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Hace un año, prefirió no firmar la carta como ésta. Pero pasados sólo 10 días desde la toma de posesión de Donald Trump, y nada más que tres días después de recibir a Mark Rutte en Moncloa, a Pedro Sánchez no le ha quedado otra opción que unirse. Hace un año fueron 14 los jefes de Estado y de Gobierno los signatarios. Ahora, todos notan la presión, y firman 19, incluido el español.

Es el presidente del país más rezagado en gasto militar de toda la OTAN y de toda la UE, y no tiene Presupuestos, ni se esperan, con los que irle poniendo arreglo. Es más, ninguno de sus socios de investidura está por la labor de aprobarle más aumentos de la inversión en Defensa.

Así que, ante la presión del nuevo-viejo presidente estadounidense y del líder de la Alianza Atlántica, alumno aventajado del primero, Moncloa ha cambiado de opinión y ahora sí apuesta por pedirle al Banco Europeo de Inversiones (BEI) que adelante la financiación que él no pone, pero le exigen el presidente estadounidense y el líder de la Alianza Atlántica.

El primero ha dejado claro, en menos de dos semanas, que los países europeos de la OTAN que no suban su inversión en seguridad y defensa al 5% de su PIB serán "castigados" con aranceles a sus productos. Y en su anterior etapa en Washington ya demostró que no le cuesta imponer este tipo de sanciones comerciales. España lo sufrió.

El segundo mantiene una relación de "amistad" en lo personal con Sánchez, pero siempre fue su némesis en el Consejo Europeo mientras era primer ministro de Países Bajos.

En público no lo dijo el pasado lunes, entre otras cosas, porque Moncloa no se lo permitió al negarle, sorprendentemente, una rueda de prensa conjunta. Pero en privado, Rutte advirtió a Sánchez de que su compromiso de alcanzar el 2% del PIB en 2029 no sólo llegará 15 años tarde, sino que estará desfasado.

Porque el próximo junio, en la cumbre de la OTAN en La Haya, está previsto cambiar el mínimo exigible a cada aliado hasta el 3%.

La carta

La carta remitida a Nadia Calviño subraya "la urgente necesidad de movilizar inversiones adicionales en el sector de la defensa para reforzar la capacidad de defensa y la seguridad global de la UE".

Pero sobre todo, el documento propone que se "reevalúe la lista de actividades excluidas de la financiación del BEI para reflejar las actuales prioridades políticas de la UE". Es decir, que los jefes de Estado y de Gobierno firmantes quieren cambiar los estatutos del BEI para que, "en adelante, pueda proporcionar financiación a proyectos tradicionales de la industria de defensa".

La firman los mandatarios de Alemania, Bélgica, Croacia, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, España, Estonia, FinlandiaFrancia, Grecia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, República Checa, Rumanía y Suecia.

Y, muy importante, la carta plantea la posibilidad que más le interesa al Gobierno de España: "La posibilidad de que el BEI emita deuda específica y finalista para financiar proyectos de seguridad y defensa".

Ya en marzo de 2022, Sánchez lanzó esta propuesta en la forma de un "megafondo europeo para defensa, energía y ayuda a Ucrania" durante una visita a las tropas de la OTAN desplegadas en Letonia, apenas dos semanas después del inicio del ataque ruso.

Éxito asegurado

La iniciativa de los 19 firmantes está llamada a triunfar sin demasiado problema. Para cambiar el mandato del BEI hace falta unanimidad en el Ecofin (Consejo de ministros de Economía y Finanzas de la UE), pero eso "está prácticamente asegurado", según Nicolás Pascual de la Parte, coordinador del PP Europeo en la nueva Comisión de Seguridad y Defensa (SEDE) del Parlamento Europeo.

El eurodiputado español fue embajador de España ante la OTAN en el último mandato de Mariano Rajoy y asegura, además, el apoyo masivo de la Eurocámara a la iniciativa. Y destaca que "lo más importante" es el "efecto tractor" que tendrá la implicación del BEI en el desarrollo de la industria de la defensa.

"Los bancos privados estaban deseando una buena excusa para implicarse", explica en declaraciones a este diario. "Estas operaciones son muy caras y a largo plazo, con rentabilidades normalmente frágiles, con mala publicidad y mucho riesgo de caída ante las agencias de calificación".

Así, que el mayor banco inversor del mundo, el BEI, se ponga detrás de los avales para acelerar el desarrollo de la Europa de la Defensa tiene dos vertientes.

Por un lado, permitea Sánchez demorar la subida efectiva del gasto, porque cada proyecto se financia, de inicio, vía créditos y, sólo luego, se paga. Por otro, "sólo puede ser calificado de buena noticia". Incluso para la industria española, una de las más potentes e innovadoras del mundo, y muy exportadora: España es el séptimo país del mundo por ventas en este mercado.

Pero las empresas españolas son exportadoras no sólo por la calidad de sus productos, sino porque su propio Estado no compra.

España es el último país de la OTAN en gasto militar. Pero no sólo eso, es que forma parte de los que menos se han esforzado por hacer honor al 2% acordado en la cumbre de Gales, de 2014. 

Según los datos de la propia OTAN (que es más generosa en el cómputo que lo que contabiliza oficialmente el Estado español en sus partidas presupuestarias), España no ha avanzado ni siquiera cuatro décimas (del 0,9% del PIB al 1,28%) en la década transcurrida hasta 2024.

Gasto en defensa en los países de la OTAN

Suecia y Finlandia, recién integradas en el club atlántico para protegerse de Rusia tras comenzar la invasión de Ucrania, superan el umbral de largo. Y Polonia, un país similar en extensión y población, pero mucho más pobre que España, ha casi triplicado su gasto militar: del 1,7% al 4,12%.

Consejo informal

Este lunes, en Bruselas, se reúnen los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, en un Consejo Europeo informal. Es decir, de ésos que no arrojan "conclusiones". Y precisamente porque no hace falta llegar a ningún acuerdo, en estas reuniones "informales" se avanza más.

A la de este lunes están invitados Keir Starmer, primer ministro de Reino Unido, y el ya citado Rutte, secretario general de la OTAN. Porque de lo que se va a hablar, esencialmente, es de políticas de seguridad y defensa.  

Por eso, precisamente, este viernes se desveló la carta que firmaban 19 de los mandatarios de la Unión, remitida a la presidenta del BEI, la española Calviño. Algo así como la segunda edición, "mejorada y aumentada" según las fuentes, de otra enviada el año pasado, a la que no se unió el jefe del Ejecutivo español. 

El encabezamiento de la carta, de hecho, es metáfora de lo que ha pasado de 2024 a ahora.

Junto a Calviño, que permanece, han cambiado los otros dos receptores: António Costa es ahora el presidente del Consejo, mucho más proactivo el socialista portugués que su antecesor, el liberal belga Charles Michel. Y ocupa la presidencia rotatoria este semestre el polaco Donald Tusk: por tanto, es él quien ha marcado el guion de esta cita.

Y eso explica que su firma no aparezca entre los signatarios. Ya que el país que preside no opina, sólo lidera; pero es inimaginable un Gobierno más comprometido que el suyo con el gasto militar, y contra el enemigo ruso, en toda la Unión.

Así, se puede decir que son sólo siete los líderes que no quieren constar como impulsores de esta nueva Unión Europea. En contraste con los fundamentos que fundaron -a la paz por la cooperación- de esta UE posterior a la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, se puede decir que para buscar la paz prepara la guerra

Y eso hay que pagarlo.

Sánchez le argumentó a Rutte que en gasto total estamos entre los 10 primeros. O que somos el país que más participa en misiones en el exterior (aparte de EEUU, claro). O que colaboramos a la defensa de los aliados con tropas en Letonia y Eslovaquia, aviones de combate patrullando el Báltico, fragatas en el Mediterráneo y escudos antimisiles en Turquía.

Es más, Moncloa puede sostener en honor a la verdad, que es bajo la presidencia de Sánchez cuando más rigor se ha mantenido en el alza comprometida. El pacifismo de Zapatero y la crisis financiera que afrontó Rajoy no ayudaron, pero la España democrática nunca había tomado en serio la parte financiera de su pertenencia a la OTAN.

Impulsado más o menos por la agresividad de Moscú, son de Sánchez las últimas décimas de subida, desde el 1% pelado hasta el casi 1,3% actual.

Porque tras el inicio de la invasión de Ucrania, el Ministerio de Defensa ganó un 26% en los Presupuestos: pasó de contar con 10.152 millones asignados en 2022 hasta los 12.825 millones de las cuentas del año siguiente (todavía en vigor).

aunque en 2024 ya no hubiera nuevos Presupuestos, eso no impidió a Sánchez hacer traspasos de créditos o acudir al fondo de contingencia. Como hicieron todos sus predecesores, populares o socialistas, dado que el gasto militar en España nunca tuvo muy buena aceptación en los votantes.