Aquello del new normal, traducido como la nueva normalidad al español, no es nuevo ni exclusivo de esta crisis sanitaria: es ya un viejo conocido y manido recurso en la retórica moderna. Ya en la crisis de 2008, se empleó la nueva normalidad para hablar del escenario abierto tras ese varapalo. E incluso antes se usaba para referirse a los cambios iniciados por la digitalización.

Por eso, si aceptamos la premisa de que tras el coronavirus se establecerá un radicalmente diferente contexto político, económico y social, quizás deberíamos hablar de algo así como de nueva nueva normalidad. En este escenario (todavía pendiente de confirmar que se trate de una transformación estructural y no simplemente coyuntural) también se prometen alteraciones sustanciales en las prioridades y estrategias en el campo de la tecnología, ese mismo que ha marcado y definido gran parte de las últimas dos décadas.

Por lo pronto, la pandemia de la COVID-19 ha obligado a las empresas a adaptarse de forma rauda a unos requerimientos de los que llevamos mucho tiempo hablando, pero cuya implementación real se ha hecho de rogar hasta que el empujón de la enfermedad ha hecho su particular labor.

Nada que no sepamos hasta el momento. Tan solo hemos de fijarnos en los sectores que se han beneficiado (si así podemos catalogarlo) de esta pandemia en términos tecnológicos y aquellos que han frenado en seco sus inversiones en la materia. Salud, gobierno y educación son los únicos verticales que figuran en verde, por motivos obvios: la pandemia ha forzado a nuevos despliegues TIC en hospitales y centros de control de enfermedades, al mismo tiempo que se han habilitado canales de colaboración y videoconferencia que faciliten la educación en remoto e, incluso, la celebración de actos oficiales (desde ruedas de prensa hasta juicios) por métodos telemáticos.

En el lado negativo, tampoco hay sorpresas: transporte, industria o retail están en una situación de 'stand-by' que durará aún varios meses (o años, en las peores perspectivas) y que provoca, a su vez, que sus apuestas digitales también se queden congeladas hasta nuevo aviso. Con una nota al margen que debería preocuparnos sobremanera: son estos precisos sectores los que mayores presupuestos manejaban en las áreas consideradas como más disruptivas de las TIC, léase inteligencia artificial, blockchain o el internet de las cosas.

Pero, una vez más, esta es una instantánea del momento actual, marcado por la inestabilidad propia del caos imperante en el mundo. Cualquiera que vea la valoración bursátil completamente insana de Zoom puede dar fe de ello. Incluso empresas beneficiadas claramente por estas necesidades de comunicación admiten que este boom tiene fecha de caducidad, cuando vayamos entrando en esa nueva nueva normalidad. "Estamos viendo un pico de demanda por las soluciones de teletrabajo, pero ya está viniendo un período en que baja el nivel de negocio en general de las compañías TIC para luego empezar una recuperación cuya forma de la curva no conocemos", Gabriel Maestroarena, director de Canal en Cisco. "Luego vendrá una labor de reingeniería, en la que las prioridades de instituciones públicas y empresas privadas probablemente cambien".

¿Significa eso que la inteligencia artificial, la analítica de datos o el manido blockchain perderán su portagonismo en favor de -como muchos veníamos demandando- una digitalización real del backoffice, de los procesos de trabajo y de la infraestructura TIC base de las empresas? Todavía es pronto para saberlo, pero todo parece indicar que los tiros van en esa dirección. Con una única salvedad, una sola constante entre la normalidad, la nueva normalidad y la nueva nueva normalidad: la ciberseguridad.

Disruptores 59

Aunque siempre se puede ver el vaso medio vacío y ser incluso más negativos. ¿Y si lo que define la nueva nueva normalidad es simplemente mantener las máquinas funcionando? "Los CIO se han movido hacia la optimización de costes de emergencia, lo que significa que las inversiones se minimizarán y priorizarán en las operaciones que mantienen el negocio en funcionamiento, que será la máxima prioridad para la mayoría de las organizaciones durante todo el 2020", defiende John-David Lovelock , vicepresidente de investigación de Gartner. "Y la recuperación no seguirá patrones anteriores, ya que las fuerzas detrás de esta recesión crearán choques tanto del lado de la oferta como de la demanda a medida que las restricciones de salud pública, sociales y comerciales comienzan a disminuir".

Según las perspectivas de esta firma, todos los segmentos de negocio TIC experimentarán una disminución en 2020. De nuevo, tan solo algunos subsegmentos como los servicios de nube pública (que cae en otras múltiples categorías) vivirán un crecimiento del 19% en 2020. Y, por supuesto, la telefonía y la mensajería basadas en la nube y las videoconferencias  también verán altos niveles de gasto que crecerán a tasas del 8,9% y 24,3%, respectivamente. Si estas variaciones tan radicales en las prioridades de los CIO son algo pasajero o perenne solo lo sabe el destino.