Dos imágenes a varios grados bajo cero: una, ya en pasado, en Washington, donde Donald Trump juró este lunes el cargo como presidente de Estados Unidos anticipando un nuevo terremoto en el orden internacional; y otra, a futuro, en Davos (Suiza), donde este martes aterriza Pedro Sánchez para tratar de ofrecer una imagen contrapuesta.
Entre las dos escenas hay menos de 24 horas y dos universos paralelos. En el primero, el del Capitolio, están presentes todos los líderes de la derecha soberanista y los magnates de la industria tecnológica que apoyan a Trump.
Mientras que en el segundo, el de las montañas nevadas de Suiza, reinan el poder político y empresarial ante los que Sánchez siempre se ha sentido cómodo.
Tradicionalmente, el Foro de Davos ha sido un lugar para el diálogo en el que caben los grandes asuntos globales: desarrollo, desigualdad, cambio climático, cooperación, tecnología… Un espacio de pensamiento para las élites que determinan la economía del planeta.
El problema para Sánchez es que cada vez más esas élites -tanto la política como la económica- han dejado de secundar esa agenda, alineada con los objetivos de la ONU, o directamente se han pasado al otro bando. En la toma de posesión de Trump estaban algunos de los CEO de las compañías más poderosas del planeta, asentadas en Silicon Valley, que apuestan por la desregulación.
Por eso, el presidente español lleva días hablando -sin citarle- de Elon Musk, del resto de gurús de la industria tecnológica que han arrimado el ascua a Trump y de todo lo que representan.
La última ocasión fue este mismo lunes, en un acto sobre inteligencia artificial, en el que el jefe del Ejecutivo habló de una "tecnocasta" que usa "su poder omnímodo sobre las redes sociales para controlar el debate público y, por tanto, la acción gubernamental, nada más y nada menos, que de todo Occidente".
Ante esto, Sánchez pide "rebelarnos y plantear alternativas". "Europa debe plantar cara a esta amenaza y defender la democracia", zanjó.
El Gobierno es consciente de que debe manejar esta situación con sumo cuidado, ya que al fin y al cabo Estados Unidos es -y seguirá siendo- un socio fundamental en la política exterior española. Horas después de esas palabras, el presidente español felicitó a su homólogo estadounidense.
"Enhorabuena a Donald Trump por su investidura como el 47 presidente de Estados Unidos. Esperamos trabajar con la nueva Administración de los Estados Unidos para fortalecer la relación estratégica entre nuestros países y abordar desafíos globales comunes", escribió Sánchez en X.