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¿Y si Apple fuera española?

¿Y si Apple fuera española?

La tribuna

¿Y si Apple fuera española?

3 mayo, 2022 04:18

A mediados del 2016, y por pura casualidad, me enteré de la capitalización bursátil de Apple, que en aquel momento alcanzaba la friolera de 450.000 millones de euros. Me dejó atónito. Para poner ese dato en contexto, el PIB español de 2016 fue de 1,1 billones de euros y, en ese mismo periodo, el valor de Apple suponía el 40% del PIB español.

No está nada mal, pensé, ¡quién tuviera una empresa así! Ahí se quedaron mi sorpresa y mi deseo, me olvidé de Apple y la vida siguió accidentalmente hasta llevarnos al 2022. A principios de este año, no sé si por curiosidad o melancolía, volví a cotejar la cifra, y ¡sorpresa!, había escalado nada más y nada menos que hasta los 2,6 billones de euros. Si la cantidad anterior me sorprendió, esta vez me desencajó los ojos. Y para entender por qué, basta con hacer algunas comparaciones que permitan ponerla en perspectiva.

Solo para empezar, en el mismo periodo, la riqueza España creció el 9%, mientras que Apple lo hizo en un 570%. Apple emplea actualmente de forma directa a 154.000 personas, generalmente en segmentos de valor añadido y, por ende, con sueldos elevados. Pero lo que para mí es más impresionante es que si, de repente, los 47 millones de españoles nos pusiéramos de acuerdo y quisiéramos comprar Apple, tendríamos que trabajar durante 2 años y 2 meses sin gastar ni un euro en un triste café para poder hacer frente a la adquisición.

Si Apple fuera un país, desbancaría holgadamente a Italia, que ocupa la séptima posición en el ranking mundial por PIB

Resumiendo: el decimocuarto país con mayor PIB del mundo debe trabajar 2 años y pico gratis para poder pagar lo que generan 154.000 empleados. ¡Ah!, por cierto, que si Apple fuera un país, desbancaría holgadamente a Italia, que ocupa la séptima posición en el ranking mundial por PIB.

Aquí es donde quiero poner en valor lo que para mí es la perfecta cuadratura del triángulo. ¿Se imaginan que España fuera la matriz de una empresa de tamañas características? ¿Somos capaces de representar el impulso económico y tecnológico que significaría para España ser la cuna de algo así?

Y la pregunta natural: ¿podemos aspirar a tener algo como Apple algún día? Para mí, las respuestas son una mezcla de sí y no, y está en función de cómo combinemos tres palabras que, por mucho que digan, dependen más de nosotros mismos que de los demás.

La primera es la palabra es “talento”. En España hay grandes tecnólogos y gente con capacidad. Ni somos peores ni somos mejores; estamos “allí” y, sin duda, al nivel de muchos de los empleados de Apple. Tengo cero dudas de que tenemos profesionales que, si se les agrupa de la forma correcta, son capaces de llegar a ese nivel de excelencia, por lo tanto, tenemos los ladrillos de base.

Y está el saber, y, si no está, lo podemos generar. Para que esto continúe siendo cierto, hay que luchar para tener buenas universidades y centros de formación gratuitos y, si no los son, hay que contrarrestar generando los medios para dar acceso por méritos a cualquier persona con habilidades por encima de la media, independientemente de su origen y clase social.

Las comunicaciones, el entorno o la globalización permiten comerciar con servicios y bienes que no tienen por qué estar cerca del punto donde se han concebido

Hay que cuidar la cantera del “talento”, ensanchándola todo lo posible y no dando aprobados generales, sino mediante una buena enseñanza que permita que cada persona brille al máximo. En ningún caso se debe organizar un rebaño rasado por lo bajo para que quienes rehúyen del esfuerzo no se sientan discriminados por los que sí se aplican.

La segunda palabra es “tecnología”. Las comunicaciones, el entorno o la globalización permiten comerciar con servicios y bienes que no tienen por qué estar cerca del punto donde se han concebido. Todos tenemos o teléfonos móviles, pero nadie tiene la fábrica cerca de su casa; todos usamos WhatsApp, pero sus servidores no están en la tienda de al lado... suma y sigue.

La tecnología se ha convertido en un bien “gaseoso” que se puede generar en un lugar y comercializar en otro. La tecnología no entiende de fronteras y ya no necesitamos pensar y actuar de forma únicamente local, sino que podemos hacerlo globalmente.

Desde Bilbao, Madrid y Barcelona se pueden poner en marcha empresas e iniciativas capaces de alcanzar cualquier rincón del mundo, así que nuestros negocios actuales no tienen por qué circunscribirse a nuestro entorno cercano. Nunca más seremos los campesinos que necesitaban ir al mercado del pueblo cercano para vender sus productos.

Evolución de Apple.

Evolución de Apple. Statista.

La tercera palabra es “entorno”. Para mí, esta es la palabra clave. Lo anterior es fruto de la evolución, tanto tecnológica como humana y social, pero el entorno -el entorno, amigos-, es algo que podemos modelar a nuestra voluntad, y quien diga que no, o miente o sencillamente es cobarde o perezoso.

Hay que entender que esta “gasificación tecnológica” atrae flujos de capital de cualquier parte del mundo: al fin ya al cabo, el dinero aún es mucho más gaseoso que la propia tecnología y está ávido de encontrar buenas ideas, sin importarle demasiado donde estén, porque si hay buenas ideas y un entorno confortable (esto es “jurídicamente seguro”) “el dinero” se mueve sin problema.

Actualmente, el dinero ya no es papel, no es físico, sino ceros y unos en un banco de datos en la nube. Si queremos que España sea un “hub de talento”, porque lo atrae o porque lo crea, no queda otra que generar un entorno “tech” y “business friendly”, y esto pasa por la desburocratización del marco legal y empresarial.

Hay que dejar que entender la creación de tecnología como un trabajo funcionarial; hay que tener un sistema jurídico más ágil y rápido (porque ‘la justicia lenta no es justicia’), con leyes claras que marquen de forma inequívoca el terreno de juego, y no un compendio garantista abierto a mil interpretaciones posibles (también llamado inseguridad jurídica).

El resumen no es otro que: hay que dar facilidades, así como establecer reglas claras y sostenidas en el tiempo a cualquier tipo de iniciativa empresarial, y más si es tecnológica. Si hacemos los deberes, tener un Apple no será un sueño, sino sencillamente una realidad fruto del esfuerzo y pasión de algunos. Y si ahora no es así, estoy convencido de que se debe en buena parte a una mezcla de incompetencia y de intereses de unos pocos.

Por cierto, y para los que no lo sepan, la cuadratura del círculo es imposible, pero la cuadratura del triángulo no. 

Óscar Serret es vicepresidente del consejo de administración de Between Technology, empresa miembro del holding de representación de talento The Talent Club

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