"Eso solo está en la cabeza de Pedro", replican miembros del Gobierno estos días cuando se les pregunta si es previsible que en las próximas semanas o meses se produzcan cambios en el Consejo de Ministros.
La respuesta es una cierta obviedad porque es indudable que esos nombramientos son competencia exclusiva del presidente del Gobierno y, además, la trayectoria de Sánchez en la Moncloa permite asegurar que no suele dar pistas previas sobre ese tipo de decisiones. Hasta que no se ejecutan casi nadie conoce las intenciones reales del presidente y muchas veces sorprende.
Este martes se reúne por primera vez el Consejo de Ministros tras las vacaciones de verano, condicionado por dos decisiones urgentes e inaplazables: el mecanismo de distribución de los menores migrantes no acompañados que llegaron a Canarias y la declaración de zona catastrófica de los lugares afectados por los incendios forestales para poder distribuir las ayudas.
A esa reunión llegan los ministros con una cierta inquietud entre algunos de ellos sobre la posibilidad de que Sánchez aborde en las próximas semanas cambios en el Gobierno. O si esperará a resolver la difícil negociación de los Presupuestos.
La lógica que manejan es la evidente de iniciar el curso político, uno de los más difíciles de Sánchez en la Moncloa, con un impulso político que incluya la foto de un nuevo Gobierno. Dar imagen de nueva etapa cerca de que se cumplan los dos años de la investidura como presidente y, por tanto, la formación del Ejecutivo.
En lo que va de legislatura, ha abordado cambios puntuales que tenían que ver con coyunturas concretas como las sucesivas salidas de Nadia Calviño, Teresa Ribera y José Luis Escrivá para cubrir otros cargos relevantes. No ha habido remodelaciones amplias, lo que se conoce habitualmente como crisis de Gobierno.
En este momento, Moncloa transmite que la prioridad es la presentación de los Presupuestos para 2026 y la posterior negociación con sus aliados. Por eso, cabe la opción de que los hipotéticos cambios se aplacen a ese momento. Porque la complicada aprobación de las cuentas daría impulso para acabar la legislatura y, por tanto, sería la principal señal de impulso político.
Miembros del Gobierno explican también que, en la práctica, se han evidenciado en ese tiempo algunas disfunciones, como consecuencia de "errores de diseño". Especialmente, lo que se refiere a la multifunción de María Jesús Montero como vicepresidenta primera, número dos del PSOE y líder de la oposición en Andalucía.
Entienden que Sánchez tendrá necesariamente que abordarlo cuando se acerquen las elecciones andaluzas, previstas para antes de verano. Por lo relevante de su papel ese sí que será un profundo cambio estructural en el Gobierno cuando se produzca.
También crea alguna disfunción la situación de los otros cuatro ministros que, a su vez, son candidatos en sus comunidades, es decir, Óscar López, Diana Morant, Ángel Víctor Torres y Pilar Alegría.
Coinciden varios ministros consultados en que esa doble condición de ministros y candidatos limita el margen de maniobra de Sánchez porque no puede quitarles el foco del Gobierno, puesto que no tienen presencia institucional en sus comunidades. Entienden que sacarles del Gobierno ahora les debilitaría.
Sólo alguno explica que "si la gente se va a dedicar a su territorio mejor que empiecen cuanto antes. Sobre todo en Andalucía", aunque eso tenga también riesgo.
En situaciones similares, por ejemplo en el caso de Salvador Illa, Reyes Maroto y Teresa Ribera, Sánchez apuró al máximo antes de sacarles del Ejecutivo para que fueran candidatos en Cataluña, Madrid y Europa, respectivamente.
Hay coincidencia en el Ejecutivo en considerar que en este momento el Gobierno es "muy desigual", es decir, hay ministros combativos y aguerridos, junto con otros más invisibles y con presencia pública más diluida, que son vistos con recelo en el Consejo de Ministros porque no cumplen el encargo de Sánchez de defender con ahínco sus posiciones y hacer frente a las críticas.
Razonan que el contexto político con el inicio de un curso que se prevé duro y con al menos dos citas electorales (Castilla y León y Andalucía) precisa de ministros más fuertes políticamente.
Esto tiene reflejo en las encuestas del CIS, porque hay diez ministros a los que no los conoce ni la mitad de los encuestados. Tres de ellos son de Sumar.
La menos conocida es la ministra de Inclusión, Elma Saiz, (15%), seguida de la vicepresidenta Sara Aagesen (25%), Ana Redondo (27%) y Diana Morant (29%).
En el calendario de inicio de curso, Sánchez tiene también sobre la mesa la convocatoria del debate sobre el estado de la nación, que no se ha celebrado en toda la legislatura y que el Gobierno prometió para antes de final de año.
Fuentes de Moncloa aseguran que no hay fecha cerrada todavía, pero que no es previsible que se celebre en septiembre, en plena presentación del proyecto de Presupuestos, la prioridad del Gobierno en este momento.
