilizando posos de café y residuos agrícolas locales —como hojas de platanera o paja— como sustrato.

Su modelo combina la innovación tecnológica con la sostenibilidad ambiental, produciendo alimentos saludables, minimizando el desperdicio y generando impacto social a través de talleres, visitas guiadas y actividades de divulgación micológica.

"Nuestro objetivo es cerrar el ciclo natural de los recursos. Lo que para otros es un residuo, para nosotros es el inicio de un nuevo proceso productivo", explica Cristina Polo, cofundadora del proyecto.

Además, Coffee Fungi devuelve a los agricultores el sustrato postcosecha como fertilizante natural enriquecido con micelio, contribuyendo así a regenerar los suelos agrícolas y fomentando la colaboración local.