Hemos vuelto a la universidad. Más por equivocación que por nostalgia. Nos ha enviado el jefe a una charla de Felipe González que resulta es sólo para alumnos de la UNED. Así que, llegados a la puerta y comprobado el malentendido, entramos en clase sin mirar atrás. ¿Qué somos sino alumnos a distancia?
Cogido el sitio, sacamos el ordenador para tomar notas. Total que entra el ponente y... nos hemos equivocado.
–Oiga, ¿pero no era aquí lo de Felipe González?
–Pero si es Felipe el que está ahí.
–¡Qué va a ser ése Felipe, hombre! ¡Pero si es Obama!
Comienza sus subordinadas, esparce su acento inconfundible. Joder, es verdad. ¡Es Felipe! Qué negro se le está poniendo todo a Sánchez.
Venimos persiguiéndolo porque, después de que él le contara a Alsina que no va a votar al PSOE por la "barrabasada de la ley de amnistía", Sánchez ajustó cuentas en la tribuna del Congreso y colocó sus gobiernos entre los sucios de la Historia. Los únicos "limpios", Zapatero y Sánchez.
Al poco rato, se hace el silencio en la sala y, con el título "Europa puesta a prueba", el expresidente va hipnotizando al auditorio. Felipe tiene la gracia inevitable. DIce las cosas más gruesas, las más contundentes, como si dijera cosas livianas.
Tiene su aquel escuchar esta mañana a Felipe así, en clandestino, porque Sánchez ha decidido que los cincuenta años de la entrada de España en Europa se celebren sin Felipe, que firmó el tratado de adhesión. O igual es Felipe el que ha rechazado la invitación. Lo que es seguro es que no veremos a Sánchez y Felipe juntos.
No puede hacer de mediador el expresidente que estuvo en medio: Zapatero. Si aparece Zapatero, Feilpe sale corriendo, como aquel día en el paraninfo de La Magdalena, en Santander, cuando Felipe se fue en cuanto supo que llegaba Zapatero.
Ya es raro que Felipe pueda hablar en la UNED, una universidad del Estado. Seguro que Sánchez no se ha enterado. O igual le ha sonado bien: "Felipe, a distancia". El rector lo abraza. Intentamos frenarlo, ¡rector, no!, pero no llegamos a tiempo. Apuntamos... "Escribir obituario Ricardo Mairal Usón".
Aunque el tema es el estreno europeo de España, Felipe nos va contando batallas de todo tipo. Los expresidentes adolecen de una pulsión: la vinculación de los recuerdos con la actualidad. Y en eso, la aguja de Felipe es tan divertida como letal.
"Les voy a confesar algo que no van a creer. Siempre me interesó la política, pero no el poder. Me quise ir tras las primeras elecciones". Es de veras un cachondo. Lo dice con casi catorce años de presidencia a las espaldas.
Empieza hablando de aquella Sevilla humilde, el padre añazista, la madre sin ideología conocida. Los días de cruzar la frontera como fuera para conspirar en Francia, con o sin pasaporte, por lo legal o por lo criminal, cuando lo legal era lo criminal.
Y, entonces, suelta el primer mandoble, que como va en subordinada y con "ese" resbaladiza parece un chiste, pero es un mandoble: "El partido había dejado de existir operativamente. Reconstruimos el partido desde cero. Hoy, algunos quieren liquidar esa experiencia. Pero bueno".
En el "pero bueno" de Felipe entra todo el sanchismo. Una postdata a esto: suponemos que Rodolfo Llopis y compañía pensaban lo mismo que piensa hoy Felipe de Sánchez.
El siguiente dardo llega cuando parece imposible que llegue. Está hablando del "gigantesco trabajo" que hicieron para que España entrara en Europa. "Boyer, Solchaga, Borrell, Almunia... Comprometí en toda mi vida a diez personas para entrar en el partido, no más".
Que es una manera de decir: fijaos qué pasa cuando se enchufa a todo quisqui en el partido. O así lo entendemos nosotros. Sánchez tenía razón en las cosas que dijo sobre los gobiernos de Felipe y la corrupción. Lo que tiene huevos con chistorra –por seguir la dieta sanferminera– es que lo diga Sánchez.
El tratado de adhesión a la UE se firmó en 1985. Felipe reconoce la importancia del trabajo previo realizado por Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo. El legado de la UCD. En eso, sí brilla Felipe sobre Sánchez. Miramos por la ventana y tratamos de imaginar en las nubes del cielo, estamos muy altos en este Círculo de Bellas Artes, a Sánchez reconociendo el trabajo de alguien antes o después de él. Es imposible.
Entre los obstáculos que opusieron algunos de los europeos fundadores a la entrada de España, nos cuenta Felipe, estuvo el terrorismo de ETA y el combate que se le hacía desde las instituciones del Estado. Entendemos que se refiere al legal. "Algunos los consideraban luchadores por la libertad. Bueno, ahora algunos también los consideran...". Los pactos con Bildu.
Felipe es un maestro de la anécdota. Un narrador formidable. Tanto que apuntamos cosas que, pronto, olvidamos a qué venían, pero que se nos quedan grabadas y que tienen mucha gracia. Por ejemplo, los funerales de los gerontócratas rusos, "a los que siempre les daba por morirse en invierno".
O los ayunos del canciller Kohl, que eran eternos y le ponían de muy mala leche. Un día, en pleno ayuno, Kohl invitó a Felipe y le puso una condición: "Tú comerás lo que yo quiera". Le puso un chuletón enorme con bien de patatas. "Nunca pensé que conocería un socialista inteligente", dijo Kohl sobre Felipe. "Helmut siempre tenía razones de peso", dijo Felipe sobre los 150 kilos de Kohl.
Ah, sí, estábamos hablando de geopolítica y de Europa. El auge de Trump y de los populismos de izquierdas han convertido a Felipe en el centro geográfico. Es cierto que él (casi) siempre fue socialista a fuer de liberal, que decía Indalecio Prieto.
Nos cuenta la anécdota de don Inda, ¡cuántas anécdotas! Le preguntaron por las conferencias que daba Álvarez del Vayo –compañero de partido– y dijo don Inda: "Qué pobres, cuántas tonterías están escuchando en Toronto". ¡Pero cómo dice eso, don Inda, si Álvarez del Vayo habla cinco idiomas! "No es imposible ser tonto en cinco idiomas".
Carga Felipe contra "los chorras que hablan de paz y neutralidad sin tener ni idea" –la izquierda española antimilitarista– y contra los trumpistas. Le da duro a Rutte, el secretario general de la OTAN: "Las tonterías que dice... Ha sido siempre así. No os creáis que se ha vuelto X ahora [imposible de reproducir, que nos hemos colado y no vamos a ser tan cabrones]. Era X desde hace tiempo".
La cuestión es: ¿qué piensa Felipe de lo del 5% en Defensa que exige la OTAN? "Es una arbitrariedad. Además, para alcanzarlo habría que comprar armas que vendería Estados Unidos. Si fuera necesario el 5%, ellos, Estados Unidos, lo estarían ya gastando".
Ahora bien, ¿el 2% prometido por Sánchez es suficiente? "No va a ser suficiente a diez años vista, pero hoy sí es suficiente para parchear".
Lo que no le gusta a Felipe es que el Gobierno de España se niegue a aumentar el porcentaje diciendo que hacerlo supondría recortar en educación, sanidad, etcétera. "Es ofensivo para los demás. Te pueden dar en las narices con los datos".
Le preocupa a Felipe aclarar que, en contra de un extraño consenso propagado desde hace años, el referéndum de la OTAN no se aprobó para entrar en Europa: "Fue primero la entrada en Europa y después ese referéndum. No quise que existiera ese condicionamiento".
Solución: "Pensamiento confuciano". Mirar a largo plazo. Aguantar a Trump sin romper con Estados Unidos. Dicho en Felipe: "Cada día que pasa es un día menos de mili de Trump". Ironiza sobre el Nobel de la Paz que le quiere dar Netanyahu.
"¿Saben quién es el principal responsable de que se esté propagando el antisemitismo por el mundo? Netanyahu". Felipe, que come chuletón pero pesa setenta u ochenta kilos menos que Helmut, también tiene razones de peso.
Europa y España, nos cuenta, tienen el mismo problema: el nacionalismo. "La deriva es el nacionalismo. Es lo que siempre ha podrido a Europa. El nacionalismo se construye relativamente fácil. Falseando la historia y encontrando un enemigo próximo. Tenía razón Mitterrand". Y cita sin citar aquella frase: "El nacionalismo es la guerra".
Felipe termina con lo que llama "la llantina". Ay, España. "Me preocupa más que nada la convivencia. En los años treinta, se rompía desde la base; la sociedad estaba enfrentada. La convivencia hoy se está rompiendo de arriba abajo. La polarización es un fenómeno inducido. Es intolerable".
Otra frase: "En España, los que peor lo pasan son los jóvenes, no los viejos. Bueno, los viejos que piensan por su cuenta están jodidos".
¿Y en América? "Ahora no estamos. Bueno, existimos para disimular que Maduro es un tirano". Saludos, José Luis. Zapatero, no Ábalos. O los dos, tanto da.
Hay en España, confirma Felipe, una calle "Felipe González"... dedicada a un secretario de Carlos III. "No paso por ahí no vayan a quitarla".
Y termina con una anécdota que es oro puro. Tage Erlander, primer ministro de Suecia, 23 años seguidos en el cargo, le dice un día a Palme, que iba a ser su sucesor: "Anoche pensé por primera vez que soy imprescindible para Suecia. Me asusté tanto que he decidido irme, antes de volver a pensarlo".
Un saludo, Pedro.
Con amor clandestino, Felipe.
