Cuando este lunes, en Perpiñán, se reúna la Ejecutiva de Junts, Carles Puigdemont tendrá un motivo más para imponer su tesis de romper definitivamente con Pedro Sánchez. "Nunca nos fiamos de él", explican fuentes del entorno del expresident fugado.
Y por eso, le obligan a ponerlo todo por escrito, o a que levante acta el mediador salvadoreño, una vez al mes en Suiza. Pero es que, esta vez, el trampantojo de que Alemania, por fin, se abría a negociar la oficialidad del catalán en la UE le duró al Gobierno desde el mediodía del viernes hasta la mañana del sábado.
Nada más.
Y ésa fue la primera promesa del PSOE, en agosto de 2023, con madrugón de José Manuel Albares incluido, para llegar a tiempo de tener una prueba que garantizara los votos de los independentistas para Francina Armengol como presidenta del Congreso.
Aquello de lo que Puigdemont presumió como "el hecho comprobable", para demostrar que él negociaba distinto que ERC. Que iba a exigir "hechos y no palabras". Vamos, que a él no le iban a "engañar".
Y sin embargo, "llevamos dos años desde que se firmaron los Acuerdos de Bruselas y no tenemos nada", añade otro portavoz de la dirección de Junts.
"Así que este último intento de Albares", un globo ya pinchado tras la confirmación de Stefan Kornelius, el portavoz del canciller Friedrich Merz, se lo puede apuntar el ministro como un esfuerzo más, y "le reconocemos el empeño", pero a Puigdemont le falta la "implicación real de Sánchez" en este asunto.
Y no un fingimiento que ha terminado en patinazo.
Un tiro que parecía dar en el blanco adecuado justo a tiempo, pero que finalmente se demostró salido por la culata en apenas 24 horas: "La postura del canciller no ha cambiado. La inclusión de nuevas lenguas oficiales requiere una modificación de los Tratados Europeos".
El 'papelote'
Cuando, poco antes de las 14:00 horas del viernes, Moncloa difundía un folio de urgencia, era evidente que había noticia.
Y el hecho de que fuera una declaración conjunta en nombre del Reino de España y de la República Federal Alemana, y de que versara sobre el asunto de las lenguas cooficiales "distintas del español", activó a todo el mundo.
Además de la prensa, buscando detalles, el primero que se movió fue Alberto Núñez Feijóo que, en Oviedo para los Premios Princesa de Asturias, activó a su equipo en Madrid y en Bruselas.
Pero en realidad, "sólo para entender las circunstancias detrás del gesto". Porque desde el principio así se lo tomó el Partido Popular, como un "nuevo conejo sacado de la chistera de Pedro Sánchez" ante la presión de Junts, "sin contenido real".
Porque a lo único a lo que se comprometía Alemania era a "abrir un diálogo" para que se pueda "encontrar una respuesta" al asunto que insistentemente ha llevado España al Consejo de la UE.
Pero siempre que sea "aceptable para todos los Estados miembros". Porque la oficialidad en las instituciones comunitarias del catalán, el euskera y el gallego ya ha cosechado siete fracasos.
Y en el último, el pasado 18 de julio, con una agria discusión entre Gunther Krichbaum y el español Fernando Sampedro, en la que el alemán reclamó que España no trajese más sus "asuntos internos" a Bruselas.
Por otro lado, el papelote distribuido el viernes por Moncloa no tenía ni firmas ni sellos. Es decir, como declaración conjunta sólo tenía la credibilidad de la fuente.
Y cuando Ildefonso Castro, secretario de Asuntos Internacionales del Comité Ejecutivo Nacional del PP, habló con su homólogo de la CDU, confirmó que, efectivamente, "nada ha cambiado".
Quién lía a quién
Y que lo único que había hecho el Gobierno alemán es aprovechar la situación de necesidad del español para, a cambio de poner por escrito que iniciará "conversaciones bilaterales", sacar una "contrapartida muy interesante" para sus negociaciones europeas.
Nada de negociar. Ni mucho menos de cambiar de posición. "El canciller es un político sólido", remarcan fuentes del entorno de Feijóo, "y mantiene lo que dijo en la Moncloa".
Es decir, que no está dispuesto a "abrir el melón" de la reforma de los Tratados por este asunto y que las lenguas cooficiales españolas pueden traducirse "con Inteligencia Artificial".
En Junts, ya en la noche del viernes eran conscientes de la jugada de Moncloa, que trataba de vender como un "paso importantísimo" el dado con Berlín. Porque si Alemania aceptaba firmar (?) ese comunicado conjunto es porque ve posible el acuerdo, según las fuentes consultadas en el Ejecutivo español.
Y que era especialmente trascendente que el Gobierno alemán hubiera aceptado incluir en el comunicado conjunto los postulados de Pedro Sánchez sobre el reconocido del catalán, el gallego y el euskera. Es decir, que esas lenguas "constituyen una parte esencial de la identidad plurilingüe" de España.
Pero "desde el 23-J, lo único que hay son los pinganillos en el Congreso, y de todo lo demás no hay resultados, sólo excusas", incluida la amnistía.
Así que, si algo sabe Puigdemont, después de dos años largos de negociaciones sin fruto con el PSOE, es leer entre líneas. Y que esto de Alemania ha sido un "último esfuerzo de Albares", pero un engaño de Sánchez, no le hacía falta que se lo confirmara el portavoz de Merz.
De modo que cuando Kornelius, el portavoz del Gobierno Federal, confirmó a Efe en la mañana del sábado lo que Merz ya le había dejado claro a Feijóo, en Waterloo simplemente se constató que los alemanes se la habían jugado a la Moncloa tanto como Sánchez a Puigdemont, en este tiempo.
Y que la Ejecutiva de Junts se reunirá el lunes con todo igual que estaba el jueves, "sólo que con una mentira más de Sánchez y con la humillación de que haya sido rectificado por la primera potencia de Europa", como comentaba con mofa un alto cargo del PP.
"El independentismo puede dejarse engañar por Sánchez", concluía esta fuente cercana a Feijóo. "Pero el canciller alemán, no".
