A veces, cuando cierro los ojos, instantes antes de dormir, veo un lago azul, valles verdes y montañas enormes coronadas de árboles centenarios. De repente, siempre oigo un zumbido, una sombra que se proyecta sobre la tierra y que avanza poco a poco mientras lanza unas esferas extrañas que caen al suelo. No sé si debo protegerme, y así me entrego lentamente a los brazos de Morfeo, mientras esas esferas como burbujas enormes, parecen despertar y comienzan a abrirse. La vida empieza su curso

Esas burbujas han llegado allí de la forma menos natural y más autómata que podríamos imaginar; han caído de las alturas desde un objeto inanimado, desde un dron. CO2 Revolution es la empresa española que ha ideado este proyecto que permite replantar hasta 100.000 árboles en cinco horas; hasta 100 veces más rápido que con el método tradicional. Se basan en big data para conocer todos los datos de la zona que se va a replantar, desde la temperatura a las precipitaciones, pasando por las especies arborícolas autóctonas.

Luchan por la naturaleza desde la tecnología y la innovación y consiguen acelerar los procesos y, claro, comprobar a vista de pájaro dónde está el problema. Estos drones pueden llegar a las zonas más peligrosas y de difícil acceso

Cuando ya se ha recogido toda la información, se elige la semilla a plantar y se coloca, pregerminada, en una cápsula biodegradable. Esta pequeña aventurera tiene un 80% de posibilidad de éxito, porque esa burbuja que la resguarda incluye todo lo necesario para asegurar su viabilidad durante la primera parte de su crecimiento. Luego, la naturaleza seguirá su curso.

Una de las primeras zonas en las que han trabajado ha sido el Parque Natural del Alto Tajo, una zona que fue arrasada por las llamas hace seis años. Así, un pequeño ejército de drones, con depósitos llenos de estos futuros árboles, plantaron esperanza tras una catástrofe.

Como a veces parece que hay que dar razones, aprovecho para recordar que los árboles de las áreas urbanas aportan muchos beneficios para el ser humano. Naciones Unidas señala que la colocación estratégica de los árboles puede bajar la temperatura del aire entre dos y ocho grados, algo que muchos de nosotros hemos comprobado paseando por estas zonas. 

Despierta, el futuro ya ha llegado y la naturaleza pide ayuda. La tecnología tiene que dar un paso al frente. Así, los drones surcarán el cielo repartiendo vida por bosques y campos, soltando esas pequeñas burbujas de maná para que crezca la vida.