Moncloa ha puesto en marcha una ofensiva política para debilitar al PP en las comunidades autónomas, una situación insólita en Democracia: ahora, la oposición en los diferentes territorios se dirige y ejecuta desde la Presidencia del Gobierno.
La plasmación de esa estrategia es la foto del pasado martes en la rueda de prensa de la Moncloa, con cuatro "ministros candidatos" en sus respectivas comunidades autónomas: Óscar López, Mónica García, Pilar Alegría y Diana Morant.
Fuentes socialistas explican que esa imagen no fue casual, forma parte de un plan que busca debilitar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo confrontando con sus barones y no con él, en una suerte de ninguneo.
Se intenta crear la imagen de mala gestión del PP en las comunidades que gobierna y, de paso, explotar las contradicciones y debilidades del líder de este partido.
La estrategia se basa en el hecho objetivo de que Feijóo tiene mucho menos poder real que cada uno de sus presidentes autonómicos.
Lo ocurrido en las elecciones autonómicas y generales de 2023 es lo que sirve de referente al Gobierno.
Entonces, el PSOE perdió casi todo su poder territorial, penalizado por la gestión del Gobierno de Sánchez.
Pero poco después Feijóo perdió la opción de gobernar, como consecuencia de los pasos que dieron comunidades como la valenciana, con su pacto precipitado con Vox.
Sánchez, según explican, quiere evitar otro desastre en las autonómicas y, por eso, ha decidido controlar y dirigir la labor de oposición territorial desde la Moncloa, empezando por sus "ministros candidatos".
El riesgo es que cuando se vote en esas comunidades, sea cuando sea, se haga en clave nacional, es decir, que de nuevo el candidato real sea Pedro Sánchez. Y su gestión.
El Gobierno está volcado en socavar al PP donde más le puede doler: la capacidad de gestión, su supuesta eficacia.
Ha aprovechado las crisis que se han producido en varios territorios y ha hecho que trasciendan a la política nacional. Eso le ha permitido extender la crítica a todo el PP y tomar en Moncloa el control de la estrategia.
Política de desgaste
El caso más reciente es el de los graves errores con los cribados de cáncer de mama en Andalucía.
A menos de un año para las elecciones andaluzas, el PSOE y la Moncloa han encontrado la grieta, es decir, la forma de desgastar a Juanma Moreno por el que ha sido su gran traspié en una legislatura con mayoría absoluta.
Ahora se busca extender lo ocurrido con los cribados a la sanidad andaluza en su conjunto y criticar la privatización de algunos de sus servicios.
En Castilla y León, donde habrá elecciones en marzo, Moncloa encontró la grieta este verano a propósito de la gestión que Alfonso Fernández Mañueco hizo de los incendios forestales.
El Gobierno se volcó en el desgaste del barón del PP, hasta el punto de que lo hizo al margen del PSOE de la comunidad, entre otras cosas, porque aún no había sido elegido como candidato Carlos Martínez, alcalde de Soria.
En Galicia, Moncloa lo intentó con menos éxito con Alfonso Rueda también a propósito de los incendios.
En Madrid, es obvia la posición de la Moncloa, con el ministro Óscar López como ariete y el presidente del Gobierno volcado en la causa.
En este caso, además, coincide la estrategia de Moncloa y PSOE con la de la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, que como un espejo busca a su vez crecer confrontando con el Gobierno central en cualquier asunto que pueda surgir.
Ayuso busca fortalecerse en el antisanchismo y obtiene satisfacción a esa pretensión en el día a día del Gobierno de Sánchez.
Todo empezó con la dana
El primer paso de esa estrategia de Moncloa, convertida en una suerte de war room, se dio hace casi un año con motivo de la dana que asoló Valencia. Carlos Mazón se convirtió con sus errores de gestión en el ensayo de la fórmula de desgaste contra las comunidades del PP.
Mazón está desgastado, pero Diana Morant no tira, como muestran las encuestas y admite el PSOE. Vox es el gran beneficiado.
En Aragón, Moncloa no ha encontrado aún una grieta para torpedear la política autonómica y facilitar el camino de Pilar Alegría, frente al presidente Jorge Azcón.
Y de todas las comunidades, la que más preocupa al PSOE y a la Moncloa es Extremadura. Su candidato, Miguel Ángel Gallardo, nunca fue el favorito de Sánchez y, además, ahora se da la circunstancia de que está pendiente de sentarse en el banquillo por su papel en el caso del hermano del presidente del Gobierno.
Moncloa dirigió la maniobra fallida de aforar a Gallardo para intentar librarle del banquillo y ahora tiene muy limitada la capacidad para sustituirle como candidato en Extremadura.
Fuentes socialistas admiten que en la estrategia frente a las comunidades del PP el beneficiado puede ser Vox, porque los trasvases de voto se producen en bloques de derecha e izquierda y porque el partido de Santiago Abascal está libre de críticas a su gestión porque salió de todos los gobiernos autonómicos.
Es decir, el partido de la extrema derecha puede beneficiarse del desgaste del PP como opción refugio de electores que nunca votarían al PSOE.
Eso para el PSOE puede ser positivo, porque resta voto al PP y le obliga a pactar con Vox, con opciones de repetir la situación de 2023, cuando Feijóo perdió las opciones de ser presidente del Gobierno por sus pactos autonómicos. Especialmente, los que tenían que ver con el feminismo, según los análisis del voto por sexo en las generales de julio de 2023.
