Con la irrupción del blockchain que globaliza transacciones, la aceleración de la transformación digital, los efectos del cambio climático y los nuevos descubrimientos han surgido los destinos tecnológicos con un concepto más allá de lo económico.

En este sentido, por ejemplo, los Emiratos Árabes decidieron antes de la pandemia y la crisis del petróleo, crear Neom, un paraje compuesto por ciudades del futuro para nómadas posdigitales, creadas desde cero con las mejores tecnologías para poder vivir, disfrutar y trabajar teniendo presente el concepto human-centric, o las diferentes necesidades de las personas en el centro.

The line se está construyendo como una ecociudad en línea en medio del desierto para las personas que sueñan en grande y quieren ser parte de la construcción de un nuevo modelo para la vida sostenible (con la mayor planta de hidrógeno renovable del mundo), el trabajo y la prosperidad.

En un nivel más turístico, se organizan viajes de criptografía y cruceros para entusiastas del blockchain y los criptoactivos con escalas para conocer, por ejemplo, el Valle de Cripto en Zug, en el centro de Suiza. Es el criptoturismo. Incluso se han buscado personas interesadas en habitar la isla Satoshi (nombre del creador del bitcoin) en el Pacífico Sur. Según sus promotores, la isla Satoshi está lista para convertirse en una criptoeconomía del mundo real y una democracia basada en blockchain, un nuevo Luxemburgo.

Estos lugares son clubes exclusivos de personas con intereses y niveles económicos similares, pero la verdad es que estas personas necesitan al resto porque su mercado es el mundo y hoy en día todo está interconectado. Puedes vivir en una isla, pero vives del planeta.

Los nuevos faraones son el 1% de la población mundial, que concentra ya el 45,6% de la riqueza mundial y sigue creciendo, según el informe del World Inequality Database. Dentro del 1% existen muchos mil millonarios, una gran mayoría de ellos propietarios de las mayores empresas tecnológicas del mundo. De hecho, según la lista Forbes, entre las 10 personas más ricas del mundo se encuentran los propietarios de Google, Amazon, Oracle, Tesla y Microsoft.

Aparte de inversiones en empresas tecnológicas dedicadas a las telecomunicaciones, movilidad, espacio o longevidad, ahora algunos de ellos proyectan ciudades utópicas como es el caso de Snailbrook, en Texas, en donde Elon Musk busca construir una ciudad para los trabajadores de The Boring Company; o Startbase, cerca de SpaceX, una nueva versión de las colonias industriales del siglo XIX pero en este caso con menos Gaudí y más tecnología.

En la misma línea que NEOM, está Telosa, una nueva ciudad bajo el lema de la equidad y la sostenibilidad para 50.000 personas que implica igualdad de acceso a la educación, la sanidad y el transporte. Los residentes se desplazarían en vehículos autónomos y todo funcionaría con energías renovables.

Todos ellos tienen en común tres cosas: sus propietarios son millonarios tecnológicos, aspiran a crear sus pirámides conectadas y aplican esta misma tecnología para diseñar edenes tecnológicos.

PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores.