Una lámina de acetato, encuadernadores, gomas elásticas y una impresora 3D es todo lo que se necesita para crear una pantalla que el personal sanitario puede utilizar en combinación con su mascarilla para protegerse del coronavirus.

De forma altruista, cientos de makers aragoneses se han puesto manos a la obra siguiendo la estela de un movimiento a nivel nacional, Coronavirus Makers, que trata de ofrecer soluciones para que los profesionales que se exponen durante estos días puedan trabajar de forma más segura.

Bajo el nombre de Aramakers3D, los ciudadanos que cuentan con una impresora de estas características ya están fabricando desde sus casas estos dispositivos, formados por una diadema que se imprime siguiendo un modelo estandarizado y en la que se encaja una pantalla de acetato transparente (como las utilizadas en encuadernación), que hace las veces de capa protectora.

Como explican desde la comunidad de 'makers' a Efe, una impresora básica tarda unas tres horas en imprimir la diadema necesaria para montar la visera, aunque en el mercado existen otros dispositivos más potentes que pueden fabricar unas 50 al día.

Y cuando los voluntarios reúnen un buen número de diademas se organizan para su recogida y entrega a los sanitarios aragoneses, entre los cuales la llegada de estos equipos de protección está teniendo muy buena acogida.

Su intención es que su material pueda acabar llegando a otros colectivos con riesgo de contagio e ir optimizando el diseño para conseguir que siga siendo práctico y se imprima más rápido.

Los usuarios también se organizan para hacer llegar a las personas que quieren colaborar el material necesario: los rollos de filamento necesarios para la impresión 3D y el filamento donados por diferentes empresas.

Desde que la iniciativa comenzó, la solidaridad de los usuarios que fabrican desde sus casas tampoco ha cesado: la comunidad ya alcanza las 300 personas interesadas, que en un día han llegado a producir más de un centenar de viseras.

Uno de estos makers es Jaime Cebollada, un estudiante de 18 años que estaba a punto de comenzar un periodo de prácticas cuando estalló la crisis sanitaria.

Ahora, durante el confinamiento, ha comenzado a sacar más partido que nunca a su impresora 3D, con la que ya está fabricando estos dispositivos con el material donado que le han hecho llegar a casa.

El joven señala a Efe que nunca había utilizado esta herramienta para un fin tan útil, como es crear equipamiento de protección para aquellos que están en primera línea de la lucha contra la pandemia.

Como apuntan desde la comunidad aragonesa de makers, seguirán trabajando y tratando de adaptarse a las necesidades de los sanitarios y de otros colectivos mientras dure la pandemia, en lo que será "una carrera larga y de fondo".