Con el Congreso y el Senado debatiendo sobre las relaciones sentimentales del adversario con tal de lograr el desgaste, Alberto Núñez Feijóo sorprendió ayer por su radiografía de la vida pública en España. Una declaración inusitada, entre otras cosas, porque no tiró del argumentario que su partido suele escribir de forma periódica.
Apartándose del carril, el líder del Partido Popular, en una entrevista en el programa Espejo Público de Antena 3, dijo: "La clase política es la peor de los últimos 45 años". La presentadora Susana Griso, noqueada por la confesión, preguntó entonces si ahí incluía también a su formación. A lo que respondió: "Por su puesto, no estoy haciendo salvedades".
"Sí, digo y reitero que la peor política que ha practicado la democracia española es la actual. Cada uno tiene sus responsabilidades, obviamente no es lo mismo estar en el Gobierno que estar en la oposición. Pero no me excluyo", añadió.
Más tarde, en otro contexto -la presentación de los candidatos del PP a las elecciones catalanas-, el jefe de la oposición volvió a hacer alusión a la política contemporánea. Y lo hizo con otro ejemplo: la ley de amnistía. Según reprochó, es "la mayor cacicada de esta era".
El arrebato de Feijóo, que no es la primera vez que muestra su hartazgo con la degradación que ve en su profesión (con anterioridad dijo que de saber que la política iba a acabar así, nunca se hubiera dedicado a ella), no sólo sentó mal al grueso de sus compañeros de filas. Sino que los más veteranos, consultados por este periódico, corroboran su aseveración.
"No hay argumento"
"No hay nivel, no hay argumento más que la descalificación del adversario", apunta uno de ellos en conversaciones a EL ESPAÑOL. Es un diputado que lleva más de dos décadas en las Cortes. Y hasta ahí se puede contar sobre su identidad, que prefiere mantener oculta. Otro rasgo de esta época: los partidos han centralizado los mensajes en los responsables de comunicación, que impiden a los parlamentarios mantener una relación fluida con la prensa.
La categoría de los políticos es un debate que surge de cuando en cuando. Ayer lo abrió Feijóo, dejándose a sí mismo en el peor lugar posible. Lo que vino a asegurar es que desde la Transición nunca había habido políticos tan malos.
Esto se debe, según otro diputado veterano, a varios factores. Por ejemplo: "Tenemos la peor clase porque los jefes políticos son ya promociones de jóvenes de partidos profesionales de la política, o funcionarios no de altos cuerpos. No hay profesional de altura que se dedique a esto, mal pagado y con los medios de información atizando en clave sensacionalista, profesión de altísimo riesgo reputacional".
Feijóo se quejó del grado de crispación de la política apenas unas horas después de trascender la absolución de la exvicepresidenta valenciana Mónica Oltra por un caso que, en realidad, afectaba al que fue su marido y por el que tuvo que dimitir de todos sus cargos. Ella se suma a una larga lista de políticos purgados por delitos que, a la postre, resultaron inexistentes.
Este mismo martes, un senador del PP llegó a proferir una grave acusación que tenía como destinataria la primera dama española: "Hay un caso de corrupción en el mismo lecho de poder del PSOE".
Una de las personas que más tiempo lleva en las Cortes, y que ha ostentado puestos de máxima responsabilidad en el Congreso, señala cuál es - a su juicio- la raíz del problema: "El 15-M, con el lema no nos representan, y la irrupción de Podemos en la política".
Desde entonces, afirma, su profesión "ha ido evolucionando negativamente, hay mucho menos nivel". La democracia representativa, considera, se ha ido mermando en detrimento de una manera de hacer política que atiende más al espectáculo que al debate. Y pone un ejemplo: Rufián con la impresora en una comisión de investigación en el Congreso.
Esas "actitudes chulescas" han ido ganando terreno, hasta que el Hemiciclo se ha transformado en un ring de boxeo, cuando antes "en el debate se guardaban las formas". Incluso en aquellos tiempos en los que el presidente del Gobierno, Felipe González, llegaba a pronunciar aquello de "Aznar y Anguita son la misma mierda".