Al frente de la Asociación Española de Bioempresas en España (AseBio), Ana Polanco muestra la misma pasión al defender el alto valor que nuestro país encierra en innovación como a exigir que se valore, potencie y facilite.

Responsable de Operaciones en Europa de Merck desde 2015, una de las principales farmacéuticas del mundo, esta licenciada y doctora en Farmacia es también una férrea defensora del desarrollo del talento femenino y de la concienciación sobre la brecha de género.

En D+I conversamos con ella sobre el papel protagonista que las empresas de biotecnología han jugado desde que se desató la pandemia y de cómo España tiene ante sí una oportunidad única desarrollar una industria conectada con la ciencia.

Defiende a capa y espada la importancia del sector de la biotecnología como motor económico. Según sus propias palabras, las empresas biotech españolas facturan una producción de 0,7% del PIB, generan un impacto de más de 8.200.000 millones de renta en España y contribuyen a crear más de 100.000 empleos. ¿Cree que la inversión que el Gobierno destina a la I+D responde al potencial que tiene el sector?

Sin duda, los recientes anuncios del Gobierno, incluido el Plan de Choque para la Ciencia o el Plan de Recuperación, son un gran paso. Sin embargo, nuestro sistema de ciencia e innovación no se corresponde con el potencial económico de nuestro país. España ocupa el cuarto lugar en el Producto Interior Bruto (PIB) anual con respecto a la media de la UE según Eurostat, y el puesto 14 de 27 en el ranking de innovación de la UE, según el European Innovation Scoreboard 2020 de la Comisión Europea.

Nuestro sector tiene un potencial científico y de generación de crecimiento económico incuestionable. Somos novena potencia mundial en producción científica en biotecnología y quinta en un área tan prometedora como las terapias avanzadas, y tenemos un tejido empresarial que se ha ido consolidado esta última década.

En cualquier caso, debemos seguir avanzando en convertir esa ciencia en soluciones que se fabriquen en nuestro país, que lleguen a la sociedad, sobre las que siga creciendo y consolidándose una industria del conocimiento.

Nuestro sector tiene un potencial científico y de generación de crecimiento económico incuestionable. Somos novena potencia mundial en producción científica en biotecnología.

Para ello, además de inversiones en I+D, necesitamos pensar en instrumentos que se adecúen al ciclo de maduración de nuestras innovaciones, que en nuestro sector son de hasta 10-12 años. Se trata de innovaciones disruptivas, muy lejos del mercado, que necesitan de instrumentos de financiación específicos. Por eso desde AseBio creemos que ahora, con un Plan de Recuperación, es el momento de apostar por un fondo de financiación para la biotecnología y las ciencias de la vida como ocurre en países de nuestro entorno.

En una situación como la que vivimos, en plena lucha sanitaria contra el covid-19, ¿qué papel juega la investigación biotecnológica?

Es incuestionable que nuestro sector ha sido el gran protagonista en la lucha global contra la covid-19 con la solución en forma de test de diagnóstico, tratamientos y vacunas. El sector también ha demostrado una capacidad de adaptación, utilizando tecnologías que ya se venían desarrollando, para dar soluciones a la pandemia, como es el caso de las vacunas ARNm.

En abril del año pasado, un mes después de la declaración del estado de alarma, la biotecnología española era capaz de producir 750.000 test PCR y 690.000 pruebas de anticuerpos semanales. Ahora, un año después, estamos en 10 millones de PCR semanales, más de un millón de test de anticuerpos y más de 100.00 de antígenos. De hecho, 64 socios de AseBio están trabajando en 127 líneas de investigación para luchar contra el SARS-COV-2.

La ciencia y la innovación son ampliamente reconocidas como motores de prosperidad económica y social. Y probablemente ningún sector pueda representar el alcance de este progreso tan bien como el biotecnológico, que lleva décadas demostrando que la inversión en I+D tiene un impacto directo en la vida, el bienestar y la salud de las personas. El valor estratégico de nuestro sector es evidente más allá de la pandemia, cuando recordamos que el 68% de los fármacos en desarrollo en el mundo son biotecnológicos y que 350 millones de personas en el mundo se benefician de terapias biotecnológicas.

España se posiciona como país líder y referente en terapias avanzadas. Sin embargo, ustedes mismos señalan que la regulación puede representar un freno para estos avances. ¿Es posible armonizar la legislación y la investigación?

Sí, se puede y se debe armonizar legislación e investigación. Es cierto que el fomento de la innovación depende fundamentalmente de la inversión, pero también resulta clave un sistema regulatorio que acompañe a las empresas innovadoras.

Tener un entorno regulatorio predecible y respetuoso con la innovación es un elemento que ayuda en la toma de decisiones sobre inversión de las empresas. La legislación y el entorno regulatorio además deben poner un especial foco en estimular la investigación y la innovación en áreas con necesidades médicas no cubiertas puesto que son imprescindibles para que podamos seguir avanzando en el objetivo común de mejorar la salud y el bienestar de los ciudadanos.

El fomento de la innovación depende fundamentalmente de la inversión, pero también resulta clave un sistema regulatorio que acompañe a las empresas innovadoras.

En este sentido, uno de los aprendizajes de la pandemia es que es posible agilizar los trámites y el marco regulatorio tanto en el proceso de investigación como en el de acceso al mercado de las innovaciones.

La financiación sería el otro gran desafío. Hablábamos antes de la inversión de planes como los Fondos Europeos de Recuperación. ¿Cree que el pilar esencial para seguir avanzado es la colaboración público-privada?

Indudablemente los retos a los que se enfrenta nuestro sistema de I+D no sólo son relativos a inversión, sino que además debemos seguir avanzando en reformas profundas que modernicen nuestro ecosistema de innovación. Necesitamos claramente un cambio cultural en las organizaciones con incentivos para que investigadores, instituciones y empresas trabajen juntas.

Los retos que tenemos por delante van a pasar necesariamente por trabajar juntos, prueba de ello ha sido la respuesta a la covid-19 en la que el sector biotecnológico ha trabajado de forma cohesionada con el objetivo común de encontrar soluciones a la emergencia sanitaria.

Quizá la clave es impulsar un cambio de paradigma en la forma de trabajar en alianzas para que en lugar de transferencia hablemos de colaboración.

Señalaba que un total de 64 socios de AseBio están desarrollando 127 productos, entre ellos vacunas, soluciones de diagnósticos, sistemas de detección y predicción y tratamientos, para acabar con el SARS-CoV-2. Sin embargo, las vacunas que se están administrando en España las hemos tenido que adquirir a otros países. ¿Por qué no tenemos una vacuna española?

Hace un año nadie imaginaba que podríamos tener una vacuna, ahora sin embargo tenemos al menos siete vacunas distintas que los países han empezado a administrar en el mundo. Cuatro aprobadas ya en Europa. Además, hay más de 200 en desarrollo, de las cuales más de 91 están en fase clínica.

En España, tenemos un total de cuatro vacunas en desarrollo, la de Covarna y el CSIC con tres más. Todas ellas en fases preclínicas, pero muy próximas a pasar a la fase clínica.

La clave es impulsar un cambio de paradigma en la forma de trabajar en alianzas para que en lugar de transferencia hablemos de colaboración.

Hay dos elementos fundamentales para explicar el éxito de las vacunas que se han desarrollado y producido en países de nuestro entorno: uno es la financiación y otro la cooperación multinivel. Las vacunas han sido posibles gracias a esfuerzos de inversión sin precedentes y a la colaboración de los distintos agentes del sistema: universidades, organismos internacionales, pequeñas empresas biotech muy próximas a la ciencia y/o grandes compañías farmacéuticas.

Es un buen momento para entender mejor el éxito de estas innovaciones biotecnológicas y crear instrumentos que nos permitan afrontar la recuperación a través del impulso de una industria conectada con la ciencia.

Uno de los grandes lastres de la innovación y la investigación es el talento. Nuestro país sufrió una gran fuga de talento hacia el exterior, especialmente, por la crisis económica de 2008. ¿Cree que es posible recuperarlo?

Para nosotros, más que hablar de recuperar talento, creemos que es importante hablar de cómo atraer a las mentes más brillantes. Para ello nuestro país tiene que fortalecer sectores industriales de alto valor añadido que están ya atrayendo mentes enfocadas en la innovación y en la capacidad de cambiar las cosas. En 22 de las 28 universidades públicas que imparten biotecnología, la titulación está entre las 10 titulaciones con mayor nota de corte.

La biotecnología además es un sector que, por su capacidad de mejorar la salud, el bienestar del planeta y el desarrollo de energías verdes tiene como propósito la sostenibilidad y esto es algo muy valorado, en especial entre los más jóvenes.

La biotecnología es una herramienta imprescindible en 11 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este compromiso con nuestro entorno y con valores como la sostenibilidad y la innovación son muy positivos para atraer un capital humano con una excelente formación y educación y con gran capacidad para la innovación.

Otro de los retos a los que nos enfrentamos es la presencia de las mujeres en el ámbito tecnológico y de investigación. Según un informe de AseBio, el sector biotech es la primera industria con mayor porcentaje de investigadoras y la segunda en mujeres trabajando en actividades de I+D, pero tan solo un 20 % de los CEOs de las compañías son mujeres. ¿Cómo podemos darle la vuelta a esta situación?

En biotecnología, las mujeres representan el 60 % del personal en I+D, el 55 % de investigadoras y el 60 % de matriculadas en carreras biotecnológicas —por encima de otras áreas como las matemáticas (15 %), o la ingeniería y la informática (25 %).

Es cierto que en los puestos de alta dirección el porcentaje de mujeres disminuye. Por eso tenemos que seguir trabajando para lograr impulsar la igualdad y la diversidad en todas las esferas, científica y empresarial, de la biotecnología. En este objetivo, la educación es un pilar fundamental y así como contar con referentes femeninos relevantes que contribuyan a visibilizar el papel de la mujer en la ciencia y la tecnología, y en España tenemos buenos ejemplos.

En un momento de recuperación económica como el actual, cerrar las brechas de género contribuye a lograr desarrollar todo el potencial económico que nuestro país tiene.

También resulta fundamental reforzar la visibilidad de la capacidad que tiene la biotecnología de generar impacto social, elemento al que las niñas, al ser preguntadas por lo que más valoran de las disciplinas científico-tecnológicas, dan una gran relevancia.

Además, en un momento de recuperación económica como el actual, tal y como ponen de manifiesto los diversos estudios del clúster ClosinGap, cerrar las brechas de género es muy necesario y contribuye significativamente a lograr desarrollar todo el potencial económico que nuestro país tiene.

Por dar sólo un dato, el índice ClosinGap, primer indicador que permite cuantificar el impacto de la desigualdad de género en España muestra que el cierre de las brechas de género de nuestro país sumaría cerca de 231.000 millones de euros al PIB español cada año, un 18,5% del PIB. Por ello, es prioritario aunar esfuerzos y seguir trabajando conjuntamente para cerrar todas las brechas, posicionando a la mujer como palanca clave para la recuperación económica del país.

La biotecnología no solo la encontramos en el sector sanitario, sino que también es protagonista en retos como el cambio climático o la economía circular. ¿Qué proyectos se están desarrollando en estos ámbitos?

La biotecnología ha demostrado que es clave en las emergencias sanitarias. Pero tenemos otra emergencia, la climática, contra la que tenemos que luchar. Los desafíos globales como el cambio climático, la degradación de la tierra y el ecosistema y el crecimiento de la población mundial, o la agroalimentación sostenible van a encontrar respuestas en el sector biotecnológico.

Somos un sector clave en la búsqueda de soluciones más sostenibles para las tierras de cultivo con cultivos resistentes a las sequías, y para mejorar la alimentación de las personas, garantizando la seguridad alimentaria y mejorando las propiedades nutricionales de los alimentos.

Las aplicaciones de la biotecnología promueven el consumo y la producción responsables. Los productos de origen biológico se reutilizan, reciclan, convierten en energía o bien se pueden compostar, contribuyendo así a una economía circular.

Con lo que ha demostrado la actual pandemia, ¿cree que por fin vamos a conseguir ese compromiso con la ciencia, la investigación y la innovación? ¿Somos más conscientes hoy de la importancia de la investigación?

La Comisión Europea ha identificado 100 innovaciones radicales que cambiarán el mundo y la biotecnología será protagonista en muchas de ellas.

Las personas ahora han visto casi en directo como las inversiones en ciencia e innovación se convertían en menos de un año en vacunas para hacer frente a la emergencia sanitaria. Es indudable que la sensibilidad social hacia la I+D ha crecido y esto es muy positivo.

Por nuestra parte, desde AseBio vamos a seguir haciendo una labor de concienciación, de formación y de comunicación para que la I+D siga siendo clave en la agenda pública con o sin pandemia porque seguimos teniendo retos importantes que afrontar, retos sanitarios, agroalimentarios, climáticos o económicos.

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