El eccema crónico de manos grave es una de esas enfermedades que, pese a su impacto devastador, sigue siendo desconocida y banalizada por buena parte de la sociedad. Así lo pusieron de manifiesto los expertos y pacientes que participaron en la mesa redonda celebrada en el VI Simposio del Observatorio de la Sanidad de EL ESPAÑOL-Invertia.
En la mesa intervinieron Enrique Gómez, responsable de la Unidad de Eccemas e Inmunología Cutánea del Hospital Universitario Ramón y Cajal y del Ruber Internacional, y Jaime Llaneza, presidente de la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica.
Ambos coincidieron en destacar la elevada carga física, emocional, social y laboral que conlleva esta enfermedad cutánea.
"El eccema es una inflamación que afecta a las manos: pica, duele, salen grietas, fisuras… y todo eso genera discapacidad", explicó Gómez. "Decimos que es crónico cuando dura tiempo. Decimos que es grave cuando te incapacita para hacer las actividades del día a día".
Según el especialista, afecta a entre un 5% y un 6% de la población española, aunque muchos lo perciben como un problema meramente estético.
"Suele aparecer en gente joven y en profesiones que utilizan más las manos. Los colectivos más vulnerables son peluqueros, esteticistas, cirujanos o trabajadores de la construcción. Curiosamente, afecta más a mujeres, porque todavía son quienes llevan el peso de las tareas del hogar", señaló.
Conversación a dos. Eccema crónico de manos grave
Para los pacientes, el eccema crónico de manos supone un obstáculo constante. "Las limitaciones alcanzan incluso a tareas simples como lavarse las manos o ir a hacer la compra. Todo se convierte en un reto", relató Jaime Llaneza.
"Si a eso le sumamos el impacto emocional, hablamos de pérdida de autoestima, estigmatización, aislamiento, ansiedad e incluso depresión. Por eso la ayuda psicológica es tan importante".
El doctor Gómez reforzó esta idea: "Las enfermedades de la piel tienen un impacto emocional y social tan importante como una diabetes. Generan ansiedad, estrés, sentimientos de vergüenza… Los pacientes lo pasan realmente mal".
Además del sufrimiento físico y emocional, la enfermedad condiciona de manera notable la vida laboral. "El eccema crónico de manos supone el 80% de las discapacidades por problemas de la piel", subrayó Gómez.
"En las profesiones de riesgo, hasta un 40% de los trabajadores van a padecerla. Por eso es tan importante abordarla pronto, para que no derive en bajas laborales prolongadas y en un enorme coste social".
Llaneza lo corroboró desde la perspectiva de los afectados: "Es la dermatosis profesional más frecuente. Hablamos de un paciente con muchas bajas, discriminación laboral y limitado acceso a ciertos puestos. Pedimos no solo un tratamiento adecuado, sino también flexibilidad laboral y apoyo psicosocial. No hablamos de algo estético, sino de una enfermedad que condiciona la vida entera del paciente".
El estigma social es otro de los grandes problemas. "Las manos son nuestra carta de presentación", recordó Llaneza. "Muchas personas sienten rechazo o piensan que es algo contagioso. Esa falta de empatía agudiza aún más el sufrimiento".
Gómez incidió en la necesidad de escuchar más a los afectados: "Muchas veces los médicos nos centramos en las medidas objetivas, pero no integramos el sentimiento de vergüenza, el no dormir, el aislamiento. La voz del paciente debe estar en las decisiones".
En cuanto a los tratamientos, las opciones actuales son limitadas. "Disponemos de corticoides tópicos y algunos fármacos orales, pero no tienen la eficacia que desearíamos y a largo plazo pueden producir efectos secundarios", admitió Gómez.
"Necesitamos moléculas más eficaces y seguras. Están llegando nuevas opciones, pero todavía queda mucho camino por recorrer".
La falta de coordinación asistencial es otro gran escollo. "El recorrido del paciente desde los primeros síntomas hasta llegar a una unidad especializada es una auténtica tortura", lamentó Gómez.
"No hay guías nacionales claras y la atención está muy fragmentada. Tenemos que mejorar la coordinación y visibilizar la enfermedad".
Llaneza cerró la mesa con un llamamiento: "Es fundamental un diagnóstico precoz y un abordaje multidisciplinar. No hay dos pacientes iguales y hay que tener en cuenta tanto la parte clínica como la social. El eccema crónico de manos es tremendamente incapacitante y no podemos mirar hacia otro lado".
