Sobre las espaldas de Teresa Ribera (Madrid, 1969) recaen gran parte de las competencias de las que dependen que el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos pueda remontar en las encuestas y, sobre todo, los efectos económicos negativos que repercuten en la vida de los ciudadanos. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica tiene las competencias para hacer frente al precio de la energía y los combustibles que está disparando la inflación.

Además, estos días prepara con empresas e instituciones un plan de contingencia ante un eventual corte del gas ruso en Europa. Ese corte no afectará a España directamente porque apenas recibimos gas ruso, pero Ribera explica que esos planes contemplarán la forma en la que España tendrá que ser solidaria y enviar gas a otros países de Europa, la forma en que pueden racionalizar el consumo las industrias y también cada uno en el uso del aire acondicionado o la calefacción.

"Hay que estar preparados para cualquier escenario”, asegura, y añade que "hay que plantearse un consumo responsable por parte de los ciudadanos". La entrevista se hizo este miércoles por la tarde en su despacho oficial.

Hablamos con la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera

Usted trata con grandes empresas, especialmente con las energéticas. ¿Ve en ellas conspiraciones para derrocar al Gobierno?

Yo creo que a la gran empresa no le gusta que le planteen que los beneficios que está obteniendo en un determinado momento están por encima de lo que se considera razonable por parte de la sociedad. Y evidentemente se rebela frente a esa situación. Nuestra obligación es asegurar que en cualquier circunstancia y en particular en las circunstancias complicadas en las que estamos, haya un reparto justo de la carga y, por tanto, incluso aunque no les guste introducir todas las medidas que resulten pertinentes para que eso sea así.

[Ribera asegura que la bajada de la luz por el tope al gas y la reducción fiscal empezará a notarse en la factura de julio]

Su trato con estas empresas eléctricas, ¿cómo es?

Es un trato profesional, frecuente, de confianza y a veces ocurre que es tenso cuando se toman medidas que puedan ser más impopulares con respecto a lo que ellos estiman adecuado.

¿Son tan poderosas como parece?

Son poderosas. Es lógico. Además, pensemos que es un sector que viene de trabajar prácticamente en oligopolio, muy pocas cubriendo prácticamente el 100% del mercado.

Ese peso se ha reducido, ya no es así. Es un sector mucho más diversificado, pero sigue teniendo un peso muy importante. Además, lo que producen es clave para el bienestar de los hogares y para la industria: nadie puede prescindir de energía. Por tanto, saben que tienen capacidad de presión e influencia.

Teresa Ribera con Fernando Garea, en un momento de la entrevista. Javier Carbajal

Están trabajando ahora en la idea del impuesto para las empresas energéticas. ¿Cuál es su propuesta?

Estamos trabajando sobre la necesidad de contar con un impuesto que no sea trasladable a los consumidores, que lo que haga sea gravar el incremento de beneficios en relación con los costes y ventas. Es un trabajo que técnicamente es complicado, que lo lidera el Ministerio de Hacienda, y confiamos en poder tener una propuesta que compartir lo antes posible y que esté operativa desde el 1 de enero.

Otros países ya lo tienen en marcha. ¿Llega demasiado tarde, como sostiene una parte del Gobierno, la de Unidas Podemos?

Creo que lo que hemos hecho nos ha convertido en pioneros en muchos frentes. Hemos sido los primeros que hemos incorporado medidas que minoraban los beneficios excesivos que estaban obteniendo como consecuencia del precio del gas, cuando sus costes relativos no se habían incrementado. Eso está operativo desde el mes de septiembre de 2021.

Fue extraordinariamente complejo, muy contestado y con una presión muy fuerte por parte de estas empresas en Bruselas y en otros países. Y sin embargo, se ha convertido en una recomendación de buena práctica, tanto por parte de la Agencia Internacional de la Energía como de la Comisión Europea. Y hemos introducido una medida adicional muy potente que también reduce el margen de beneficios, como es el tope del gas.

Insisto...

Yo no diría que llega tarde. Es muy importante ir tomando las medidas conforme se va testando y comprobando cuál es el efecto de las anteriores.

Me parece que el poder gestionar el aprendizaje también es importante, porque nos ayuda a acertar en la precisión técnica que requiere algo tan complejo y no asumir el riesgo de efectos indeseados que trasladen ese tipo de impuestos adicionales a los consumidores. Lo que se pretende es una mayor contribución por parte de las empresas y sus beneficios para poder dar cobertura social a los consumidores más vulnerables.

Francia nacionaliza EDF. ¿Se podría dar el caso en España?

El Estado ya era propietaria del 84% y EDF atraviesa un momento crítico, con el 55% de las plantas nucleares paradas por seguridad y la necesidad de asegurar una renovación de su parque de generación a gran escala.

En el caso de España, la situación es diferente. No hay una empresa de referencia con una participación relevante del Estado, y la posibilidad de adoptar una medida de efecto equivalente a la anunciada por Macron es mucho más complicada por su coste y el impacto que pudiera tener. Sí, creemos que es importante recuperar el papel del Estado y la orientación de interés público y el beneficio para las comunidades locales próximas a las hidroeléctricas. Volver al modelo francés de EDF es mucho más difícil.

"Estamos en el récord de almacenamiento de gas en nuestros almacenes subterráneos y en los tanques de las centrales de gas natural licuado"

¿Está funcionando la excepción ibérica?

Rotundamente sí. Tan rotundamente sí que se ve todos los días en cuál es el precio del mercado mayorista en todos los Estados miembros de la Unión Europea. En términos relativos está teniendo un efecto importantísimo: reduce el coste con respecto a lo que hubiera sido en ausencia del mecanismo y reduce el coste con respecto a lo que es en otros países europeos. 

Ahora bien, es cierto que hay una expectativa diferente, que es mucho más complicada. Hay muchos hogares que lo están pasando mal, que están haciendo un esfuerzo muy grande. Por eso hemos reforzado el bono social y seguiremos trabajando en ello, porque en términos absolutos el precio de la energía crece.

Sabemos que la expectativa, no solamente de la industria, también de las familias, es que su factura eléctrica se mantenga dentro de umbrales razonables. Y a pesar de todo, para muchas familias el coste se ha incrementado, o sea, que tenemos que seguir esperando. Con esto se mantiene bajo control. Hemos incorporado medidas que suponen un alivio muy notable, que cambian las señales de precios. En términos absolutos todavía nos encontramos con dificultades para muchas familias que tienen dificultades para llegar a fin de mes.

¿Hasta dónde y hasta cuándo va a seguir subiendo la energía? 

Pues esta es una pregunta que es difícil contestar, pero lo que yo sí creo es que no somos una burbuja, que vivimos esencialmente en Europa, pero vivimos conectados a todo tipo de mercados internacionales, de materias primas energéticas; que Europa lo está pasando muy mal; que hay muchos Estados que tienen un horizonte muy negro de cara al otoño y el invierno próximo.

En nuestro caso sabemos que estamos mejor, pero también sabemos que nuestra responsabilidad es no descuidarnos, ir preparando el terreno por si acaso, por si se da cualquier circunstancia que nos coloque en una situación difícil.

Si se producen cortes de gas en Alemania, por ejemplo, ¿con qué planes están trabajando y en qué situación estamos en España?

Nosotros estamos trabajando ya y hemos iniciado una ronda de conversaciones con los distintos actores. Tenemos que hablar con los actores eléctricos, de gas y petróleo, actores industriales, actores sociales, actores institucionales para poder reforzar lo que siempre ha existido, que son planes de contingencia.

Hemos activado una medida importantísima, que es el reforzar las obligaciones de almacenamiento de gas, y de hecho estamos en el récord de almacenamiento de gas en nuestros almacenes subterráneos y en los tanques de las centrales de gas natural licuado, lo que nos da una holgura.

¿Es suficiente?

Tenemos que ir más allá. Tenemos que pensar qué es lo que ocurriría en el supuesto de que se produzca una interrupción de suministro definitiva del gas procedente de Rusia. O qué es lo que puede ocurrir si nos piden solidaridad en el acceso a gas otros Estados miembros de la Unión Europea. Cómo podemos responder a esa demanda.

Sabemos que la propia Comisión está trabajando en cuál sería el plan de contingencia paraguas para todos los Estados miembros de la Unión. Nosotros ¿qué es lo que debemos hacer? Encontrar esas respuestas por anticipado ante esta eventualidad, cuáles serían los criterios de ordenación de nuestra demanda. Cuáles serían los criterios de orientación de cara a esa solidaridad con terceros países. De qué modo, para evitar que esa situación excepcional pudiera llegar a materializarse.

¿Y en España?

Podemos impulsar medidas de ahorro y eficiencia que nos den más holgura para retrasar una supuesta interrupción de suministro o la necesidad de solidarizarnos con terceros. 

En España tenemos una capacidad de acogida de gas natural licuado importantísima. Nos da mucha seguridad con número de proveedores y con contratos ya muy asentados en el tiempo, muy relevantes. Y tenemos una capacidad de producción de destilados de petróleo y de refino también muy importante. Pero Francia puede tener problemas de algunos productos, algunos combustibles de automoción. Alemania puede tener que afrontar una situación de corte de gas en las próximas semanas. Es decir, que hay tensiones dentro de los países que son nuestros socios, nuestros vecinos, y eso nos induce a pensar que debemos estar preparados para responder por si ese riesgo se amplía.

"Ojalá no, pero hay que estar preparado para cualquier escenario. Ahora no es planteable que haya situaciones de desabastecimiento"

Entiendo entonces que si se producen esos cortes en esos países europeos, a nosotros directamente no nos afectaría el corte, porque no tenemos suministro procedente de Rusia, pero sí tendríamos que hacer llegar nuestro combustible a Alemania...

Esto es uno de los aspectos en los que estamos trabajando. Lo hacemos a nivel nacional, pero también lo hacemos de manera concertada en la Unión Europea. La Comisión debe presentar una propuesta a mediados de mes y nos han convocado al Consejo Extraordinario de Ministros de Energía el próximo 26 de julio, precisamente para discutir ese plan de contingencia europeo.

Es muy posible que en ese plan de contingencia europeo se articulen medidas para que entre los Estados haya una respuesta solidaria, porque se pretende que haya unidad en la respuesta frente a Rusia.

¿Cómo de grave es ese riesgo?

Todo apunta a que hay un riesgo de una táctica casi de trinchera de Verdún de Primera Guerra Mundial. Hasta dónde llega la resistencia de la sociedad europea si se producen tensiones en el bienestar energético, y debemos prepararnos para que se mantenga la unidad. Y esto requiere dosis de solidaridad en las necesidades de otros. ¿Cómo se articula esas dosis de solidaridad? Forma parte del debate. ¿Se ordena a nivel nacional? ¿Hay criterios compartidos más allá de las fronteras? ¿Se priorizan unos consumos que se consideren más estratégicos que otros?

Estamos preparados, por ejemplo, para organizar una especie de puente marítimo de gas entre Barcelona y Livorno, puesto que Italia tiene una dependencia muy importante de gas ruso que llega por tubo.

Y aquí tendría que haber medidas de ahorro, que no sé si afectarían sólo a la industria.

En primera instancia, nosotros sabemos que contamos con una capacidad mucho más robusta que los demás. Sabemos que nuestra seguridad de suministro ha sido pagada por los consumidores, con esas plantas de regasificación, con ese sistema que es muy moderno, también con esa capacidad industrial en el refino. 

En estos momentos hay dos cuestiones que yo creo que pueden ayudar mucho y ya hemos activado todo el procedimiento de autorización dentro de la regasificadora del Musel, en el puerto de Gijón, que se puede convertir en un centro logístico muy importante para almacenamiento y en su caso, distribución de gas.

Y hay que plantearse también un consumo responsable en los hogares, y eso tiene que ver con el termostato, tiene que ver con las casas de habitaciones vacías. Cómo podemos, con pequeñas intervenciones, asegurar que liberamos parte de ese recurso para el conjunto de la sociedad y de la comunidad.

En procesos industriales hay casos particularmente críticos, porque no pueden parar los hornos, porque lo que producen es absolutamente fundamental… Es decir, que hay que ver cómo se ordena todo eso y es en lo que estamos en este momento.

¿A los ciudadanos de a pie, concretamente, en qué les puede afectar?

Para los ciudadanos, la previsión es que pueda afectarles en precio. Por eso el Gobierno anticipa esas medidas de alivio, para que le afecte lo menos posible. Y para los ciudadanos el mensaje más importante es de qué manera se puede facilitar esa solidaridad que necesitamos. Es decir, cómo se minimiza el impacto pero se maximiza esa posibilidad de liberar recursos para otros, y eso tiene mucho que ver con hábitos de consumo.

Ojalá no, pero hay que estar preparado para cualquier escenario, pero no es planteable en estos momentos que haya situaciones críticas, ni de desabastecimiento, ni cosa por el estilo. Pero sí creemos que es bueno que nos acostumbremos a ser más exigentes con nuestros consumos, a pensar dos veces si merece la pena ir andando o en transporte público, o si en nuestras casas podemos jugar con más inteligencia con las horas de calefacción o con el termostato para consumir menos. 

Ribera, en su despacho del Ministerio para la Transición Ecológica. Javier Carbajal

Esto ocurre además en un contexto en el que hay problemas con Argelia y la posibilidad de que suba el precio del gas que vende a España. ¿Eso es una dificultad añadida?

Bueno, ese es un escenario que se mantiene en el tiempo, pero yo diría que se mantiene dentro de los márgenes que eran previsibles. No ha habido alteración y nosotros confiamos en que esto siga siendo así.

Creemos que Argelia es un país plenamente confiable y los dos elementos sobre los que hablamos, cuál es el volumen de gas que se suministra y cuál es el precio, son cuestiones que yo creo que están fuera del mapa. Es decir, hay un compromiso de volumen y una necesidad de inversión y de mantenimiento de las infraestructuras asociadas al gasoducto que se ha mantenido durante estos meses. Se ha mantenido en la remisión de gas hacia España, pero se ha mantenido también en las inversiones del cuarto compresor, del mantenimiento del gasoducto, y había una discusión abierta en torno a precios desde el mes de octubre.

¿Por qué?

Primero porque tocaba la revisión de precios. Segundo, porque la diferencia en los precios de los mercados de gas internacionales se había disparado y Argelia estaba reivindicando su derecho a actualizar los precios. Y esa, que es una conversación comercial, no está cerrada.

¿Por qué está cerrada con Italia y no está cerrada con España? Tiene mucho más que ver con una peculiaridad histórica. Y es que los contratos de gas de España con Argelia estaban indexados al barril de petróleo americano, mientras que el resto de contratos de gas de Argelia con el resto de los países del mundo tenían su precio indexado al precio del gas en el mercado holandés.

¿Cómo nos afecta eso?

Verá. Cuando el precio del gas en el mercado holandés se dispara en mucha mayor medida que el precio del barril Brent, se abre un diferencial enorme en el que el resto de los clientes de gas argelino, como venían asociados al precio holandés, tienen una actualización, pero con unas premisas que estaban prefijadas. Sin embargo, en el caso de las compañías españolas el debate es de cambio en la referencia. O te aumento enormemente el precio por encima de lo que correspondería al barril.  

Desde el punto de vista político, lo más importante es que estamos convencidos de que Argelia va a cumplir con sus obligaciones, como ha hecho siempre, o sea, obligaciones contractuales. Confiamos en que la cuestión de precios se cierre cuanto antes, porque le vendrá bien a Argelia a la hora de calcular cuáles son sus ingresos y le vendrá bien a las empresas españolas a la hora de calcular cuál es el precio.

"Nuestra capacidad de generación eléctrica está muy por encima de los picos de demanda, y no es necesario volver al carbón para garantizar el suministro"

En la situación en la que estamos, da la sensación de que ha habido un retroceso de algunos pasos hacia las energías verdes. Alemania ya está quemando carbón y la Unión Europea ha incluido la energía nuclear y el gas natural como energías verdes.

Una de las líneas maestras del debate en Europa está en mantener firme la convicción y la viabilidad de nuestro paquete climático. La semana pasada en Luxemburgo tuvimos Consejo de Energía del Consejo de Medio Ambiente y cerramos la orientación general política del paquete climático que incrementa la ambición al año 2030 y de las directivas de energías renovables y eficiencia energética.

Es verdad que algunos Estados de la Unión Europea, en el cortísimo plazo, están necesitando más flexibilidad. Y uno de los debates es si se puede sustituir unos combustibles por otros. Porque en realidad necesito energía y debo estar preparado para prescindir del gas, que es lo que explica por qué Alemania ha dado ese salto al carbón. No lo hace con intención de eludir el cierre, sino de extender temporalmente algo que pensaba que podía haber hecho más deprisa.

[Los países de la UE ratifican la prohibición de los coches de gasolina y diésel desde 2035]

¿Comparte ese salto?

Hasta cierto punto es comprensible. En nuestro caso, afortunadamente, la capacidad de generación eléctrica está muy por encima de los picos de demanda, y no es necesario volver al pasado para poder garantizar el suministro eléctrico.

Es cierto que, en paralelo, la Comisión Europea, propuso tildar como "inversión financiera verde" la inversión en determinadas infraestructuras de gas y determinadas infraestructuras nucleares en determinadas condiciones. Yo creo que es un error. Sigo pensando que es un error porque nadie tiene ningún problema en entender que tanto el gas como la nuclear van a seguir existiendo durante mucho tiempo mientras esté gestionando todo este proceso de transición...

No hay ninguna prohibición de nueva inversión. No hay ninguna limitación de cara al acceso a la financiación. Pero tildar como "energías que no tienen ningún tipo de afectación ambiental" puede generar confusión en los financiadores, porque resta credibilidad a lo que de verdad no tiene ningún tipo de pega ambiental, y eso puede distraer recursos que irían destinados a éstas. Por lo que se da la paradoja de que en estos momentos la taxonomía verde de China es más ambiciosa que la taxonomía verde de Europa y eso no es deseable.

Entonces lo considera claramente un error.

Creo que ha sido un error, que se explica en un contexto muy concreto en el que hay un programa nuclear de algunos Estados miembros muy potente, y que prefieren intentar conseguir un fast track en el acceso a la financiación. Vamos a ver en qué acaba, porque puede tener el contrapunto de diluir la credibilidad de la propuesta europea.

Teresa Ribera, en su despacho, este miércoles. Javier Carbajal

La gran pregunta del conjunto del Gobierno: ¿el mensaje sobre la economía tiene que ser pesimista ante una situación muy mala o debe ser optimista?

Yo creo que tiene que ser realista y comprometido. Los ciudadanos tienen derecho a saber, y es mejor que lo sepan cuanto antes mejor. La situación que se deriva de esta guerra de Ucrania, incluido el chantaje energético, es muy complicada y tiene efectos en cascada que nos pueden afectar en primera instancia en precios, como ya estamos viendo. 

Esto es importante saberlo porque, insisto, nos ayuda también a reaccionar y a pensar si tengo margen para hacer algunas cosas. Y creo que aquí hace falta compromiso. Ya nos pasó con la pandemia en su momento. Hay situaciones que evidentemente nadie busca, y lo que importa es cómo se reacciona y qué se prioriza en la respuesta. Y el compromiso del Gobierno es que en la respuesta se priorice el bienestar de las familias, la protección de los vulnerables, que va subiendo a clases medias, y también del tejido productivo.

Y en esta situación, ¿cómo explica que se multiplique el presupuesto de Defensa?

Primero, hay una señal política muy importante de compromiso en la construcción de alianzas frente a una situación que no hubiéramos pensado que se pudiera llegar a materializar. Insisto, esta es una guerra que parece más una estrategia de Primera Guerra Mundial para la que no estábamos preparados. De hecho, genera frustración.

Tantos años pensando que las relaciones comerciales y que el dividendo de la paz hacía imposible algo así... es un golpe fuerte, y dejarlo sin respuesta es potencialmente muy peligroso de cara a lo que está por venir. Yo creo que hay un mensaje político muy contundente de defensa de valores y de defensa de integridad territorial y soberanía.

Son mil millones de euros.

Es una cuantía importante, pero pensemos que en el contexto del presupuesto, del gasto social del presupuesto, es una cantidad muy reducida, y que la posición relativa de España en gasto, en seguridad y defensa está muy por debajo del promedio del resto de los países de nuestra zona. Desgraciadamente nos vemos obligados a reforzar esa posición reactiva y defensiva, diciendo "no vamos a tolerar aspiraciones expansionistas".

"Yo creo que lo de fin de ciclo es un poco de 'merchandising' de quienes están deseando que llegue el fin de ciclo; no me parece que se sostenga"

¿Qué le parece la posición de sus socios del Gobierno?

Nuestros socios dicen algo que es correcto y que compartimos, porque nadie tiene ganas de estar en una guerra. Y a partir de ahí, yo creo que hay que construir la respuesta a qué significa no tener ganas de estar en guerra. Lo clave, a pesar de los distintos puntos de vista que se puedan materializar entre cada uno de nosotros y nosotros en conjunto, partidos y personas, es el modo en el que se responde, que es con lo que aparece publicado en el BOE.

¿Cómo es su relación con Unidas Podemos?

Yo diría que es muy correcta. Tengo una muy buena relación con las corrientes dentro de Podemos que tienen mayor sensibilidad ambiental. Pensemos que dentro de Unidas Podemos hay un conjunto de personas que consideran que la transformación de nuestro sistema productivo y las políticas ambientales son muy importante. En ese contexto procuro tener la relación más fluida posible porque me parece que nos interesa y que nos unen muchas cosas.

¿Cómo ve el Gobierno de coalición?

Lo veo con capacidad de aguantar, yo lo veo dispuesto a todo. Hemos tenido la oportunidad histórica de tener que afrontar quizá algunos de los episodios más duros, más tensos. Experimentar el primer Gobierno de coalición en esas circunstancias es un ejercicio complejo, complicado, y a pesar de todo, estamos superando pruebas, y confío en que esto sea así hasta el final de la legislatura y más allá.

¿Ve posible la remontada a encuestas y resultados electorales frente a la imagen de fin de ciclo?

Es una imagen que responde a varias cuestiones a las que hay que prestar mucha atención. En primer lugar, la gente viene de varias crisis sucesivas y eso desanima mucho, incluso aunque se haga frente a las crisis con las mejores herramientas.

Pero yo creo que lo de fin de ciclo es un poco de merchandising. Hay más interés en subrayar el fin de ciclo para aquellos que están deseando que llegue el fin de ciclo que no por una realidad que me parece que no se sostiene del todo. 

¿No hay ninguna de las propuestas del Partido Popular que puedan adoptar ustedes?

En mi ámbito no hay muchas propuestas. La única propuesta que ha habido, que ha sido un poco seria, es eliminar impuestos. Y yo creo que en una coyuntura como esta es importantísimo aliviar la carga fiscal, pero son medidas de alivio, no son medidas de transformación que permitan gestionar las causas que producen el problema, y eso a mí me genera frustración. 

Entrevista íntegra a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera

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