Decía el escritor británico Cyril Connolly que ninguna ciudad debería ser tan grande que no se pudiera salir de ella a pie en una mañana. La propuesta, sin embargo, parece irrealizable en las ciudades actuales, caracterizadas por su crecimiento y con tendencia a la concentración de habitantes. Pero, aunque recorrer a pie en una mañana muchas ciudades españolas y del mundo sea complejo hoy día, hay algo a lo que no tenemos ni debemos renunciar y es a que nuestras ciudades vuelvan a convertirse en entornos habitables en los que el bienestar y la salud de la ciudadanía estén en el centro.

Son muchos los factores que intervienen en que un núcleo urbano sea más o menos agradable y asequible para las personas que lo habitan, pero, sin duda, uno de los más determinantes tiene que ver con la forma y las opciones de desplazamiento dentro de él.

Según las previsiones, en 2050 el 70% de la población mundial residirá en grandes ciudades. La manera en la que esas personas se desplazan no solo provoca atascos o congestión, sino que también impacta directamente sobre la calidad del aire: un tercio de las emisiones contaminantes proceden del transporte y, en gran parte, son la consecuencia de un uso masivo del coche privado.

Los núcleos urbanos son, por tanto, espacios en los que hay que fomentar una nueva movilidad aplicando modelos de transporte, tanto individuales como colectivos, que aprovechen el potencial de la tecnología y sean sostenibles, y las nuevas alternativas emergentes tienen el potencial de proporcionar estas opciones para todos aquellos que habitan en las ciudades.

La situación de emergencia global en la que estamos inmersos nos ha ayudado a comprender y reflexionar aún más sobre cómo nos desplazamos y las repercusiones que esto tiene. Resulta evidente que estamos ante el comienzo de una manera revolucionaria de movernos mediante el uso de sistemas de transporte más limpio, eficiente  y compartido.

Durante la desescalada muchos españoles comenzaron a optar por soluciones de movilidad compartida: cerca de un 30% afirma utilizar ahora la bicicleta eléctrica compartida, un 24% opta tanto por el carsharing como por el patinete eléctrico compartido y el 23% utiliza servicios de motosharing, tal y como confirman los datos del último estudio elaborado por Toluna —compañía especializada en investigación online—.

En Madrid, por ejemplo, según un reciente informe de movilidad llevado a cabo por el Ayuntamiento, los ciudadanos han modificado sus preferencias a la hora de moverse, y la bicicleta y los paseos ya son el segundo medio de transporte representando un 32% de los desplazamientos. Ya antes de la pandemia la Comunidad de Madrid se situaba entre las 10 regiones de Europa con un porcentaje de uso de modos de transporte sostenible más elevado.

Es un hecho que esta nueva movilidad forma parte de nuestra vida diaria, y tal es así que un 44% de españoles manifiesta utilizar a diario una o más apps de movilidad  para sus desplazamientos y viajes, según los datos del estudio 'Los europeos y las apps de movilidad', elaborado por el RACC y el Observatorio Europeo de Movilidad de la Federación Internacional del Automóvil (FIA). Según el informe La nueva Movilidad de Oliver Wyman en 2030 la mitad del transporte terrestre estará vinculado a vehículos compartidos o de alquiler con conductor (VTC).

Aunque, sin duda, lo realmente interesante es lo que hay bajo esas cifras y es la motivación que hay tras el uso de esas alternativas de movilidad. Hay criterios de eficiencia individuales, por supuesto, pero también una creciente conciencia social y medioambiental en este sentido. La encuesta de YouGov realizada por las ONG Transport & Environment y la Alianza Europea de Salud Pública confirma que los europeos demandan políticas de reducción de la contaminación del aire tras la experiencia del Covid-19 (68%) y un gran porcentaje de los encuestados expresa su apoyo a reasignar el espacio público para caminar y moverse en bicicleta y en transporte público.

Visibilizar esta realidad e impulsar el debate público es necesario para repensar nuestro modelo de movilidad bajo los criterios de eficiencia, sostenibilidad y flexibilidad, y promover al mismo tiempo el uso y aprovechamiento de todas las alternativas disponibles para contribuir a la mejora y cuidado del entorno y al bienestar de los ciudadanos. Es lo que consiguen iniciativas como la Semana Europea de la Movilidad que, bajo el lema Por una movilidad sin emisiones, se ha centrado en sensibilizar sobre las consecuencias negativas que tiene el uso irracional del coche en la ciudad tanto para la salud pública como para el medio ambiente.

Son pequeños pasos que solo podemos dar entre todos. Por eso, es tan necesario desarrollar un trabajo orquestado entre todos los actores del ecosistema de movilidad (ciudadanos, empresas privadas y administraciones públicas) para promover y fomentar el uso de un modelo de movilidad inteligente, compartida y sostenible que contribuya a reducir el impacto medioambiental en las ciudades y a mejorar el bienestar de la ciudadanía.

Smart Mobility

es el colectivo integrado en Adigital (Asociación Española de Economía Digital), que agrupa a las principales compañías de movilidad compartida, libres de emisiones contaminantes

Por José Luis Zimmermann, director de Smart Mobility