Emilio Martín-More (BBVA), Mario Delgado (EY España), Lara de Mesa (Santander) y Luis Sáenz de Tejada (Bankinter).

Emilio Martín-More (BBVA), Mario Delgado (EY España), Lara de Mesa (Santander) y Luis Sáenz de Tejada (Bankinter). Sara Fernández, EL ESPAÑOL.

Ciclo de encuentros EY

La banca española se conjura para financiar la sostenibilidad de las empresas europeas ante el nuevo rumbo de EEUU

Expertos de Santander, BBVA, Bankinter y EY reclaman una mayor simplicidad legislativa para aportar valor a la ambiciosa hoja de ruta ASG.

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Mientras la nueva Administración Trump bloquea los fondos para las principales iniciativas sostenibles de Estados Unidos (como la Ley de Reducción de la Inflación o IRA), cuestiona el vehículo eléctrico y amenaza con derogar y salirse de los acuerdos nacionales e internacionales firmados por Biden (del Green New Deal al Acuerdo de París), y con la región asiática poniéndose de lado ante la transición energética, Europa se acoraza en su convicción de una economía más verde para el planeta, más socialmente responsable para con sus habitantes y más rentable para sus empresas. Y para dotar a las palabras de hechos, la banca juega y seguirá jugando un papel relevante.

Así lo creen los expertos que han participado en el Ciclo de encuentros ‘Tendencias sectoriales para 2025 en España’, organizado por EL ESPAÑOL e Invertia en colaboración con EY.

Santander, BBVA o Bankinter son algunos de los bancos españoles comprometidos con la hoja de ruta de los factores ASG (medioambientales, sociales y de buena gobernanza corporativa), frente a los grandes nombres norteamericanos como JPMorgan, Goldman Sachs, Bank of America, Morgan Stanley, Citi, Wells Fargo, BlackRock o State Street que han abandonado la alianza bancaria Net Zero y de gestión de activos Climate Action 100+.

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“El condicionante político va a ser esencial en cómo evolucionen las finanzas sostenibles en 2025”, avanza Mario Delgado, socio del área de Regulación Financiera de EY España. Y, junto a la banca, “la COP 29 de Bakú celebrada a finales de 2024 también incluía a los seguros como un sector imprescindible para la transición”.

A juicio de Emilio Martín-More, responsable de Sostenibilidad en BBVA, “es un momento para redoblar esfuerzos. Tenemos objetivos muy ambiciosos, nuestra perspectiva es que la UE consolide la autonomía estratégica frente a otros bloques con la competitividad de las empresas europeas en el centro del proceso”.

“En Europa, pese a las elevadas inversiones que requiere la transición energética, seguimos la senda adecuada. Pero sí hay que hacer las cosas más fáciles y rápidas, para seguir siendo competitivos”, reclama Luis Sáenz de Tejada, director de Sostenibilidad de Bankinter. “Los últimos pasos que se están dando en simplificación son bienvenidos, porque la complejidad actual no ayuda a lo que se persigue como fin último en 2050”, reconoce.

Hablamos de que, en España, 2025 será el primer año con un Consejo de Finanzas Sostenibles, presidido por el ministro de Economía Carlos Cuerpo, y aprobado en el Libro Verde de Finanzas Sostenibles.

También de que 2025 será el primer ejercicio de reporte bajo la Directiva sobre Información Corporativa en Materia de Sostenibilidad (CSRD, en inglés) que, si bien en España no se ha transpuesto aún la norma comunitaria, se espera que la mayor parte de entidades cubiertas reporte ya bajo esta normativa.

“La información de sostenibilidad tiene muchos retos por delante y se están dando pasos que eran necesarios para asegurar que esté disponible, tenga una calidad mínima, sea comparable y que sirva para apoyar la gestión de las empresas”, sostiene Lara de Mesa, directora de Sostenibilidad en Santander.

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Por ejemplo, uno de los indicadores más extendidos como es el Green Asset Ratio (GAR) ha generado fuertes controversias. “El GAR, para las entidades financieras, es una ratio que ha de revisarse. Pero, aunque se revise, hay que replantearse su utilidad. Es una métrica persiguiendo un objetivo que medir, y hay otros métodos para seguir la evolución de la transición más efectivos que esta ratio, que es muy purista”, alerta Sáenz de Tejada. “Hay que medir la reducción de emisiones, que es de lo que se trata”.

En el mundo de los fondos de inversión, donde aplica la SFDR, “hay fondos con artículo 9 en origen que han bajado a un artículo 8 porque la carga ha ido en contra de lo que persigue la sostenibilidad. O no se quiere entrar en la carga que supone ir a sostenibilidad”, contrapone el experto.

En el marco del Consejo de Finanzas Sostenibles español, se incluye un sandbox de sostenibilidad. “El sandbox puede servir para armonizar diferentes prácticas, enfoques y metodologías de sostenibilidad que se lanzan desde los reguladores y supervisores. Por ejemplo”, indica Delgado, “analizar determinados riesgos, compartiendo las mejores prácticas, y homogeneizar todo eso”.

“La acción climática requiere una acción concertada de muchos agentes. El contexto de los últimos años ha cambiado. Lo cierto es que es una transición energética cara y lo fundamental para que las solucionen escalen, es el sentido económico. Que la sostenibilidad funcione para las economías y las empresas, que sea un driver de crecimiento y no un freno al crecimiento con tantos costes y cargas burocráticas. Se trata de que las empresas tomen decisiones de inversión para ahondar en esa transición energética y de que la banca les acompañe con financiación”, recuerda De Mesa.

Porque, para Martín-More, “la transición tiene que ser justa y rentable”, y esa “es la gran oportunidad de la banca en esta década”. Según sus cálculos, hay un 55% de las tecnologías que ya están desarrolladas y maduras y ayudan a la descarbonización, pero sigue habiendo otro 45% que, por razones diversas, no lo están y aún necesitan un empujón de escala y financiación. “Y los marcos (de colaboración público-privada, con organismos multilaterales y garantías que den confort a la banca) deben ser los adecuados, para nuestros clientes y para nosotros como financiadores”.