Las redes de captación del terrorismo yihadista tienen el punto de mira puesto en los menores. Osama Bin Laden justificaba su papel en la "yihad defensiva" por su facilidad a la hora de ser adoctrinados. Y el Estado Islámico le tomó el relevo desde 2014 apostando por la integración de los niños soldado en sus filas. Ahora, el primer informe que aborda con esa perspectiva la radicacilización de menores en España, desvela que el 45% de los radicales detenidos en España por captar a musulmanes para hacer la yihad, intentaron reclutar a niños y adolescentes que no habían cumplido los 18 años. 

Los datos aparecen en el trabajo firmado por Álvaro Vicente para el Real Instituto Elcano. Y reflejan que entre 2013 y 2017 fueron detenidas en España 80 personas por intentar captar a personas dispuestas a atentar en suelo occidental o a integrar las filas de organizaciones como el Estado Islámico. En total y según el documento, cerca de un millar de menores de 18 años se desplazaros desde la Europa Occidental para luchar como "combatientes terroristas extranjeros", sobre todo en Siria o Irak

En España y durante estos cinco años, nueve adolescentes fueron detenidos por participar en actividades terroristas, dos más fueron abatidos en los atentados de Barcelona y Cambrils en agosto del pasado año y al menos cuatro menores residentes en España consiguieron llegar como combatientes a los territorios de Siria e Irak. Además, otros 11 adolescentes iniciaron su proceso de radicalización antes de cumplir la mayoría de edad, "si bien fueron detenidos con posterioridad", según refleja el estudio del Real Instituto Elcano. 

Menores del propio entorno familiar

El estudio elaborado por el investigador Álvaro Vicente, del programa de Terrorismo Global de la institución, refleja que fueron 26 hombres y diez mujeres quienes intentaron reclutar a menores en suelo español y lo que es más preocupante: que el 82% de ellos trató de reclutar a niños o adolescentes que formaban parte de su entorno habitual. El mayor número de intentos se dio incluso con la llamada "fórmula intrafamiliar", es decir: con pequeños que formaban parte del propio núcleo familiar de los detenidos.

En este proceso se enmarca el presente testimonio, recogido según el estudio por boca de la cónyuge española de un miembro de la célula yihadista Brigada al Andalus, desarticulada en 2014: “Empieza muy suavemente, pero de forma insistente, a enseñarles suras y a exigirles que recen. […] Un día la niña me vino diciendo que venía del cementerio con su padre, que le había dicho: «Aquí están todos los infieles y todos van a ir al infierno». […] Al mayor le enseñaba vídeos yihadistas, niñas con las caras destrozadas por las bombas... y mi hijo me lo contaba llorando aterrorizado y convencido de que no podría dormir. El niño le pedía que no se lo enseñara, pero insistía: «eres un hombre, tienes que verlo»".

Así arranca el proceso. Con los modelos más cercanos estrechando el vínculo y elevando la receptividad al discurso más radical. Se eliminan entonces los rasgos occidentales de su vida. Queda prohibido el cine, celebrar cumpleaños, las fiestas navideñas, la piscina. Cualquier cosa que se salga de las normas de conductas salafistas. "Con 16 años son pequeños para la Ley, pero en la sharía son grandes. Están obligados a rezar y a todo", explicaba un reclutador a una madre para que aceptara enviar a sus hijos a zonas de conflicto.

Militantes del Estado Islámico. Gtres

Amigos, profesores, líderes espirituales

El segundo plano de reclutamiento es algo más distante, pero permanece en el entorno del menor. Es la llamada "fórmula extrafamiliar en contexto inmediato". Es decir, el adoctrinamiento desarrollado por personas dentro del círculo social del menor pero que no pertenecen a su familia directa. Son amigos, profesores, líderes espirituales o personas de confianza. Como ejemplo, un miembro de la “Fraternidad Islámica” proporcionó un pendrive con aleyas que incitan a la yihad a un estudiante que acudía al mismo instituto que sus hijos. En un caso similar, otro detenido en Ceuta en diciembre de 2015, durante la operación Gungán, intentó reclutar a chicas que asistían a clases extraescolares en un centro cultural islámico dirigido por su hermano.

El objetivo principal en esta fase es crear un vínculo de unión entre reclutador y reclutado. Un círculo afectivo y de dependencia. Así actuaba por ejemplo el líder de la operación Gungán, que intentaba captar a chicas con problemas afectivos:  "A una de ellas le preguntó “¿qué harías si tuvieras cáncer?”, antes de prometerle 1.000 euros y ayuda económica para su familia si aceptaba trasladarse a Siria. A otra menor le aseguró que se casaría con ella una vez que ambos se hallaran en ese país", relata el estudio. 

Captación desde la red

Por último, llega el métido más impersonal, la "fórmula extrafamiliar en contexto no inmediato", utilizada por aquellos que intentar radicalizar a musulmanes por medio de la red. Así actuaba al menos un marroquí de 26 años líder de una red desarticulada en 2015 que operaba en Barcelona, Ávila, Ciudad Real y que se escondía detrás de un importante número de cuentas falsas y perfiles en redes sociales hasta crear una comunidad virtual en la que intentaba entrar en contacto con adolescentes. Tras analizar uno a uno los perfiles de los jóvenes gracias a la información que ellos mismos publicaban, entraba en contacto con aquellos que consideraba más vulnerables o al menos más permeables a los mensajes salafistas.

En sus conclusiones, en estudio considera que ante este creciente fenómeno, "es oportuno criminalizar de manera específica su captación, tal y como recoge la última actualización de la Directiva de la UE sobre la lucha contra el terrorismo". Además, el documento recuerda que ya existe en el Código Penal un agravamiento de la pena para "quienes participan en el reclutamiento de menores al servicio de organizaciones terroristas", sin embargo, a juicio del autor, "debe aplicarse de forma sistemática en la Audiencia Nacional", además de vincular en la lucha contra este fenómeno a profesionales de los ámbitos educativos, socioculturales y religiosos en las zonas donde se mueven "estos niños y adolescentes".