Seguramente resulte extraño que una empresa incluya la marihuana en sus reuniones diarias, máxime si esa compañía poco o nada tiene que ver con el cultivo o tráfico de esta sustancia. Y, sin embargo, este tema de conversación fue recurrente durante años en el seno del proveedor canadiense de electricidad BC Hydro. No era relevante porque en sus oficinas se regalaran 'porros' a diestro y siniestro, sino porque esta droga se había convertido en un problema realmente serio para su operativa diaria.

La historia es la que sigue: un hogar medio consume alrededor de 30 kilovatios por hora de energía al día. Pero en la red de BC Hydro había zonas donde había pérdidas de entre 300 y 3.000 kWh. Obviamente, se trataba de robos masivos de electricidad, con los cultivadores de marihuana como desgraciados protagonistas. Un fenómeno que no solo provocaba pérdidas masivas a la entidad (en torno a 100 millones de dólares anuales en el peor momento, allá por 2010) sino que también suponía un riesgo para la salud humana, dado lo rudimentario que son muchos de los empalmes que se realizan para robar la electricidad de los tendidos. La propia BC Hydro llegó a afirmar que seis de cada diez de estas explotaciones (que son legales en Canadá) no estaban pagando sus enormes facturas de la luz.

Las inspecciones en persona eran poco útiles, lentas e ineficaces, por lo que la dirección de la compañía decidió apostar por algo diferente: incorporar sensores de medición (smart metering) para detectar mejor dónde se producían las pérdidas de electricidad en su red. Dicho y hecho: en menos de cinco años se había reducido un 80% el robo de energía, en paralelo al despliegue de unos 5.000 sensores.

Hoy en día llamaríamos Internet de las Cosas a lo que BC Hydro llevó a cabo, aunque de aquella ni se les ocurriera ponerle un nombre a algo que solo buscaba dar respuesta a una necesidad clara de la empresa. Y es que esa es la filosofía que debería existir en la trastienda de toda innovación: resolver un problema mediante la tecnología. Parece obvio, pero vivimos en un momento en el que muchas veces se impone el 'postureo' de ser el más disruptivo, el más transformador o el primero en adoptar tal o cual sistema... aunque no sirva para nada.