La higiene de una planta industrial en la que se manipulan los alimentos que llegan a nuestra mesa o los productos cosméticos que nos ponemos en nuestro cuerpo es algo que se da por sentado, pero mantener a raya las contaminaciones cruzadas y la reproducción de bacterias en todos los recobecos que se crean en una fábrica tiene algo de fórmula mágica, de receta creativa en constante evolución. Así es como se lo plantean en Cleanity, una firma valenciana, que tiene cuatro plantas industriales y un volumen de casi ocho millones de kilos comercializados al año de sus soluciones higiénicas. INNOVADORES se ha adentrado en sus laboratorios de I+D y en una de sus plantas, capaz de desarrollar hasta 7.500 litros de sus productos por hora.

El laboratorio de I+D, o la particular ‘cocina’ de esta empresa española, es uno de sus core de negocio, porque sus investigadores son los encargados de testear materias primas y estudiar posibles formulaciones para mejorar sus productos de higiene para preparar las recetas que en las plantas de fabricación tendrán que preparar y escalar siguiendo unas instrucciones técnicas muy precisas. La mezcla industrial de los ingredientes está prácticamente automatizada, tanto en la adición como en la agitación de los mismos en reactores industriales (tienen una capacidad de entre 500 y 25.000 litros cada uno), explica Santiago Fernández, director de una de las plantas de Valencia.

Una de estas fórmulas mágicas es la gama Cleanity Bio, que ya cuenta con patente nacional. Es un desarrollo de su laboratorio de I+D con el que se ataca a los biofilm, es decir a las concentraciones de bacterias que han sido capaces de generar una capa de azúcares que les protegen de los biocidas tradicionales. Con esta protección, explica el director de Producto, Antonio Alberola, estos organismos no se muestran en los indicadores de microbiología.

Este producto, que Cleanity está distribuyendo en la industria alimentaria, así como en supermercados y ahora también en restaurantes y hoteles, se caracteriza por sus componentes naturales, como aceites esenciales para controlar la población de bacterias, así como elementos tensoactivos para limpiar los restos de estos microorganismos. Mariam Burdeos, directora de Cleanity, subraya que el objetivo de este tipo de productos es evitar las contaminaciones cruzadas que se pueden dar en las plantas industriales. "Aunque no se estén produciendo patógenos, hay elementos que pueden alterar las composiciones de los productos alimentarios o cosméticos", señala.  

"La limpieza ha de tener un carácter preventivo para ayudar a que no se creen estos biofilms. La prevención es la forma de evitar que se tengan que hacer paradas en las fábricas para buscar un punto ciego de bacterias", destaca Burdeos. Este es uno de los dos métodos de ahorro que promete Cleanity con sus productos de higiene, el otro es el relacionado con reducir el consumo de grandes cantidades de agua. 

Para este caso la firma de limpieza industrial apuesta por el desarrollo tecnológico de sus fórmulas en dosis hidrosolubles, es decir, en fabricar pastillas con el producto concentrado para enviárselo a sus clientes. Cada dosis se debe mezclar en el destino final, donde se va a efectuar la limpieza, con 750 ml de agua, con lo que, además, se reduce el uso de plásticos (envases de grandes dimensiones) y se abarata el embalaje y el transporte del producto final al tener un menor volumen.