La cuestión es la que sigue: el Departamento de Policía de Nueva York ha pedido formalmente a Google que elimine la funcionalidad que permite compartir y localizar los controles policiales en la app Waze. Esta aplicación, comprada por Google en 2013, tiene precisamenre en su carácter social una de sus grandes virtudes, haciendo que sean los propios conductores los que informen del estado de la vía, retenciones, anomalías, radares o, en este caso, dónde están los coches de sirena azul esperando a la caza de locos al volante y otros delincuentes.

Según la misiva, "la publicación de dicha información para el consumo público es irresponsable ya que solo sirve para ayudar a los conductores borrachos o incapacitados a evadir los puntos de control y alentar la conducción imprudente". Hasta tal punto llega el cabreo de la Policía neoyorquina que tildan de "conducta criminal" el servicio de Google y amenazan con llevar a los tribunales al popular buscador. Obviamente, la postura de las autoridades norteamericanas es más que razonable, idílica si se prefiere: un control de polícia se establece para 'pillar' a los que se saltan la Ley y si éstos son alertados, dichos controles carecen de sentido alguno. El problema es que la teoría de que coartando la funcionalidad de Waze va a solventar este fallo no se sostiene por ningún lado. 

Igual que ha sucedido con el conflicto de los taxis y los VTC en nuestro país, prohibir una herramienta digital que supone un avance en muchas materias (como seguridad vial, al avisar de desperfectos en la carretera, o medio ambiente, al ofrecer rutas menos congestionadas) solo porque rompe con un modelo de gestión -policial en este caso- del siglo XX resulta algo (bastante) iluso. Máxime si de lo que estamos hablando de es un modelo colaborativo en Internet, imposible de detener: si se cierra Waze, en apenas segundos habrá diez apps similares que ofrecerán esta funcionalidad. 

A veces los dichos populares son los más sabios y uno de ellos reza aquello de "no se puede poner puertas al campo". Tratar de restringir la libertad de expresión en Internet, por muy noble que sea el propósito, va en contra de la pura lógica de la Red. Quizás les convendría ir pensando en otras alternativas...

rn