Para hacer eficiente la comunicación global y planetaria a través de la red se inventó la aplicación de software que tengo como la mejor de la historia digital: el correo electrónico. Es un sistema de comunicación asincrónica ideal para comunicarse con personas cuya vida transcurre en una franja horaria distinta a la nuestra. Este medio se hizo de uso cotidiano en la comunicación entre científicos y mejoró ostensiblemente la relación entre ellos en todo el mundo. Fue, y sigue siendo, un instrumento de la ciencia, que aporta una enorme contribución a la colaboración entre investigadores que viven en diferencias geografías del mundo.

La mayoría de los internautas actuales no lo sabe, pero la invención del correo electrónico es una forma de comunicación electrónica personal a distancia por red mucho anterior incluso a internet y, por supuesto, muy anterior a la invención en el CERN de la Web por Tim Berners-Lee en noviembre de 1989.   

Lo asincrónico vs. lo sincrónico en el internet de hoy

La enorme analfabetización tecnológica e ignorancia supina masiva sobre los fundamentos de la tecnología digital de una masa considerable de los actuales usuarios del internet social -por más que se crean los más modernos e informados- hace de ellos unos usuarios que en realidad, actúan con una candorosa ingenuidad, muy susceptible de engaño en el uso de la tecnología.

Son usuarios típicos de apps de ‘curva de aprendizaje cero’ a los que las consecuencias (incluso para ellos mismos), de lo que hacen con internet y la tecnología parece no importar. Ello les hace objeto principal de manipulación masiva en el mercado digital mundial de las redes sociales, ya que dan los pasos que el fabricante les induce sin el menor uso de pensamiento crítico.

Esto nos ha llevado a donde estamos hoy: un internet social en el que las falsas noticias y los bulos (en forma textual, gráfica o de ‘meme’) son extendidos y viralizados a gran escala de forma casi descerebrada, por las modas de la estúpida exigencia casi epiléptica, de una comunicación sincrónica centro de las prácticas sociales de internet tipo WhatsApp o Instagram. Ya está demostrado científicamente que, en dichas prácticas, las noticias falsas viajan y se extienden más intensiva y rápidamente en el internet social que los sucesos verídicos. Lo han demostrado para Twitter los científicos del laboratorio de ‘máquinas sociales’Media Lab del MIT. Esto no quiere decir que estas mismas apps y tecnologías no pudieran tener usos mucho más racionales y menos adictivos si hubieran sido diseñadas de otra manera, o con otros propósitos.

Apagones globales en las redes sociales

Mi modesta opinión es que fue el correo electrónico el que hizo ‘mayor de edad’ a internet y que han sido las malas prácticas de las redes sociales inducidas por los propios gigantes de internet los que lo han ‘infantilizado’. Aunque hay usos razonables y racionales son, sobre todo, las modas de internet y sus víctimas (internet fashion victims) las que han hecho del uso infantiloide y adictivo algo masivo y alejado del pensamiento crítico. De ello se culpa, sobre todo, a la gran industria del sector radicada en Silicon Valley a la que se acusa de poner en marcha tecnologías que se extienden globalmente con un diseño claramente adictivo.

Ahora Facebook, Instagram, Google Cloud y otras redes sociales han empezado a sufrir ‘apagones’ y caídas de servicio. Por ejemplo, esta semana Facebook ha dejado de funcionar correctamente al mismo tiempo que WhatsApp afectando a millones de usuarios en Europa, EEUU, América del Sur y Japón, como muestra la monitorización de Down Detector. En el portal para desarrolladores de Facebook se puede ver el ‘Estado de la plataforma’, ya que, supuestamente, informa del estado real de su servicio y ahí podemos ver esas ‘caídas’.

Caída global del servicio de Facebook, según ls Web de la propia Facebook. Foto A.P.

Caída global del servicio de Facebook, según la web de la propia Facebook.

La arquitectura mundial de internet es frágil por su complejidad. Cualquiera que lleve décadas usando la tecnología digital sabe que no es perfecta, que a veces falla y hay que arreglarla, y esto en ocasiones lleva su tiempo. Es algo racional. Sin embargo, no es racional lo que pasa con los usuarios, infantilizados tecnológicamente por los gigantes de internet, acostumbrados a la satisfacción inmediata y adictiva, tipo WhatsApp, por ejemplo. Entonces, ¿qué pasa si, de pronto, los juguetes que alimentan su adicción sin sustancia se mueren o no funcionan? Pues que tienen reacciones típicas e incluso usan términos como “lo estamos perdiendo”, como si se les hubiera muerto su querida mascota, o incluso algún familiar.

Si el apagón se combina con otros, como Google Cloud, etc., y ello sucede en breve espacio de tiempo y afectan al uso de cientos de millones de personas, este tipo de usuarios ya no lo tratan como una dificultad técnica que con el tiempo se solucionará, sino que reaccionan como ante una auténtica catástrofe natural de proporciones imaginarias gigantescas. Para algunos y algunas no poder seguir subiendo a ‘su’ Instagram continua y compulsivamente las fotos de su última tontería, les lleva a un estado de ‘ansiedad digital’, que raya lo psicótico. No hay más que ver las reacciones y los ‘memes’ de estos días protestando contra el apagón de sus juguetes digitales favoritos en las redes sociales.

'Caídas' de los servicios de de Internet Social de Google Cloud y sus ámbitos globales. Foto: A.P.

No creo que nadie llegue a hacer una huelga de hambre por ello, a lo más, dadas las fechas, las de Instagram harán una ‘operación bikini’ para aprovechar. Pero creo que estamos a un paso de que los genios del marketing de los monopólicos gigantes de internet inventen unos servicios de internet social ‘psiquiátrico’ para tratar a adictos sin sustancia, victimas de sus propios apagones de redes sociales. Lo veremos. Si no, al tiempo.

Es deplorable que estos usos infames de internet, por un lado por parte de los fabricantes de tecnología adictiva y, por el otro, de los adictos de internet, oculten verdaderos buenos usos de la tecnología y de la red. Todo ello lo está convirtiendo en un sinónimo de fábrica de adiciones, falsedades, maquinaria de manipulación social a gran escala y de un peligro para la libertad individual y para la democracia, cuando fue, y sigue siendo, si se usa bien, uno de las mayores conquistas tecnológicas de la humanidad.

Los malos usos no deberían enmascarar los mejores. Para ello, como dice Richard Stallman debemos usar la tecnología como queramos y para lo que necesitemos verdaderamente y no como nos diga la nueva ‘corporatocracia’ de los fabricantes tecnológicos. El uso de internet debe ser un instrumento de nuestra libertad individual y no lo contrario. Aunque no lo parezca hoy en día, en realidad, depende solamente de nosotros.