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Hay fotografías que resumen una época, o incluso un año.

La de 1982 es una de ellas: Felipe González y Alfonso Guerra saludando desde el balcón del Hotel Palace, celebrando la victoria arrolladora del PSOE en las elecciones generales. 202 diputados. España despertaba a una nueva etapa: por primera vez desde la muerte de Franco, la izquierda llegaba al poder.

Aquella noche, la Plaza de Neptuno y la Carrera de San Jerónimo eran una marea de jóvenes agitando rosas y coreando: «¡Ista, ista, ista, España es socialista!».

Entre ellos, un joven de 26 años llamado Jordi Sevilla, que no imaginaba que tres años más tarde entraría como asesor en aquel Gobierno.

Su carrera avanzó al ritmo de la historia socialista: nueve años después sería jefe de gabinete de Pedro Solbes, primero en Agricultura y, desde 1993 hasta 1996, en el Ministerio de Economía.

Vivió la siguiente gran victoria socialista —la de José Luis Rodríguez Zapatero, en 2004— desde dentro: como uno de los principales asesores del líder del PSOE y, más tarde, como ministro de Administraciones Públicas.

Por sus manos han pasado informes y decisiones de todos los presidentes socialistas. También de Pedro Sánchez, que nada más llegar a La Moncloa lo nombró presidente de Red Eléctrica. Hoy, Sevilla no oculta sus discrepancias con el actual jefe del Ejecutivo.

Cuarenta y dos años después de aquella noche de euforia, Jordi Sevilla ha vuelto al Hotel Palace —ahora rebautizado con el apellido de Luxury Collection Hotel—.

Ya no es el joven que coreaba consignas en la calle, sino un abuelo orgulloso que presume de sus dos nietas y reflexiona sobre el porvenir de la socialdemocracia en España y en Europa.

Jordi Sevilla pide un acuerdo PP-PSOE: “están abducidos por los extremos”. Imagen: Sara Fernández, Cristina Villarino. Edición: Cristina Villarino

Estamos en el Palace. Hace 43 años, en este hotel se celebró la victoria de Felipe González, el 28 de octubre de 1982 ¿Cómo recuerda aquella noche?

Ese fue el año en el que yo había vuelto de Inglaterra tras hacer la mili. Estaba preparando las oposiciones a técnico comercial aquí en Madrid. Voté socialista y con un grupo de amigos vinimos aquí. Estábamos fuera. ¿Cuando la famosa foto de Felipe y Alfonso? Yo estaba abajo viéndolos.

Era muy joven entonces y no estaba muy vinculado todavía a las estructuras del partido.

Y quién se lo diría a ese Jordi Sevilla. Unos años más tarde entra como asesor del Gobierno, en 1985, va ascendiendo y va a ser incluso director de gabinete del ministro de Economía, Pedro Solbes.

Aprendí muchísimo con él. Era una magnífica persona, una gran cabeza, un gran español en el buen sentido del término. Y la verdad es que sí. Yo siempre he dicho que he trabajado más o menos un tercio de mi vida como alto funcionario, otro tercio de mi vida en política y ahora llevo otro tercio en el sector privado.

¿Y qué diferencia a ese PSOE de Felipe González, del de Pedro Sánchez?

El del 82 era un contexto irrepetible, muy especial, como se demostró en el propio resultado apabullante con 202 diputados.

Una inmensa mayoría de españoles y españolas que quería el cambio, que era lo que prometía Felipe, el cambio.

Siempre recuerdo que en una de las entrevistas que le hicieron entonces, en la única televisión que había, le preguntaron: ¿Qué es el cambio? Y contestó con una frase que en aquel momento la entendimos todos: Que España funcione.

Eso lo entendimos todos, cada uno a su nivel. Cada uno en su escala.

Yo creo que eso no tiene nada que ver con la situación de hoy. Los momentos políticos han cambiado.

Los electores y las circunstancias políticas han cambiado. Si Felipe González se presentara hoy, no ganaría. Y seguramente si Pedro Sánchez se hubiera presentado el 82, tampoco hubiera ganado.

Jordi Sevilla, reflexiona con El Español el futuro de la socialdemocracia en el Hotel Palace de Madrid.9 Sara Fernández

¿Qué le preocupa del momento actual?

Me preocupa que está en cuestión la democracia. Punto. Aquí en Europa y en Estados Unidos. Es decir: los únicos reductos que quedaban en ese 8% de población a nivel mundial que vivía en países democráticos.

Según todas las estadísticas hechas, está en peligro la democracia. Y lo que me fastidia, por no decir otra palabra más fuerte, al menos en España, que lo conozco más, es que los dos grandes partidos, PP y PSOE, se han dejado abducir por los extremos y están radicalizando y polarizando la situación de una manera, desde mi punto de vista, artificial.

Hemos normalizado el odio, el insulto, hemos normalizado no ya la discrepancia, sino la imposibilidad absoluta de llegar a ningún acuerdo.

Es decir: hemos normalizado todo aquello que los enemigos de la democracia han puesto a circular para acabar con la democracia.

Lo que me gustaría es que mi partido, el Partido Socialista, y también el Partido Popular, como partidos democráticos que son, dejaran de estar, de sentirse abducidos por los dos extremos y recuperaran un poco de sentido democrático, de lucha y de recuperación por la democracia.

Eso es lo que más me preocupa. Eso en el 82 estaba muy claro.

En el 82 todos teníamos dos cosas muy claras que unía a todos los españoles. Derecha, izquierda, mediopensionistas. Siempre había en los extremos gente que no, pero el corpus global era que nadie quería volver al pasado, ni el corto del franquismo, ni el más allá de la República.

"En el 82, nadie quería volver al pasado, ni el corto del franquismo, ni el más allá de la República"

Usted está participando en la Plaza del Círculo, con gente de amplio espectro. Está el ex de Ciudadanos Ignacio Aguado, que fue vicepresidente de la Comunidad de Madrid. También Manuela Carmena, exalcaldesa con Ahora Madrid. Además de gente del PSOE como usted o Juan Lobato.

En este 'think tank' quieren proponer medidas para "ayudar" al PSOE y al PP, como abrir las listas, cambiar el CIS o limitar las prórrogas de los Presupuestos . Las presentarán en público el día 13 de noviembre. ¿Hay posibilidad de entendimiento entre ambos partidos para sacar una agenda regeneradora tal y como está la situación?

Tiene que haberla. Y no sólo para una agenda regeneradora, sino para un proyecto de país.

En el Parlamento no hay fragmentación. Casi el 70% de los diputados son del PP y del PSOE. Si el PP y el PSOE se ponen de acuerdo, el 70%, es decir, la inmensa mayoría de los españoles, estaríamos de acuerdo.

El problema es: ¿por qué no se pueden poner de acuerdo en nada, pero ni tan siquiera en la política de vivienda? Todos decimos que es el principal problema del país. Casi todos, menos los de Sumar, reconocemos que se resuelve edificando más vivienda.

Presenta el PSOE una propuesta de plan de viviendas. Presenta al PP una propuesta del plan de viviendas. Las miras y el 70% son compatibles y coincidentes. Si no se ponen de acuerdo a los tres niveles administrativos, seguiremos arrastrando seis años más el problema.

Y entonces es cuando te dicen: no. Los expertos electorales de cada uno de los dos líderes les dicen que a efectos de la batalla electoral del día, de la semana o del mes, tienen que adoptar esta actitud.

Mire, yo lo siento, para mí el objetivo de los partidos políticos no es ganar las elecciones. Su objetivo es aportar soluciones a los problemas del país.

Hablando de vivienda. Acabamos de conocer que Pedro Sánchez lleva al Consejo de Europa una medida para que se prohíba comprar vivienda "!si no es para vivir". Una medida a la que, hasta hace poco, se estaba oponiendo el PSOE aquí en España.

Y yo me opongo. A mí me parece que eso es un puñetero disparate. En España tenemos una cosa muy clara y es que faltan viviendas. Llevamos casi diez años, después de la crisis del boom, en el que no se ha construido al ritmo que necesitaba la sociedad española y se acumula un déficit.

Yo siempre digo: imaginaos que por arte de magia mañana aparecen donde tienen que aparecer 700.000 viviendas, que son las que hacen falta, según el Banco de España. Se había acabado el problema de la vivienda.

Pensar que la solución está en controlar el precio, que es lo que se le ha ocurrido a esta izquierda divina y de salón que se llama Sumar, es que eso no se le ocurre ni al que asó la manteca.

Yo hay muchas veces que me planteo: ¿Y para esto merece la pena estar en el Gobierno? ¿Merece la pena estar en el Gobierno para hacerle el programa a Sumar, a Junts y a Esquerra, y no poder hacer las políticas socialdemócratas?

En España seguimos teniendo unos problemas de redistribución de renta enorme. El ascensor social está parado y nadie parece interesado en que funcione.

Jordi Sevilla, charla en el Hotel Palace con El Español. Sara Fernández

Y como diría Vargas Llosa: ¿en qué momento se jodió el Perú? ¿En qué momento dejan estos dos partidos de tener interlocución?

Yo, que todavía me sigo viendo las sesiones de control al Parlamento, lo veo indiferenciable de muchas de las tertulias que consiguen grandes récords de audiencia y, por tanto, beneficios en publicidad a base de chillar mucho y gritar mucho.

Bueno, por poner una fecha. Pedro Sánchez mantiene bien el tipo hasta que le da el abrazo a Pablo Iglesias y lo incorpora en el Gobierno, justo después de la campaña electoral en la que había dicho que no podría dormir en La Moncloa si tuviera a Podemos en el Gobierno.

He estado con Pedro Sánchez en 2015 y 2016, cuando se hizo el acuerdo de Gobierno con Ciudadanos. Cuando se pudo gobernar. Y en todo aquel período, hasta las elecciones del 2019, en las que marca distancias con Podemos.

A partir de ese momento, en el que forma Gobierno abrazándose con Pablo Iglesias, empieza la podemización del Partido Socialista, que le lleva a formar un Gobierno en el que casi no hay hueco para sacar adelante las políticas socialdemócratas.

Lo único para lo que están sirviendo los 121 diputados del Partido Socialista es para sacar adelante las medidas que les propone Sumar, Junts o ERC, pero no estoy viendo que el Gobierno esté haciendo una política socialdemócrata.

Y por parte del PP, oye, yo me acuerdo en 2020, cuando todavía lideraba Pablo Casado, tuvo una intervención en el Parlamento contra Vox muy dura, muy dura.

Por tanto, hasta las elecciones del 2019, y el Partido Popular un poco más tarde, hasta la llegada de Feijóo y a partir del 23, cuando empiezan a pactar en las comunidades autónomas, los dos partidos han intentado marcar distancias con los extremos.

Es a partir de entonces cuando sus expertos electorales deciden lo que tienen que hacer: girar uno a la derecha, girar el otro a la izquierda y, sobre todo, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, bajo ningún concepto, pactar con el PP si eres del PSOE o con el PSOE, si eres del PP, lo cual es un absurdo total y absoluto en una democracia.

¿Y cómo se puede reconducir desde dentro el PSOE hacia la socialdemocracia?

Hay mucho militante del PSOE, desde los más viejos hasta los más jóvenes, que se sienten un poco decepcionados con esta política que, por otro lado, ha coincidido también con un excesivo protagonismo del líder, que casi no hay nadie que se atreva a llevarle la contraria.

Hemos permitido que un secretario general, elegido democráticamente, se haya convertido prácticamente en un César del partido, y eso ha alejado a mucha gente del partido.

Yo lo que quiero y busco es unir a toda esta gente que nos hemos quedado fuera, alejados, al margen, pero que seguimos sintiendo que el Partido Socialista es nuestro partido. Que nos empecemos a organizar dentro del Partido Socialista, aprovechando que los estatutos permiten la existencia de corrientes perfectamente democráticas.

¿Se puede? Porque la única corriente que hay es la de Izquierda Socialista.

Existe la posibilidad y los estatutos lo permiten. Hay una serie de requisitos, pero yo creo que esto fortalecería al partido en el sentido de que mucho militante volvería a ser activo, porque volvería a verle sentido a militar en el partido.

Hay que devolverle al PSOE un discurso con voluntad de mayoría de país y con proyecto de una España en la que no sobra nadie, sino todo lo contrario. Eso es la socialdemocracia.

¿Y cuándo se podría crear?

Es un problema que tiene muchos pasos, hay que reunir muchas firmas y mucha gente que hasta ahora ha estado muy dispersa.

También tengo muy claro que la solución al Partido Socialista no está entre los que ya hemos sido, hay que buscarla entre la siguiente generación, entre la gente joven, que los hay con muchas ganas, con muchas capacidades.

Estoy intentando ver con algunos compañeros si detrás de eso hay suficiente agua en la piscina.

"La solución al PSOE hay que buscarla entre la siguiente generación, entre la gente joven"

Jordi Sevilla, exasesor de los Gobiernos de Felipe, exministro con Zapatero y expresidente de REE. Sara Fernández

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Como exministro y economista, ¿qué le parece que sigamos a base de prórrogas presupuestarias? Ya estemos camino de noviembre sin techo de gasto, incumpliendo plazos.

Y sobre todo haciendo gala de ello. Lo que me ha llamado más la atención en estas extrañas negociaciones/chantaje que tiene el Gobierno con Puigdemont, es que el Ejecutivo diga: oye, si no hay presupuestos, da lo mismo.

Estamos normalizando situaciones anormales. Es anormal no tener Presupuestos, pero también es anormal que asumamos como normal, no sé si es cierto o no, que el Tribunal Supremo es del PP y el Tribunal Constitucional es del PSOE.

Y otra propuesta que también el PSOE ha firmado a sus socios es ese 'cupo catalán'. Salga adelante o no, lo grave es que el Partido Socialista haya firmado ese documento.

Es lo mismo que tuvimos con la amnistía. Yo siempre me he manifestado en contra, pero siempre dije: yo he estado con Pedro Sánchez hasta el 23-J por la noche. El que cambió fue él.

En política hay principios que no pueden estar en venta. Ese desdibujamiento de algunos de los principios, convertirlo todo en táctica, todo en negociable, es lo que ha terminado por desdibujar a este Partido Socialista con el que mucha gente no nos sentimos identificados.

"Hay principios que no pueden estar en venta. Convertir todo en negociable ha desdibujado al PSOE"

Como valenciano, ¿qué opinión le merece la gestión de Carlos Mazón, ahora que se cumple un año de la dana?

Yo sigo perplejo, como casi todo el mundo. Tengo amigos que padecieron en sus carnes y en sus familias el efecto.

Cuanta más información tenemos, menos entiendo lo que pasó, menos entiendo dónde estuvieron los fallos y por qué los actores que tenían que tomar determinadas decisiones no las tomaron. No lo entiendo.

Era tan fácil que la consejera dijera 'fase tres' y que se ocupara el Gobierno. Y a partir de ahí, toda la responsabilidad hubiera sido del Gobierno central con apoyo de la Comunidad Autónoma. Y seguramente, no lo sé, pero seguramente eso hubiera podido ayudar un poco,

No entiendo cómo tardaron tantas horas en darse cuenta de la que venía cuando, con la misma información, la Diputación de Valencia o la Universidad de Valencia enviaron a su gente a casa por la mañana.

Entiendo el cabreo legítimo que hay, porque estamos hablando no ya sólo de una destrucción de daños materiales muy gordos, sino de vidas cuya muerte hubiera sido evitable. No lo sé. Pero con que hubiera sido evitable una, hubiera merecido la pena.

Jordi Sevilla, en las escalinatas del hotel. Sara Fernández.

Y que no se asuman responsabilidades.

Lo que pasa es que ahora fíjate, esto de asumir responsabilidades como que no está de moda. Por ningún lado. Porque de nuevo, dentro de este discurso y de esta normalización del odio, tú no me estás haciendo una crítica. Tú me estás insultando y por tanto yo no puedo asumir una parte de la crítica.

Usted fue ministro en la época de Zapatero. Recuerdo que Mariano Fernández Bermejo, ministro de Justicia, dimitió por irse sin licencia a una cacería con un juez (Baltasar Garzón). Ahora, en cambio, hay un fiscal general procesado y no dimite.

Sin lugar a dudas. Ha cambiado la valoración. En democracia es razonable que el adversario, que no enemigo, te critique. Y a lo mejor tú lo miras y dices: 'pues oye, una parte de razón tienes'. Toda la verdad no está en manos de nadie.

Pero si, como dicen ahora, todo es un insulto y un ataque político en el peor sentido de la palabra político, entonces la mejor defensa es el numantinismo. Tenemos que salir de este pozo en el que nos hemos metido.

He tenido debates muy duros con Montoro, pero luego nos íbamos a tomar un café y no rompíamos la relación política. ¿Por qué ha dejado eso de ser posible?

Hablando, por ejemplo, de esa época en la que usted estaba en primera línea con Zapatero, no sé qué opinión le merece su papel ahora en Venezuela y su papel también como interlocutor ante Puigdemont.

Bueno, José Luis, al que le tengo cariño, aunque hace mucho tiempo que no hablamos, siempre ha defendido un concepto de lealtad al secretario general del partido, que yo siempre le he criticado, porque me parece que uno debe ser leal a las ideas, leal a los proyectos, pero no a los cargos.

Él quizás se ha dejado arrastrar en la parte de Puigdemont por ese no querer hacer de expresidente criticón, como muchos dicen que está haciendo Felipe, y querer ser un expresidente colaborador con su sucesor en la presidencia.

La parte de Venezuela y la parte de China, que está saliendo mucho ahora también, la entiendo menos, y como tengo menos elementos de juicio voy a ahorrarme mi valoración.

Jordi Sevilla, en el mítico hotel madrileño. Sara Fernández

Usted fue miembro de la Ejecutiva federal del PSOE, ¿recuerda que en esa época se cobrase en efectivo?

No recuerdo haber cobrado en efectivo. Luego volví al PSOE en 2015, y en 2016 con Pedro Sánchez. No sé, a lo mejor es que no fui beneficiado por la mano divina del secretario de Organización de turno, pero no recuerdo que fuera una práctica habitual.

En todo caso, es verdad lo que se está diciendo: o sea, dinero en caja no es igual a dinero negro.

Otro caso: Begoña Gómez.

No veo delito por ningún lado. Creo que no es ético. No se lo hubiera recomendado a mi mujer. Me parece feo, pero yo no veo que haya un delito, y creo que tenemos que diferenciar mucho las dos cosas.

Hice el primer Código de buen gobierno del Ejecutivo e hice la primera Ley de Incompatibilidades, que tenían que ver con el tema del código de buen comportamiento, precisamente para intentar separar las cosas que te parecían o no éticamente aceptables de lo que es un delito

Como expresidente de Red Eléctrica, ¿se puede repetir un apagón?

Creo que ha habido un cierto exceso de optimismo por parte del Gobierno, en aquella época con Teresa Ribera y por parte de la CNMC, minusvalorando los riesgos que una inserción masiva de renovables en la red podía generar.

Y si eso no se equilibra bien y por distintas razones, parece que ese día 28 no se pudo equilibrar el sistema te salta. Hay formas de evitar que esto vuelva a ocurrir, es lo que ha propuesto Red Eléctrica.

Aquí hay un problema más allá del contexto de crispación en el que vivimos, y es que estamos hablando de que, si alguna vez se señala un responsable, hay muchos millones de indemnización detrás.

Pero pese a todo, el Gobierno parece que sigue adelante con el plan de cierre de centrales nucleares.

Yo confío que al final tendrá un ataque de sensatez y aceptará la propuesta de las compañías de prorrogar, de hacer una moratoria de tres años. Creo que es lo lo más prudente, lo más seguro. Somos el único país de todo el mundo que, teniendo centrales, se está planteando cerrarlas.

Y una última pregunta. He hablado antes de medios de comunicación. ¿Usted ve TVE?

Yo veo pocas televisiones. Y bueno, me parece que el intento que hubo en el Gobierno de Zapatero de que la televisión pública fuera razonablemente pública, en el sentido noble del término y recuperar la discrepancia democrática, pues se está perdiendo.

Como por cierto, se está perdiendo en Telemadrid, como se está perdiendo en la televisión valenciana y en todas las televisiones autonómicas.

Creo que eso, de nuevo, es malo. Estamos viviendo una confusión entre lo que es el Estado y lo que es el Gobierno.

El principal problema es la democracia y la no democracia. Y yo lo que quiero es que PSOE y PP regresen a la democracia y, por tanto, a un sistema en el que discrepan, pero también acuerdan y pactan.